Con la llegada del invierno y las primeras olas de frío, muchas familias españolas vuelven a la misma preocupación: ¿cómo mantener la casa caliente sin que la factura del gas se dispare? Aunque los precios actuales son más moderados que en años recientes, la realidad es que el consumo de calefacción sigue siendo uno de los gastos energéticos más elevados del hogar. La buena noticia es que existen formas muy sencillas —y a menudo poco conocidas— de reducir la factura sin renunciar al confort. Desde gestos mínimos hasta mejoras estructurales, cualquier hogar puede optimizar su consumo.
Claves prácticas para ahorrar sin pasar frío
La eficiencia no siempre depende de grandes inversiones. En la mayoría de los casos, unos ajustes básicos pueden marcar la diferencia.
Purgar los radiadores: un gesto simple con mucho impacto
Antes de que el frío se instale definitivamente, conviene purgar los radiadores. Con el tiempo, se acumula aire en su interior, lo que reduce la capacidad de calentamiento y obliga a la caldera a trabajar más.
El proceso es rápido: basta con abrir la válvula superior del radiador con una llave específica hasta que salga agua de forma continua. Ese pequeño gesto puede mejorar hasta un 15 % la eficiencia del sistema.
Usar termostatos inteligentes: precisión que ahorra euros
Los termostatos programables o inteligentes permiten ajustar la temperatura según horarios reales de uso. No tiene sentido calentar la casa cuando no hay nadie; tampoco es eficiente subir bruscamente la temperatura al llegar. Programar el hogar a 19-21 ºC durante el día y reducirla a 17-18 ºC por la noche es una de las estrategias más recomendadas.
Además, los dispositivos inteligentes analizan hábitos y corrigen excesos automáticamente, lo que supone un ahorro adicional sin apenas esfuerzo.
Revisar el aislamiento de ventanas y puertas
Hasta el 25 % del calor puede escaparse por ventanas mal selladas. Algo tan simple como colocar burletes adhesivos, revisar cierres o instalar cortinas térmicas puede reducir notablemente la pérdida de calor.
Si el presupuesto lo permite, las ventanas con doble acristalamiento o rotura de puente térmico son una inversión rentable a medio plazo.
Otros trucos que marcan la diferencia
Además de los consejos principales, existen pequeñas rutinas que ayudan a mantener la casa caliente:
- Aprovechar la luz solar: subir persianas y abrir cortinas durante las horas de sol para calentar de forma natural las estancias.
- No cubrir los radiadores con ropa o muebles, ya que bloquean la difusión de calor.
- Zonas cerradas: mantener puertas cerradas en habitaciones poco usadas evita que la calefacción se disperse.
- Mantenimiento de la caldera: una revisión anual no solo es obligatoria en muchos casos, sino que mejora su rendimiento y evita averías costosas.
Cómo entender la factura del gas (y dónde están los costes ocultos)
Gran parte del susto al recibir una factura del gas proviene de no entender exactamente qué estamos pagando. Conocer la estructura nos permite identificar si el consumo es realmente alto o si el coste responde a otros conceptos.
Término fijo
Es la cantidad que se paga todos los meses, aunque no se consuma gas. Depende de la tarifa contratada y de la distribuidora. Este importe cubre el mantenimiento de la conexión y el suministro.
Es importante revisarlo al comparar tarifas, porque un término fijo alto puede encarecer la factura sin relación con el uso real.
Término variable (consumo)
Es el coste del gas efectivamente consumido, medido en kWh.
Aquí la clave está en conocer nuestro consumo habitual y comparar tarifas: algunas ofrecen precios bajos por kWh, pero compensan con un fijo elevado; otras hacen lo contrario.
También influyen los peajes del sistema gasista, que cambian según el tramo de consumo anual.
Impuestos
La factura suele incluir IVA y el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos. Aunque no podemos modificarlos, sí conviene saber que representan una parte considerable del total.
Servicios adicionales
Muchos contratos incorporan servicios de mantenimiento o asistencia que, en ocasiones, ni siquiera se utilizan. Revisarlos y darlos de baja, si no son imprescindibles, puede reducir el coste mensual.
El poder está en los hábitos
Ahorrar gas no siempre requiere renunciar al confort o hacer grandes inversiones: se trata de usar la energía de forma inteligente. Purgar radiadores, programar la calefacción, mejorar el aislamiento o entender la factura son medidas sencillas que pueden suponer un ahorro notable a final de mes.
Este invierno, evitar un susto en la factura no es cuestión de suerte, sino de información, previsión y pequeños gestos. Con ellos, es posible mantener el hogar cálido sin que hacerlo se convierta en un lujo.


