Por qué cambiar la baja por nacimiento romperá el modelo de ‘padres ayudantes’

Cristina Castellanos Serrano, profesora de Economía Aplicada en la UNED, analiza la necesidad de reformular algunas políticas para romper el sesgo de género en los cuidados familiares: el 85% de las excedencias son de mujeres

La brecha de género sigue presente en el cuidado de los hijos y familiares y, de momento, es una espiral difícil de romper. Por el contrario, la equiparación de los permisos por nacimiento entre hombres y mujeres a 16 semanas constituye un avance frente a uno de los grandes lastres profesionales: la maternidad.

En Artículo 14, profundizamos en esta realidad con Cristina Castellanos Serrano, profesora de Economía Aplicada en la UNED e investigadora especializada en la incorporación de la perspectiva de género en el diseño y evaluación de políticas públicas. Partimos de los últimos datos de la Seguridad Social.

En 2024, se solicitaron 53.471 excedencias laborales para cuidados, un 2,4% menos que el año anterior, según los datos de la Seguridad Social. Casi el 85% (84,4%) de estas correspondieron a mujeres. Es decir, más de 45.100 trabajadoras optaron por dejar temporalmente su trabajo ante lo que consideraron una responsabilidad familiar frente a los 8.300 hombres (15,6%).

Nacimientos

Una brecha más acentuada era la norma hace una década. Entonces, el 98% de las mujeres asumían los permisos por maternidad. Este no era cosa de hombres, en 2014, apenas fue solicitado por 5.000 hombres frente a cerca de 284.000 mujeres. Diez años después, los hombres son mayoría en el disfrute de la prestación por nacimiento y cuidado de menor, que es como ahora se llama. En total, se concedieron 473.501 prestaciones, de las que 222.784 correspondieron a las madres (generalmente el primer progenitor) y 250.717, a los padres (segundo progenitor).

El gasto asociado a esta prestación entre enero y diciembre de 2024 fue de 3.613 millones de euros, un 5,6% más que un año antes. En 2014, el gasto en permisos de maternidad representaba menos del 44% de esta cifra (1.586 millones). La duración media de las prestaciones por nacimiento y cuidado de menor, activas entre enero y diciembre de 2024, fue de 102,7 días para las mujeres y 92,5 días para los hombres.

La visión experta

– ¿Qué medidas serían imprescindibles para lograr la corresponsabilidad en los cuidados de familiares? ¿Cómo se puede incentivar?

Es imprescindible apoyar el cambio para que los hombres cuiden más, como grupo, y de forma masiva y autónoma. Que los hombres asuman que el cuidado como una parte relevante de su vida y de sus responsabilidades. Un momento muy propicio es cuando van convertirse en padre, porque se forjan vínculos afectivos muy fuertes y se sientan las bases de unas pautas de comportamiento para toda la vida. Si, en ese momento, los padres empiezan a ser los principales responsables del cuidado mientras las madres vuelven al mercado de trabajo, se estará trabajando por la corresponsabilidad.

La medida clave que incentiva ese cambio es que hombres y mujeres tengan los mismos permisos parentales, que estos sean remunerados al 100% e intransferibles y que se fomente que se usen de forma alterna. Para incentivar este uso sucesivo, normalmente primero la madre y luego el padre, en España sería suficiente con reducir la obligación de usar simultáneamente los permisos por nacimiento y cuidado del menor de seis semanas a dos. Además, de garantizar que el resto de semanas se puedan usar cuando el padre o la madre las necesiten para cuidar de su bebé en el primer año de vida.

Esta es la forma de romper la espiral. No será ni hoy ni mañana cuando lo veamos. Pero estás plantando semillas, tanto en los propios padres y madres, como en las futuras generaciones, para que la corresponsabilidad florezca.

Políticas públicas

Por supuesto, esta mejora del diseño debe ir acompañada de otras políticas públicas que garanticen no solo la corresponsabilidad de los hombres, sino también del Estado. La universalización de la educación infantil hasta los tres años y de los servicios de atención a la dependencia son esenciales, así como jornadas laborales más cortas y un sistema fiscal y de prestaciones que tenga en cuenta las necesidades de cuidado. El cuidado es algo que va más allá del ámbito familiar, es un bien público como la salud o la educación.

