Denuncia

Héroes por 1.100 euros, 18 horas, bocadillos duros y en naves industriales

Además de la falta de prevención forestal, los incendios han delatado la precariedad laboral de los bomberos forestales: inestabilidad, salarios ridículos, falta de recursos y jornadas extenuantes

Desde el uno de julio, cuando se registraron los primeros grandes incendios en España, hasta hoy, la ola ha ido en aumento en cuanto a focos, virulencia, daños materiales, tierra abrasada y pérdidas humanas. El riesgo es todavía extremo, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). Después de tantas jornadas maratonianas, una de las imágenes más impactante es la de los bomberos cubiertos de hollín abriendo paso entre las llamas enfundados en trajes que pesan más de 30 kilos, según nos detalla Ada Gómez, bombera de Mijas (Málaga).

MONTERREI (OURENSE), 13/08/2025.- Los bomberos durante las labores de extinción del incendio que afecta este miércoles al municipio de Monterrei (Ourense).
EFE/Brais Lorenzo

Solo cuando se desprenden de las máscaras con las que se protegen de las partículas incandescentes y evitan la inhalación de gases nocivos, se aprecian los surcos ennegrecidos de sus rostros. Tienen los ojos resecos y la garganta irritada. Cuando hablan, su voz está rota, más por lo que tienen que decir que por la atmósfera asfixiante. Algunos están exhaustos, duermen poco y comen rápido. El olor a quemado lo impregna todo. Aun así, no bajan el ritmo, pendientes de la mínima ráfaga de viento.

Sin pluses de ningún tipo

Ha tenido que pasar esto para conocer las condiciones laborales con las que se enfrentan a la extinción de los incendios: precariedad, salarios vergonzosos y congelados, falta de estabilidad, convenios caducados, ausencia de pluses por peligrosidad y toxicidad, jornadas extenuantes, falta de equipos de protección, plantillas insuficientes, vacantes no cubiertas, falta de inversión en prevención forestal, recortes y muy poca organización desde las administraciones.

Son las denuncias que están lanzando sobre el terreno los propios bomberos y también los portavoces de los sindicatos. Las consecuencias, a grandes rasgos, de estas carencias estructurales son su vulnerabilidad frente al avance de los incendios y situaciones de gran tensión. Sin hilar mucho más, nos encontramos con sentimientos de derrota, desmotivación e impotencia en los bomberos con los que estamos hablando estos días.

España cuenta con algo más de 20.000 bomberos forestales. Aunque el malestar se reparte de manera desigual según el territorio, el panorama no varía demasiado en lo esencial. El salario está entre 1.400 y 2.471 euros brutos mensuales, divididos en 14 pagas. Galicia presenta las cifras más bajas, por debajo incluso de los 22.000 euros brutos anuales en algunos casos. Las condiciones son también diferentes si son empleados públicos o contratados por una empresa. En este caso, más precarias, según los sindicatos en Galicia, una comunidad con más de 200 puestos vacantes.

“Peones forestales”

En La Rioja, la plantilla de 22 fijos discontinuos se ha reducido este año a diez. En Castilla y León, los sindicatos señalan que el operativo funciona a medio gas. La falta de personal provoca que haya puestos de vigilancia sin cubrir, helicópteros inoperativos y bajas sin suplir. En el incendio de Las Médulas (León), los “peones forestales” trabajan por 1.100 euros netos mensuales y, según mostraron en televisión, la dieta para sus intensas jornadas se compone de un bocadillo duro y una botella de agua.

Los problemas se repiten en Andalucía y Castilla-La Mancha. En esta última comunidad, las vacantes, alrededor del 25% del dispositivo, no se cubren. Y Canarias se queja de los salarios especialmente bajos y con agravios dependiendo del cabildo insular.

En la Comunidad de Madrid, los bomberos denuncian que Gobierno y la empresa adjudicataria, Tragsa, se pasan la pelota sin que nadie resuelva las reivindicaciones salariales y de protección. Debido a esto, el 9% de las plazas se quedan si cubrir, según el Sindicato Profesional de Bomberos Forestales. En esta comunidad autónoma, el 80% del operativo cobra unos 1.300 euros netos y llevan 15 años con el sueldo congelado. También el convenio está “caducado” desde 2008.

No tienen reconocido plus de peligrosidad, ni de penosidad, ni toxicidad”, y reivindican un plan de protección contra agentes cancerígenos. También piden el fin de la temporalidad, que “no haya un 40% de la plantilla que vaya a la calle al final del verano y que pasen a trabajar todo el año en tareas de prevención que se realizan en invierno”.

Este es el mayor reclamo de los bomberos forestales cualquiera que sea su comunidad: la estabilidad laboral a lo largo del año. Esto permitiría reforzar los trabajos de prevención en el monte durante la temporada baja de incendios. Alrededor del 40% trabajan solo los cuatro meses en los que se mantiene la campaña de incendios de verano.

El riesgo añadido del agotamiento

Aunque cada comunidad presenta una situación diferente, los turnos son para todos extremadamente largos. Algunos bomberos forestales han denunciado que están superando las 18 horas en estos grandes incendios, con el riesgo añadido que supone el agotamiento. La Ley Básica de Bomberos Forestales fue aprobada en noviembre de 2024, pero apenas se ha aplicado, y, tal y como estamos viendo, muchos trabajan como “peones forestales” sin la categoría profesional ni los derechos plenos de bombero forestal.

¿Por qué no se les escucha? Desde el Consorcio de Bomberos de la Provincia de Cádiz nos indican que, después de recibir las peticiones de los trabajadores, respondieron con 41 plazas nuevas y una subida salarial del 0,5%, además de otras mejoras para mejorar el funcionamiento del servicio. En Mijas, Ada Gómez nos explica que, después de la experiencia de veranos anteriores, el Ayuntamiento ha reforzado los operativos y, gracias a esto, han podido frenar el avance de algunos incendios. No obstante, lamenta que tanto en este como en otros muchos municipios no existen parques de bomberos, sino naves industriales, a pesar de que llevan años reclamando.


Los bomberos son estos días un símbolo de la resistencia humana frente a la adversidad. Sin embargo, Ada Gómez se resiste a la consideración de héroes. “Somos personas de carne y hueso, pero con un entrenamiento físico y mental excepcional. Lo que más pesa es la tragedia humana y, aun así, la mente no puede paralizarse, igual que no lo hace el cuerpo, aunque esté exhausto. Hay que seguir y nos sostenemos unos a otros. Lo urgente es proteger lo que queda. Tengo 50 años y, después de tantos años de servicio, sé que en ningún otro trabajo encontraría el compañerismo y la satisfacción que me da mi profesión de bombera”.