La OPA de BBVA a Sabadell ha terminado como muchos analistas intuían: con un fracaso sonoro que sacude al sistema financiero español y abre un nuevo capítulo de incertidumbre. Tras meses de tensiones, ofertas mejoradas y un intento de seducción que no convenció ni al consejo de administración ni a la mayoría de los accionistas del banco catalán, la operación se ha quedado muy lejos del umbral exigido. Solo un 25,47 % de los derechos de voto apoyaron la propuesta del BBVA, cifra insuficiente para hacerla efectiva.
La historia no acaba aquí. El desenlace de la OPA de BBVA a Sabadell marca un punto de inflexión que obligará a ambas entidades a redefinir sus estrategias. El fracaso de la fusión no solo frena la ambición de Carlos Torres de crear un gigante bancario, sino que devuelve al Sabadell una inesperada libertad estratégica.
A partir de ahora, el tablero se abre a cuatro posibles caminos. Cuatro alternativas que determinarán si el intento de fusión queda como un episodio aislado o el preludio de una nueva batalla corporativa.
1. Una segunda OPA, mejorada y en efectivo
Aunque la OPA de BBVA a Sabadell ha sido declarada sin efecto, no puede descartarse que el banco vasco intente una segunda ofensiva. Fuentes del mercado señalan que si BBVA logra aumentar su participación por encima del 30 %, podría presentar una nueva oferta, esta vez más atractiva para los accionistas del Sabadell.

Esa hipotética segunda OPA de BBVA a Sabadell tendría que mejorar las condiciones actuales, probablemente introduciendo un componente en efectivo y ofreciendo una prima superior. La primera propuesta fue íntegramente en acciones, con un canje de 1 acción de BBVA por cada 4,8376 de Sabadell. Una ecuación que, pese a la mejora del 10 % introducida en septiembre, no convenció a los grandes fondos.
El problema para BBVA es que una nueva OPA en efectivo elevaría considerablemente el coste de la operación y podría tensionar su balance. Además, se enfrentaría de nuevo al escrutinio del Gobierno, que ya impuso duras condiciones para proteger la independencia del Sabadell y preservar el empleo. El Ministerio de Economía exigió mantener la sede y la estructura del banco catalán al menos durante tres años, ampliables a cinco.
Por tanto, una segunda OPA de BBVA a Sabadell solo sería viable si se ofreciera una prima significativamente más alta o si el contexto político se tornara más favorable. Hoy, ni una cosa ni la otra parecen probables. Pero en la banca española, como en todos los negocios, nada es imposible.
2. Una nueva oferta amistosa con mayor prima
La segunda alternativa pasa por un enfoque más diplomático. Tras el fracaso de la OPA hostil, BBVA podría intentar una oferta amistosa, negociada directamente con el consejo del Sabadell. Esta vía requeriría un cambio de tono y una propuesta que no se perciba como una absorción, sino como una integración entre iguales.

El presidente del Sabadell, Josep Oliu, ha sido claro desde el inicio: consideraba que la oferta inicial “infravaloraba el potencial” del banco y que aceptar el canje habría supuesto “destruir valor” para los accionistas. Por eso, un acercamiento amistoso debería partir de una prima más elevada. Posiblemente, en torno al 25 % o 30 %. Y garantizar una participación relevante del actual equipo directivo en la futura entidad.
Este escenario permitiría a BBVA retomar el diálogo desde otro punto de partida y, de paso, calmar la tensión institucional que la OPA de BBVA a Sabadell generó en los últimos meses. El Ejecutivo, especialmente desde Moncloa y el Ministerio de Economía, vería con mejores ojos un acuerdo que no implique una pérdida abrupta de autonomía ni despidos masivos.
Sin embargo, la gran incógnita es si BBVA está dispuesto a pagar ese sobreprecio. Las recompras de acciones anunciadas tras el fracaso de la OPA —1.000 millones de euros en total— indican que, al menos de momento, su prioridad es premiar a sus propios accionistas antes que insistir en una fusión incierta.
3. Dar carpetazo al proceso y centrarse en retribuir a los accionistas
La tercera alternativa es la más conservadora: abandonar definitivamente el proyecto de fusión y redirigir todos los recursos hacia los accionistas de BBVA.

En realidad, este camino ya está en marcha. El propio banco ha anunciado que acelerará su programa de recompra de acciones y dividendos extraordinarios tras el fracaso de la OPA de BBVA a Sabadell. Esta decisión busca enviar un mensaje claro al mercado: que el BBVA sigue siendo una entidad sólida, rentable y enfocada en la creación de valor a largo plazo.
Los mercados, de hecho, han recibido bien la noticia. Las acciones del BBVA repuntaron más de un 6 % tras conocerse el desenlace, en un claro reflejo de alivio. Los inversores institucionales temían que el intento de fusión acabara drenando recursos o generando incertidumbre regulatoria.
Centrarse en retribuir al accionista permite al BBVA reforzar su cotización y su reputación, especialmente después de varios meses de desgaste mediático y político. No obstante, renunciar al crecimiento inorgánico también tiene un coste: perder la oportunidad de convertirse en el segundo mayor banco de España por volumen de activos, detrás de CaixaBank.
Por ahora, la estrategia de calma parece la más probable. La entidad quiere estabilizar su cotización y reconstruir relaciones institucionales antes de decidir si vuelve a intentar una nueva operación en el futuro.
4. Un Sabadell independiente (o con otros socios)
La cuarta alternativa nace del otro lado del tablero: la posibilidad de que el Sabadell siga su propio camino.

Con la OPA de BBVA a Sabadell ya fuera de juego, el banco catalán podría optar por consolidar su posición como entidad independiente, reforzando su rentabilidad y explorando alianzas estratégicas menos agresivas. De hecho, el Sabadell lleva meses demostrando que puede crecer sin necesidad de fusionarse: ha mejorado su margen de intereses, reducido costes y mantenido un perfil competitivo en pymes y banca digital.
Otra opción sería buscar socios alternativos, tanto nacionales como internacionales. No sería la primera vez que Sabadell mantiene contactos con entidades europeas interesadas en el mercado español. Una alianza con un grupo extranjero podría darle músculo financiero sin perder su identidad.
Además, el fracaso de la OPA ha revalorizado la imagen del banco como símbolo de resistencia empresarial y regional. En Cataluña, muchos han interpretado el rechazo como un gesto de orgullo y autonomía económica. Esa percepción podría ser un activo reputacional que Sabadell querrá explotar.
Sin embargo, mantenerse independiente también implica retos: el tamaño, la competencia y los márgenes cada vez más ajustados. En un mercado donde los grandes bancos buscan concentración y eficiencia, el Sabadell deberá demostrar que puede resistir sin fusionarse.