Irene Montero ejecutó en abril el movimiento para el que llevaba allanando el terreno desde diciembre de 2023. Fue a finales de ese año cuando la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, escenificó su petición a la exministra de Igualdad para que se postulara como cabeza de lista de su partido a las elecciones europeas de junio de 2024.
Sólo había pasado un mes desde que ocupó por última vez su escaño en la bancada azul del Congreso de los Diputados como ministra de Igualdad en funciones, en la segunda jornada del debate de investidura de Pedro Sánchez. Seis meses después, Montero culminó la operación que era un secreto a voces desde su exclusión de las listas de Yolanda Díaz a las elecciones generales del 23-J, logró su escaño en Bruselas y alentó el nerviosismo en las filas de Sumar.

Díaz dimitió como coordinadora general de su partido, Movimiento Sumar, por el batacazo electoral sufrido por la coalición Sumar. Lograron tres escaños, sólo uno más que Podemos.
Desde entonces, Montero ha ido subiendo el tono contra sus antiguos aliados, marcando distancias con su proyecto político y con sus formas, evitando cualquier guiño o gesto de complicidad. En mayo canceló con escaso margen su intervención en un acto en el que iba a compartir escenario con Antonio Maíllo, líder de IU.
Era un reconocimiento a la figura de Julio Anguita, excoordinador general de Izquierda Unida, y ahí ya acusó a IU de estar “en la orilla del rearme”. Como contraposición, la eurodiputada morada se situó entonces “en la orilla de la paz”, frente “al Gobierno de la guerra”, del “rearme” y el “apoyo al genocidio” en Palestina. Sus palabras generaron un profundo malestar en la coalición de izquierdas.
A nivel estatal, desde 2016 hasta 2023, cuando Podemos rompió con el grupo parlamentario Sumar, IU había sido su principal aliado. Lo sigue siendo en grupos como el del Parlamento de Andalucía, o en la inmensa mayoría de capitales de provincia en esta región. Esto no se ha traducido aún en un acercamiento con vista a las próximas elecciones en ese territorio.
En clave estatal, desde hace meses los morados presionan a IU para que escoja entre ellos y Sumar. Y despachan los llamamientos a la unidad de los de Díaz reclamándoles que se integren en el PSOE. De hecho, si han sido duros con IU, su actuación con Sumar ha marcado récords.
Hasta el punto de que, después de que Movimiento Sumar aprobara una resolución para buscar la unidad en su asamblea de marzo, el histórico líder morado, Pablo Iglesias, respondió que Sumar ya está “políticamente muerto”.
Dirigentes de Podemos y de otros partidos del espacio político asumen que, mientras Díaz siga al frente, los morados no van a dejar de apretar. No van a hacer nada para facilitar el reencuentro. Aunque delante de las cámaras ninguno de ellos esté dispuesto a verbalizarlo.
Dirigentes de Sumar creen que Podemos se mueve por la “destrucción” de sus rivales
La propensión de Montero y de Belarra a confrontar, y sus esfuerzos por presentar a la coalición de Maíllo como un partido plegado a los intereses de la OTAN, les han alejado estos meses.
Estos dardos no han impedido que, desde enero, Díaz reiterara sus llamamientos a la unidad de la izquierda como única fórmula para evitar la penalización de la ley electoral. Tras el último pleno del curso, la vicepresidenta segunda tildó de “negacionistas” a los morados por su voto contra el decreto ley antiapagones, que acabó naufragando.
En su espacio hay dirigentes que consideran que Podemos tiene la “destrucción” del resto de su izquierda como principal objetivo, con la vista puesta en volver a comandar este espacio político a futuro. Creen que están “deseando” un Gobierno de PP y Vox para ejercer como oposición y recuperar parte del crédito político perdido.
Díaz, el “mayor error político” de Podemos
La autocrítica para un espacio que logró 69 escaños concurriendo en solitario (2015) y hoy apenas tiene 4, suele pasar por poner el foco en los errores de otros, apuntan desde las filas de la vicepresidenta. El “mayor error político” de Podemos, según Montero, fue precisamente que Iglesias designara a Díaz como sucesora.
Incluso entre las fuerzas de izquierdas en el Congreso aseguran que los morados suelen pasarse de frenada, centrando sus dardos en el PSOE, y no tanto en las fuerzas del lado derecho del hemiciclo. Entienden su dureza contra la corrupción, o su firmeza con Palestina, pero no sus ataques al presidente del Gobierno, que ya está permanentemente en las dianas de PP y Vox. Estos aliados también los señalan como el principal escollo para los Presupuestos.

