La elección de Alaska como sede de la reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin, prevista para este viernes, ha sorprendido a más de uno. Pese a ser el estado más grande de Estados Unidos, separado del resto del país por Canadá, rara vez ocupa titulares internacionales y, por lo general, los líderes mundiales prefieren sobrevolarlo antes que aterrizar en él. Sin embargo, su selección para este encuentro tiene fundamentos tanto históricos como estratégicos.
Proximidad geográfica e historia compartida
La cercanía física es un factor evidente. Estados Unidos y Rusia están separados por apenas 88 kilómetros, distancia que se reduce prácticamente a cero si se tienen en cuenta las islas intermedias. En medio del estrecho de Bering se encuentran las islas Diómedes: una rusa y otra estadounidense, separadas solo por 3,8 kilómetros de agua.
Además, Alaska fue territorio ruso hasta 1867. Ese año, ante dificultades financieras y la carga de defender una posesión tan lejana, Rusia decidió venderla a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares, equivalentes a unos dos centavos por acre. Este vínculo histórico no pasa desapercibido, especialmente porque en los últimos años algunos funcionarios y medios rusos han insinuado reclamaciones simbólicas sobre la región. Kirill Dmitriev, jefe del Fondo Ruso de Inversión Directa y negociador clave para Moscú, llegó a describir Alaska como “un estadounidense de origen ruso”. Incluso en enero de 2024, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, afirmó que Rusia esperaba que Alaska fuera “devuelta en cualquier momento”.
El lapsus de Trump
Aunque Trump no parece tener muy clara toda esta historia, y nos ha dejado un momento curioso en la previa del encuentro. El lunes 11 de agosto, Trump declaró: “Voy a ver a Putin. Voy a Rusia el viernes”, confundiendo la ubicación real de la cumbre. Pese a que se trató de un evidente lapsus, la frase llamó la atención.
Trump: "I'm going to see Putin. I'm going to Russia on Friday."
Trump is going to Alaska on Friday — which has not been part of Russia since 1867. pic.twitter.com/3tx74GzhVt
— The Bulwark (@BulwarkOnline) August 11, 2025
Seguridad para Putin
Uno de los motivos prácticos para elegir Alaska es que, a diferencia de sedes europeas, Putin no corre el riesgo de ser arrestado por la orden emitida por la Corte Penal Internacional, dado que Estados Unidos no reconoce la jurisdicción de este tribunal. El estado ofrece así un entorno seguro en suelo estadounidense y sin países hostiles que sobrevolar en el trayecto.
Aun así, no es un destino sencillo para ninguno de los dos líderes. Desde Moscú a Anchorage el vuelo dura unas nueve horas, y desde Washington D.C. poco menos de ocho. Este carácter de “inconveniencia mutua” sugiere que la decisión se basa en factores más amplios: la ubicación remota, lejos de Ucrania y de sus aliados europeos, puede facilitar conversaciones más privadas y menos presionadas por la presencia de terceros.
El asesor de asuntos exteriores de Putin, Yuri Ushakov, calificó Alaska como un lugar “totalmente lógico”, señalando que “parece bastante lógico para nuestra delegación simplemente volar sobre el estrecho de Bering y que una cumbre tan importante y esperada de los líderes de los dos países se celebre en Alaska”.

Un objetivo: la guerra en Ucrania
El contexto del encuentro es la búsqueda de un fin a la guerra en Ucrania. Trump, que durante su campaña aseguró que podría poner fin al conflicto en 24 horas de llegar a la Casa Blanca, ha estado presionando para lograr un alto el fuego. Sin embargo, tres rondas de conversaciones entre Rusia y Ucrania este verano, promovidas por él, no han acercado posiciones.
Frustrado por la falta de avances, Trump impuso un plazo hasta el 8 de agosto para que Rusia aceptara un alto el fuego o enfrentara sanciones más severas. Ese mismo día anunció que se reuniría con Putin el 15 de agosto. Según el presidente estadounidense, el objetivo es alcanzar un acuerdo “para detener la matanza” que estaría “muy cerca” de concretarse.
Las concesiones que Ucrania no quiere hacer
Sin embargo, las posiciones siguen enfrentadas. Ucrania rechaza de plano ceder territorios, en especial Crimea, ocupada ilegalmente por Rusia en 2014, y las regiones de Donetsk y Luhansk, bajo control ruso en gran parte. Zelensky fue tajante: “No hay nada de qué hablar aquí. Esto va en contra de nuestra constitución”. Por su parte, Putin mantiene su exigencia de que Ucrania adopte la neutralidad, limite el tamaño de su Ejército y reconozca la anexión de los territorios que controla.
Fuentes citadas por medios estadounidenses han señalado que la Administración Trump ha sondeado a líderes europeos sobre un posible acuerdo que permitiría a Rusia quedarse con Crimea y el Donbás, a cambio de devolver Jersón y Zaporiyia. Trump ha resumido esta idea diciendo: “Habrá algún intercambio de territorios para el beneficio de ambos”. El vicepresidente JD Vance reconoció que “no va a hacer feliz a nadie”, pero defendió que “la forma de lograr la paz es tener un líder decisivo que siente a la gente y los obligue a llegar a un acuerdo”.

Un precedente de reuniones en climas frío
El simbolismo geográfico no es nuevo en las cumbres entre Washington y Moscú. La historia reciente recuerda encuentros en ciudades frías y estratégicamente ubicadas, como la cumbre de Helsinki en 2018, cuando Trump y Putin coincidieron en que el ruso era más fiable que los propios servicios de inteligencia estadounidenses respecto a la injerencia electoral. O la de Reikiavik en 1986, donde Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov discutieron sobre la eliminación de armas nucleares, sin llegar a un acuerdo final.
En este sentido, Alaska se inscribe en una tradición de sedes alejadas y climáticamente exigentes. No obstante, la última vez que el estado fue escenario de un evento diplomático de alto nivel fue en marzo de 2021, cuando la administración de Joe Biden se reunió en Anchorage con representantes de China, en un encuentro que derivó rápidamente en tensiones y acusaciones de “condescendencia e hipocresía”.
A pesar del tono optimista de Trump, pocos analistas ven probable que la cita produzca un cese inmediato de las hostilidades. La guerra sigue librándose con intensidad, con bombardeos rusos sobre ciudades ucranianas y sin señales de concesiones sustanciales por parte de Moscú o Kiev. Para Putin, el verdadero interés de la reunión podría estar en discutir sanciones, comercio y la influencia de la OTAN, temas que trascienden la crisis ucraniana.