Los que pensaban en el PSOE que el comité federal del pasado mes de julio se cerró en falso se ven estos días cargados de razones viendo las carencias de la organización a nivel interno.
El caso Salazar ha dejado al descubierto con toda crudeza la incapacidad del PSOE para gestionar los casos de acoso en el partido y ha puesto en la diana a la secretaria de Organización, Rebeca Torró, a quien de pronto se le acumulan las voces en alto de figuras del partido (Adriana Lastra y Andrea Fernández), que reclaman bastantes más explicaciones y bastante más contundencia.
Torró debía formar parte del proceso de catarsis a la que estaba llamado aquel comité federal del PSOE de hace seis meses. Ella era una de las elegidas por Pedro Sánchez para purificar y liberar a los socialistas de las envilecidas y degeneradas sombras de Santos Cerdán y José Luis Ábalos. Pero una impactante noticia sacudió el inicio de aquel comité federal: Paco Salazar, asesor de gran confianza de Sánchez en Moncloa y quien debía estar en la trastienda de la nueva secretaría de Organización del PSOE, había sido denunciado a nivel interno por acoso.
Una renuncia insuficiente
En aquel momento, la dirección del PSOE optó por la solución más conservadora posible: apartar a Salazar de todos sus cargos y seguir adelante con el resto de planes diseñados en el comité federal. Distintas voces del PSOE temieron que la renuncia de Salazar no fuera suficiente al ver que el equipo de Organización del partido nacía “contaminado”.
Se refirieron así al hecho de que Salazar mantenía una “estrecha relación” con Torró, puesto que habían colaborado políticamente y eran del mismo círculo. Siendo así, es difícil —consideraron— que las militantes socialistas se sientan seguras para denunciar casos de acoso sexual (el camino propuesto por el propio Sánchez al conocerse los testimonios que señalaban a Salazar como acosador).

La inacción del PSOE durante cuatro meses respecto a las denuncias presentadas contra Salazar por acoso ha dejado una enorme herida en el partido, sobre todo entre aquellas feministas que no son de salón, sino de convicción. Todo ese tiempo han estado olvidadas las víctimas por “un fallo” en el buzón anónimo de denuncias.
Torró debía ser la dirigente que propiciara un nueva etapa de mayor credibilidad feminista después de los devastadores episodios de prostitución y lenguaje machista asociados a Ábalos. Era un punto clave del nuevo tiempo en el PSOE. Pero su debut en la secretaría de Organización no ha significado tal cosa.

La secretaria de Igualdad del PSOE, Pilar Bernabé, ha sido quien ha tomado las riendas para evitar rebeldías internas y aplacar los ánimos de las federaciones del partido. Se sabe que el malestar de la reunión de anoche entre Bernabé y el resto de responsables de igualdad del PSOE a nivel territorial fue difícil de contener y que hay convocada otra reunión la semana que viene para seguir con la terapia de shock.
El Instituto de las Mujeres y las Charo
En paralelo a la crisis interna del PSOE por el caso Salazar, el Instituto de las Mujeres, organismo autónomo adscrito al Ministerio de Igualdad, tomó una sorprendente iniciativa. Con semejante panorama presentó el informe Análisis del discurso misógino en redes: una aproximación al uso del término “Charo” en la cultura del odio.
El Instituto de las Mujeres quiso así alertar del auge del término “Charo”, convertido en arma de la “misoginia digital” en España. Según el estudio, “Charo” funciona como un “significante vacío” al que se adhieren estereotipos sexistas: mujer “amargada”, “sola”, “funcionaria”, “pesada” o “activista”.



