El debate sobre el futuro de las pensiones en España ha vuelto a colocarse en el centro de la conversación pública. Y esta vez con una diana bien definida: los boomers. La generación nacida en las décadas de los 50 y 60, que fue testigo del despegue económico del país, encara su jubilación con una advertencia clara de los expertos: la pensión pública no les permitirá sostener el nivel de vida al que están acostumbrados.
La presión demográfica y el coste del envejecimiento
El primer gran desafío que enfrentarán los boomers está relacionado con la estructura poblacional de España. Nuestro país se encuentra entre los más envejecidos de Europa y, a la vez, tiene una de las tasas de natalidad más bajas del continente. Esta combinación crea una tensión creciente en el sistema público de pensiones.
Como señalan los economistas Alexis Ortega y Sara Herrero en su informe para la EAE Business School, en los próximos 15 años se jubilará una enorme cantidad de boomers, mientras que su esperanza de vida sigue aumentando. Esto se traduce en pensiones más largas, más costosas y un gasto sanitario mayor. Y llega en un contexto en el que habrá menos cotizantes activos para sostener ese esfuerzo.
Un sistema estructuralmente deficitario
Más allá del reto demográfico, los boomers se enfrentan a un sistema con desequilibrios de base. Según el citado informe, el modelo español de pensiones “está diseñado para gastar más de lo que ingresa incluso en condiciones normales”. Es decir, el déficit no es una excepción coyuntural, sino un elemento estructural de nuestro sistema de Seguridad Social.

Las cotizaciones actuales apenas cubren el 85% del gasto total en pensiones. Desde el año 2000, el peso de estas sobre el PIB ha pasado del 7,9% al 12,1% en 2023. Y no hay señales de mejora inmediata. De hecho, se estima que el gasto no comenzará a disminuir hasta bien entrada la segunda mitad del siglo, cuando la caída de la natalidad de los años 80 empiece a traducirse en menos nuevos jubilados.
Este escenario representa una seria amenaza para los boomers, que se convierten así en la generación que vivirá de forma directa las consecuencias de un sistema colapsado por sus propios fundamentos.
Vivienda en propiedad, ¿única tabla de salvación de los ‘boomers’?
Una diferencia notable que tienen los boomers frente a generaciones más jóvenes es el acceso mayoritario a la vivienda en propiedad. Cerca del 80% de ellos posee su propia casa. Este activo representa su principal fuente de patrimonio. Sin embargo, este ladrillo no siempre se puede convertir fácilmente en liquidez.
El informe alerta de que el bajo nivel de ahorro privado en España hace que muchos boomers dependan casi exclusivamente de la pensión pública. Esa falta de diversificación patrimonial y financiera deja a esta generación muy expuesta ante cualquier recorte o estancamiento en las pensiones.
En otras palabras: para los boomers, tener casa no garantiza independencia económica si no hay ahorros ni ingresos adicionales. Y vender esa vivienda en la vejez puede no ser una opción viable ni rentable.
Una generación que vivió el auge… y vivirá el declive
Paradójicamente, los boomers crecieron en un entorno donde el Estado del bienestar se expandía. Disfrutaron de empleo estable, salarios crecientes, subsidios amplios y acceso a vivienda. Sin embargo, esa misma estructura ya no puede sostenerse con las condiciones demográficas y económicas actuales.

Como apuntan Ortega y Herrero, “el sistema ha pasado de ser un financiador barato del Estado a un demandante de recursos financieros muy importante”. Hoy, sin las transferencias extraordinarias del Estado y el apoyo del Banco Central Europeo, el sistema de pensiones no se sostendría.
Es decir, los boomers se encuentran ante la paradoja de haber contribuido durante décadas a un modelo que ahora, en el momento clave, empieza a mostrar signos de agotamiento.