– ¿Cómo valoras la diferencia en cuanto a consideración de cotización efectiva de las excedencias por cuidados, en función de si son menores (tres años) o familiares (un año)? ¿Deberían equipararse?

La consideración de cotización efectiva que se genera por las excedencias es una forma de poner una tirita a una herida grande, grave y que sangra. Es una herida que no está limpia. No está solucionando las causas del problema ni se está cubriendo el problema existente. Las menores pensiones de las mujeres no se arreglarán con este parche. Se necesitaría un cambio estructural del sistema de pensiones que tenga en cuenta las condiciones laborales diferentes de mujeres y hombres a lo largo de todo el ciclo vital y profesional. Y, sobre todo, se necesita que cambien esos condicionantes distintos mientras están en el mercado de trabajo.

Igualdad

Si hombres y mujeres cuidaran por igual, se plantearía un sistema de pensiones y de servicios públicos de cuidado para que todas las personas reciban pensiones dignas tras el trabajo remunerado hecho a lo largo de su vida que ha sido compatible con el cuidado. Cuanto más larga es la salida del mercado de trabajo, menos posibilidades hay de volver. Y las excedencias de tres años tienen menor protección que las de un año. Esa cotización efectiva de tres años puede ser una trampa para muchas mujeres y un incentivo a que salgan del mercado de trabajo, no ya tres años, sino muchos más.

Considero que es muy urgente hacer políticas para que las excedencias no sean necesarias durante tres años en el futuro y que la consideración de cotización efectiva pueda ser una medida transitoria mientras se arregla el problema de base, la división sexual del trabajo y la falta de servicios de educación y cuidado.

Coste eficiente

– El coste a la Seguridad Social de las prestaciones por nacimiento y cuidado del menor creció un 5,6% en 2023, hasta 3.613 millones de euros. Son mil millones más que en 2014, con prestaciones de maternidad. ¿Es rentable?

Es muy rentable apostar por la corresponsabilidad, pero se puede hacer de forma más eficiente. La corresponsabilidad es una condición necesaria para la igualdad de género, y esta trae un incremento muy significativo de eficiencia económica y justicia social. Sin embargo, este aumento del presupuesto en prestaciones por permisos de paternidad y maternidad podría haber sido mucho más eficiente.

En 2014, eran prácticamente inexistente los padres que cuidaban solos. Hoy son entre el 15% y el 20% de los padres que cuidan solos y solo extienden el cuidado de los bebés en unas diez semanas. Más de la mitad de los padres que usan los permisos, lo hacen a la vez que las madres y se convierten en ‘padres ayudantes’. Esto supone mayor implicación que la de padres ausentes o poco presentes, pero el cambio podría haber sido mucho mayor.

Padres autónomos

Con este mismo aumento de presupuesto, si se cambiara el diseño de los permisos, se podría conseguir que prácticamente todos los padres que tienen acceso a los permisos cuidaran de sus bebés solos casi cuatro meses. Esto sí supondría una mayoría social, una mayoría de hombres cuidando por un periodo significativo de forma autónoma. Esto facilitaría enormemente que cuidar pasara a formar parte integral del rol masculino, igual que hoy trabajar de forma remunerada está ampliamente integrado en el rol femenino.

Con estos 3.600 millones, o con lo que se necesite para ampliar el permiso a 20 semanas, es necesario ser más exigentes. Es necesario que el presupuesto público se use de la forma más eficiente posible, también el dedicado a los cuidados. Ahora ya hay amplia evidencia, el cambio de diseño hacía unos permisos igualitarios usados de forma sucesiva en lugar de simultánea podría hacer que el presupuesto usado en permisos por nacimiento fuera mucho más eficiente para avanzar hacia la igualdad de género en el hogar, en el mercado de trabajo y en la mejora del bienestar infantil.