Opinión

El arquitecto Cerdán

María Dabán
Actualizado: h
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La noticia sorprendió a muchos porque, hasta ahora, José Luis Ábalos y Koldo García habían evitado la cárcel, pero el juez Leopoldo Puente decidió que Santos Cerdán no era una pieza más de este caso, sino el cabecilla de una trama criminal que pudo cobrar un botín millonario por las mordidas recibidas a cambio de adjudicaciones indebidas de obras públicas. Cerdán ha dado con sus huesos en la cárcel porque el magistrado del Supremo no se tragó el discurso que el ex-secretario de Organización del PSOE había escrito con su abogado y es que, una cosa es construir un relato para justificarse ante la opinión pública y para no quedar mal ante los suyos y, otra, desmontar ante un juez el aluvión de pruebas que la UCO ha encontrado en su contra. Cerdán intenta hace buena la máxima de que una mentira repetida mil veces puede acabar convirtiéndose en verdad, pero ya sólo los muy crédulos tragan con una historia que resulta insostenible porque, ¿cómo creer que todos sus problemas judiciales vienen dados por ser “el arquitecto de conseguir los gobiernos progresistas en España”? Y, ¿cómo creer que se le persigue simplemente por ser el negociador de esos pactos con Bildu y con Junts? Es llamativo también el argumento de que no se reconoce en las conversaciones en las que se repartían las mordidas, argumento que se parece mucho a eso de “cariño, no es lo que crees” cuando a alguien le pillan en flagrante infidelidad.

Hace falta mucho valor también y poca inteligencia para decirle a todo un juez del Supremo que él es una víctima de los poderes a los que les molestan los avances conseguidos por Sánchez, lo que equivale, poco menos, a acusar de lawfare al propio Leopoldo Puente.

La decisión de ayer del magistrado tiene además otros aspectos importantes: para empezar, sirve para presionar a otras piezas de la trama que, quizá en un futuro no muy lejano se planteen, esta vez sí, poner sus barbas a remojar y cooperar con la justicia para no acabar también entre rejas. Tampoco es descartable, aunque parece mucho más difícil, que el propio Cerdán se marque un Aldama, cambie de estrategia de defensa y acabe aportando pruebas para intentar rebajar su más que previsible condena. Importante es también que Puente apunte que ese botín millonario que supuestamente se repartió la trama criminal implicaría “a más personas físicas o jurídicas”, lo que deja a las claras que el juez no descarta una posible financiación ilegal del Partido Socialista.

Cerdán está en la cárcel, y los que ayer ponían la mano en el fuego por su integridad, o se solidarizaban con su persona con mensajes del tipo: “Todos los y las socialistas estamos contigo y tu familia Santos. Siempre”, ayer renegaban de él. Lo peor en estos casos es que, como hizo la vicepresidenta María Jesús Montero, se refieran a ti como “una persona”, así, sin nombrarte, y situándote como alguien que ya nada tiene que ver con el PSOE, como alguien que una vez pasó ocasionalmente por la calle Ferraz. Esto te coloca ya en el bando de los apestados, y esa soledad acaba pesando, siempre y cuando sea real, y no haya recibido ya a un emisario del partido para prometerle trabajo, tertulias, y pagarle su defensa a cambio de mantener la boca bien callada, como él mismo parece que hizo con Ábalos.

Pedro Sánchez dijo ayer que es la hora de la justicia, y es cierto, siempre y cuando el Gobierno no acabe haciendo reformas a la carta para invalidar todas las causas que afectan al presidente, a su partido y a su propio ejecutivo y, al tiempo, porque ya han demostrado que escrúpulos no les faltan.