Invasión rusa

La cumbre en Alaska consagra el poder de Putin frente a Trump y Europa

El presidente ruso no podría haber deseado un regalo mejor. Tanto peor si los europeos, encabezados por los países bálticos, temen ser los siguientes en el menú del gigante ruso

Alaska
El primer cara a cara entre Trump y Putin desde el inicio de la invasión rusa
KiloyCuarto

Este viernes se espera con impaciencia un tête-à-tête en muchas cancillerías, sobre todo en Europa y especialmente en Kiev. Donald Trump y Vladimir Putin tienen previsto reunirse en Anchorage (Alaska), un estado estadounidense cuyas tierras fueron compradas a los rusos a finales del siglo XIX. El presidente ucraniano Volodimir Zelenski no ha sido invitado, a pesar de que el tema de la reunión es el destino de su país y el posible desenlace del conflicto más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Trump dijo que quería “tantear el terreno” durante este primer cara a cara con el amo del Kremlin desde 1999, que es la continuación de múltiples llamadas telefónicas desde su regreso al poder en enero de 2025. Sin embargo, ante la postura de Rusia, Trump tiene que relativizar lo que está en juego en la reunión de Anchorage. Va a escuchar a Putin durante esta reunión que el presidente ruso ha solicitado, un punto en el que Washington insiste mucho. El objetivo de Donald Trump es salir de Alaska con una mejor comprensión de cómo puede poner fin a esta guerra. Consideró “muy respetuoso” por parte de su homólogo ruso viajar a territorio estadounidense en lugar de ir a Moscú o incluso a un tercer país. Todo ello olvidando que sobre Putin pesa una orden de detención del Tribunal Penal Internacional.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras la videoconferencia
Efe

Sin Ucrania, Anchorage no es una conferencia de paz

Por todo ello, Ucrania teme que la reunión entre Trump y Putin pueda desembocar en un acuerdo que la obligue a ceder partes de su territorio a Rusia. La cumbre, en ausencia de Zelenski, no es evidentemente una conferencia de paz. La cuestión clave para el presidente ucraniano y los europeos es garantizar que Anchorage no se convierta en una especie de Yalta, una reunión en la que las grandes potencias delimiten territorios y zonas de influencia, como la celebrada en febrero de 1945 entre Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética. Pero Donald Trump ha pronosticado que habrá intercambios de territorio, a pesar de que el Ejército ruso ocupa alrededor del 20% del territorio ucraniano. Será más una cuestión de reparto que de paz real.

Los otros actores del conflicto ucraniano no invitados a la cumbre de Anchorage son los europeos. Se ven reducidos a lanzar botellas al mar. En un intento de hacer oír su voz, los líderes de los Veintisiete -menos Hungría- emitieron una declaración conjunta en la que pedían que se diera a los ucranianos “la libertad de decidir su futuro”. “El camino hacia la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania”, recalcaron, en un intento de convencer a Washington de que incluya a Kiev en la primera ronda de negociaciones prevista con Moscú.

La aversión de Trump a la UE no ayuda

Esta exigencia -hasta ahora infructuosa- les concierne igualmente. Mientras el futuro del Viejo Continente se juega a más de 7.000 kilómetros, en suelo americano, los europeos, esenciales para la puesta en marcha de cualquier proceso de paz, han sido relegados al papel de meros observadores. Pero, ¿es tan sorprendente esta bofetada? La aversión del presidente norteamericano hacia la Unión Europea -diseñada, según sus palabras, para “cabrear a Estados Unidos”– no es ningún secreto.

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Los líderes europeos han arropado al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, antes del encuentro entre Trump y Putin
Efe

Tampoco lo es su desprecio por el multilateralismo o las alianzas históricas de Estados Unidos.

Para el nuevo anfitrión de la Casa Blanca, impaciente por poner fin a este conflicto que había prometido resolver en 24 horas, lo único que cuenta hoy es la relación de fuerzas. Una lógica que las cancillerías europeas, aterrorizadas ante la idea de ver al gran hermano americano abandonar la seguridad del continente, temen aceptar. Aunque eso signifique quedarse al margen.

Los gestos de los europeos

Por otro lado, los europeos han intensificado sus gestos de buena voluntad con la esperanza de ganarse las gracias del presidente republicano, como el vertiginoso aumento del gasto militar nacional prometido en la última cumbre de la OTAN en junio, o el compromiso a mediados de julio de varios países europeos de comprar armas estadounidenses para apoyar a Ucrania. Un mes después, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ansiosa por no entrar en un tira y afloja, aceptó un acuerdo comercial más que desigual entre Washington y Bruselas durante una reunión en Escocia a finales de julio.

Países que han reconducido los aranceles en la guerra comercial de Trump
Reunión entre Von der Leyen y Donald Trump
Andrew Harnik

Peor aún, en contra de la posición europea de que las fronteras internacionales nunca deben modificarse por la fuerza, Donald Trump ha declarado que habrá intercambios de territorio. En resumen, un posible “acuerdo” a costa de la integridad territorial de Ucrania y del respeto del derecho internacional. Más de tres años después del inicio de su invasión, Putin no podría haber deseado un regalo mejor. Tanto peor si los europeos, encabezados por los países bálticos, temen ser los siguientes en el menú del gigante ruso. Para Putin, la guerra puede salir muy cara, pero no renunciará a sus exigencias extremas durante la reunión de Alaska. Su obsesión es expulsar a las fuerzas prooccidentales del poder en Kiev.

Foto de archivo, tomada de 2018, del presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin
Efe

Mientras tanto, la cumbre Trump-Putin en Alaska ya es una victoria personal para Putin porque, gracias a esta reunión, ha sacado a Rusia del estatus de Estado paria. Rusia vuelve a tener la apariencia de una gran potencia, al haber sido invitada por otra potencia, si no la más importante, EE UU. Putin no pisaba suelo estadounidense desde 2015, bajo la presidencia de Barack Obama.