Entre las condiciones que han planteado al PSOE para negociar está su exigencia de rebajar por ley todos los precios de alquileres de vivienda en un 40%. Un extremo que el PSOE considera imposible de asumir: dudan de la viabilidad jurídica de esta medida, y creen que sería injusta para los caseros que ya alquilan a precios bajos.
Y, aunque los socialistas sean el blanco habitual de sus críticas, los ministros con carnet del PSOE restan importancia a estas tensiones. Ante el último revolcón parlamentario del curso, desde Moncloa optaron por llamar a la calma. Descartaron arrastrar esta forma de relacionarse con Podemos hasta septiembre, y pronosticaron que los morados apoyarán buena parte de sus iniciativas.
Dentro y fuera de cámara, los de Belarra tienen poco margen para mostrarse más duros con el PSOE. A la interna, además, no hay dudas sobre la estrategia a seguir, ni prácticamente existe disidencia. Además de Belarra, que en abril revalidó la Secretaría General, los territorios han ido renovando sus liderazgos estos meses. Tanto en la cúpula estatal como en las direcciones territoriales, el partido se encuentra alineado con las tesis de Montero y Belarra, sin fisuras.
IU y Podemos sí hablan
Los puentes entre Movimiento Sumar y Podemos están rotos. Sí existen conversaciones discretas y soterradas a varias bandas entre el resto de partidos de izquierdas, también entre IU y Podemos. Pero el entendimiento se antoja difícil incluso en las dos primeras citas electorales previstas en 2026, en Andalucía y Castilla y León.
En la primera, IU entiende que llegan muy tarde a la convocatoria -los candidatos del resto de partidos son ya conocidos-, y animó a consensuar en junio un preacuerdo de unidad. Podemos Andalucía dio señas de estar a favor, pero el silencio de la cúpula de Belarra, que tiene en su mano la llave para sellar o vetar pactos (no tienen CIF propio en los territorios), es total.
En Andalucía, IU y Podemos comparten grupo en el Parlamento autonómico. También en la mayoría de capitales de provincia. En Castilla y León sólo Podemos tiene un procurador, Pablo Fernández, secretario de Organización y coportavoz del partido. Y aquí no existe ese caldo de cultivo previo para la unidad.
El sucesor de Fernández como coordinador autonómico, Miguel Ángel Llamas, aseguró recientemente que “no hay ningún contacto a nivel autonómico con Izquierda Unida y Sumar”. En una entrevista en El Español, no cerró la puerta a un entendimiento, pero afirmó que están listos para salir “en solitario”. “Me importa poco sacar 0, 3 o 10 procuradores. Lo que quiero es sembrar para cambiar las cosas en Castilla y León”, afirmó en su perfil en X.
No se espera que las convocatorias electorales se sustancien hasta dentro de varios meses, pero hoy por hoy no hay ningún acercamiento hacia pactos que permitan esquivar la penalización de la ley electoral por concurrir separados. En Madrid, las cúpulas de sus organizaciones lo saben.
La candidata Montero no entusiasma entre los votantes de Sumar
La proclamación de Montero como candidata, aunque deberá ser ratificada por las bases del partido antes de las elecciones, no ha alterado la forma de proceder de esta formación. Ella y Belarra se reparten roles y comparten foco mediático, aunque la primera pasa parte de su tiempo entre Bruselas y Estrasburgo, para ejercer como eurodiputada.
El año no ha resultado fácil para la izquierda alternativa, y las encuestas no alimentan su optimismo. El CIS atribuye a Díaz un 7,8% de los votos de convocarse unas generales, y pronostica que Podemos se haría con el 4,4% de los apoyos. Se quedarían a dos décimas del resultado logrado el 23-J, aunque la diferencia en escaños al concurrir separados sería muy superior.
Además, el barómetro de marzo también apunta a que apenas el 3,6% de los españoles prefieren que sea Díaz quien presida el Gobierno, frente al 22,5% que señalan a Pedro Sánchez, el 11,4% que escogen a Alberto Núñez Fejóo y el 24% que optan por “ninguno” de ellos. Un 1,7% escoge a Gabriel Rufián, y sólo un 1% apuesta por Montero, que sí es candidata. El CIS también recoge que un 0,5% de los encuestados preferían a Belarra, y un 0,4% a Iglesias.