El déjà vu granota: mismas señales, ¿mismo final?

El Levante vuelve a encontrarse con el Barça en un escenario que despierta recuerdos peligrosamente familiares: mismo mal arranque, misma necesidad, mismas dudas… y quizá, la misma sorpresa esperando al final.

Hay partidos que no solo se juegan: se repiten. No exactamente en el marcador, ni en los nombres propios, sino en esa mezcla de presión, contexto y destino que parece empujar a los equipos hacia un mismo lugar. El Levante llega a su duelo contra el Barcelona sumido en un arranque liguero oscuro, casi idéntico al que precedió su histórica victoria en el Johan Cruyff. Entonces nadie creía. Ahora tampoco. Pero las señales (esas coincidencias que solo el fútbol sabe crear) vuelven a alinearse. ¿Está el conjunto granota caminando, otra vez, hacia un final inesperado?

El arranque liguero del Levante ha sido un golpe duro de encajar. Derrotas encadenadas, dudas en el juego y una fragilidad defensiva que ha impedido sumar incluso en los días más equilibrados. El equipo no encuentra el ritmo, ni la contundencia, ni esa chispa que en otros tiempos le permitió competir ante cualquiera. La tabla aprieta, la necesidad crece y el ambiente parece el de un conjunto obligado a reaccionar más que a soñar.

Un precedente que lo cambió todo

Pero esa situación no es nueva para el Levante. Antes de su triunfo inesperado en el Johan Cruyff, el equipo también vivía entre dudas, resultados irregulares y la sensación de que el calendario no ofrecía respiro. Nadie apostaba por una gesta y, sin embargo, aquel día el Levante encontró un orden competitivo impecable, una eficacia que no había mostrado en semanas y una convicción casi rebelde para resistir al Barça donde nadie lo hacía. Fue una victoria que no solo sorprendió: redefinió lo que el equipo era capaz de lograr incluso en sus horas más bajas.

Incluso desde lo futbolístico, las similitudes llaman la atención. El Barça mantiene un modelo dominante, presionante y vertical, muy parecido al que presentó en aquel encuentro. Y el Levante, como entonces, llega con un plan más reactivo, tratando de reforzar su estructura defensiva y de explotar los pocos espacios que el conjunto azulgrana acostumbra a conceder. La diferencia entre ambos equipos es evidente, pero el enfoque táctico, las necesidades y el contexto competitivo se miran en un espejo inquietante.

Lo que logró la Real… y ya logró el Levante

La reciente victoria de la Real Sociedad ante el Barcelona ha vuelto a demostrar que el gigante azulgrana no es intocable. El equipo txuri-urdin se impuso con un plan muy concreto: orden defensivo, fortaleza en las transiciones y una eficacia casi quirúrgica en su única gran ocasión. Eso, exactamente, fue lo que el Levante ejecutó en su histórica victoria en el Johan Cruyff. No se trató de dominar la posesión ni de jugar más bonito, sino de interpretar el partido con precisión y aprovechar el mínimo resquicio. La Real no inventó nada nuevo: simplemente aplicó una fórmula que ya había funcionado antes.

Y ahí es donde aparece la clave del presente. Si la Real Sociedad ha demostrado esta misma temporada que ese método sigue vigente, el Levante no necesita imaginar algo imposible: basta con recordar lo que ya hizo. El equipo granota conoce el camino, lo recorrió cuando nadie creía y sabe que, ante un rival tan dominante, la victoria pasa por repetir los mismos principios que un día lo llevaron a lograr lo impensable. No sería la primera vez que desafían la lógica ante el Barça. En vista de los precedentes, tampoco tendría por qué ser la última.

El escenario se repite… ¿y el final también?

Quizá este partido no sea más que otro capítulo previsible en el dominio azulgrana. O quizá, como ya ocurrió antes, las señales que hoy parecen simples coincidencias vuelvan a convertirse en presagio. La Real lo hizo. El Levante también. Y cuando los patrones se repiten, el fútbol acostumbra a guardar una sorpresa. La respuesta, como entonces, solo la dará el césped.

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