En el corazón de Málaga, muy cerca de la Alameda Principal, se encuentra uno de los rincones más emblemáticos de la ciudad: la Antigua Casa de Guardia, considerada el bar más antiguo de la capital malagueña.
Este establecimiento abrió sus puertas en 1840, de la mano de José de la Guardia, y desde entonces se ha mantenido como un referente para los amantes del vino y de las tradiciones.
Una taberna con historia viva
Pisar la Casa de Guardia es como retroceder en el tiempo. El local conserva su estética original: una barra larga de madera, enormes barriles repletos de vino alineados detrás, y un ambiente animado donde la cuenta todavía se apunta con tiza directamente sobre la barra. Aquí no hay sillas ni mesas: todo se disfruta de pie, como se hacía antaño.
Durante los fines de semana y en días festivos, especialmente en la hora del aperitivo, el local se llena de malagueños y turistas que se agrupan alrededor de la barra para saborear un vaso de vino dulce o un vermut, acompañado de alguna tapa sencilla. El bullicio y la autenticidad del ambiente son parte del encanto que ha mantenido vivo este lugar durante más de siglo y medio.
Vinos dulces con sello malagueño
El alma de la taberna es, sin duda, su vino. La Antigua Casa de Guardia es también una pequeña bodega urbana que elabora y sirve sus propios vinos, principalmente a partir de uvas Moscatel y Pedro Ximénez cultivadas en los Montes de Málaga. Entre sus especialidades más reconocidas están el Pajarete 1908, galardonado en múltiples ocasiones, el Moscatel Guardia o el Verdiales Seco, todos servidos directamente desde los toneles a la copa.
Además, su vermut casero se ha ganado un lugar especial entre los habituales, convirtiéndose en una bebida imprescindible para quienes buscan una experiencia tradicional malagueña con sabor auténtico.
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Tapas sencillas pero sabrosas
Aunque el vino es el protagonista, la taberna también ofrece una selección de tapas frías que completan la experiencia. Conservas, encurtidos y mariscos frescos, como gambas cocidas, mejillones al vapor, conchas finas (la almeja típica de Málaga), banderillas y embutidos regionales, se exhiben en una vitrina central desde donde se piden y pagan por separado.

Este sistema, que mantiene la esencia de las tabernas tradicionales, permite elegir al gusto entre bocados sencillos y sabrosos que maridan a la perfección con los vinos de la casa.
La Antigua Casa de Guardia no es solo un bar: es una institución de la ciudad, una reliquia viva que sigue resistiendo al paso del tiempo con la fuerza de la tradición y el aroma inconfundible de sus vinos. Un lugar imprescindible para quien quiera saborear el verdadero espíritu de Málaga.