Va una idea para José Pablo López y sus muchachos del sóviet agitpropero de RTVE que usted y yo pagamos: en el Gobierno y en el PSOE confluyen varios universos paralelos. Todo sucede a la vez y en todas partes. El argumento puede parecer absurdo, y lo es, pero posee una eficacia imbatible para levantar tramas boqueantes –que pregunten en Marvel– y, además, refuerza tesis esbozadas en declaraciones previas. Recordemos, por ejemplo, el clásico de Carmen Calvo de “el presidente del Gobierno nunca ha dicho que ha visto un delito de rebelión en Cataluña” porque, cuando Sánchez afirmó aquello, todavía no lideraba el Ejecutivo. O, sin ir más lejos, el último hit del yerno de Sabiniano, el de las saunas, sobre José Luis Ábalos: “Desde el punto de vista personal, era un gran desconocido para mí”.
El esperpento se ha visto superado por el sanchismo. Los espejos cóncavos son insuficientes para reflejar el actual sentido trágico de la vida española. Sin embargo, hay todo un multiverso por explotar, una opción irracional –vale, mas, ¿qué importa?– en la que poder encajar, qué sé yo, aquel exclusivón de Artículo 14 que, a principios de noviembre, mostraba a Pilar Alegría y a Paco Salazar almorzando en un restaurante de Chueca, apenas cinco meses después de que elDiario.es desvelara que varias trabajadoras socialistas acusaron de “comportamientos inadecuados” al –cojo carrerilla– exdirector adjunto de la Presidencia del Gobierno, exsecretario general de Planificación Política del Gabinete de la Presidencia y exsecretario general de Coordinación Institucional, con la comparecencia de la propia portavoz del Gobierno de este martes, en la que tildó de “vomitivos” los comentarios y las conductas atribuidas a su compañero de mesa por dos denunciantes –“Salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta que estaba cerca de tu cara (porque tú estabas sentada y él de pie)”, y lindezas del estilo–, y presumió de su “cese fulminante”.
¿Y si no era esta Pilar Alegría la que comió con aquel Paco Salazar? ¿Y si era una intrusa, una polizona de otra realidad? Bulero el que lo niegue.

Sánchez no supo nada, ni Alegría comió con ningún “guarro” (Feijóo dixit), ni la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, ni la secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, se hicieron las longuis. Porque, en verdad, Salazar, Ábalos, Koldo García y el olvidado Tito Berni provienen de realidades paralelas –toma nota, José Pablo–. Al menos, las versiones de estos que hoy conocemos; las pretéritas, las nobles, feministas y derivados, las que inventaron este PSOE –el demostrativo es relevante– y lo apuntalaron, fueron absorbidas por un agujero negro abierto en Ferraz y peregrinan desnortadas por un mundo distinto, sin tiempo ni espacio, en el que no existen las chistorras, las mordidas ni las casas de putas. El Cerdán bueno no ha permanecido cuatro meses y veinte días en prisión provisional, sino su versión del universo U-C3PO-69.G. No es que los “amigos” del jefe del Ejecutivo, los “hombres de entre cuarenta y cincuenta años” que, tal y como declaró en Más de uno en junio de 2023, le transmitieran haberse “sentido incómodos en discursos que se han planteado de confrontación” por la nefasta Irene Montero –recordemos que el contrato de las pulseras antimaltrato, tan lamentablemente conocidas por sus fallos, se firmó durante su etapa en Igualdad–, sean unos presuntos delincuentes de la familia de los suidos. Sucede que estos ciudadanos ejemplares y progresistas que catapultaron al presidente se han visto inexplicablemente sustituidos por sus respectivos equivalentes del universo U-S3Ñ0R0. O algo así.



