EXTREMADURA

Este pueblo es el secreto mejor guardado de Cáceres: un paraíso del aceite muy cerca de la capital

Apenas a poco más de una hora y en la provincia de Cáceres, está Robledillo de Gata, un paraíso por descubrir donde el aceite es una religión

Robledillo de Gata, en Cáceres
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En el norte de la provincia de Cáceres, enclavado en plena Sierra de Gata y rodeado de vegetación exuberante, se encuentra Robledillo de Gata, un pequeño y desconocido municipio que parece resistirse al paso del tiempo. Con menos de un centenar de habitantes y una arquitectura popular intacta, este rincón escondido de Extremadura no solo es uno de los pueblos más bonitos del país, sino también uno de los grandes referentes del patrimonio rural ligado al aceite de oliva.

A apenas una hora y media de la capital cacereña, Robledillo de Gata se revela como un paraíso, con sabor a tradición y olor a aceite recién molido, donde la naturaleza y la historia conviven en armonía. Su encanto va más allá del paisaje: en sus piedras, en sus tejados, en sus lugares y en las antiguas almazaras que aún cuentan cómo se vivía en otros tiempos.

Robledillo de Gata, en Cáceres
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Entre calles de pizarra y madera

Caminar por las calles de Robledillo de Gata es sumergirse en una postal de la arquitectura popular extremeña. Declarado Bien de Interés Cultural como Conjunto Histórico, este pueblo ha conservado intacta su esencia rural. Las casas de adobe, piedra y madera de castaño, cubiertas con tejados oscuros de pizarra, se alzan en calles estrechas donde apenas entra la luz del sol. Algunas de ellas se asoman a pasadizos en sombra, otras se apoyan sobre estructuras elevadas, creando un trazado laberíntico que sorprende y fascina al visitante.

Es precisamente este respeto por lo auténtico lo que ha llevado a incluir a Robledillo en la red de “Los pueblos más bonitos de España”, aunque su fama todavía no ha alcanzado al turismo masivo, lo que refuerza su carácter de secreto bien guardado.

Aceite, río y memoria: un legado agrícola que sigue vivo

Si hay un producto que define la historia y la identidad de Robledillo de Gata, ese es el aceite de oliva. Durante siglos, la economía de este municipio ha girado en torno a la olivicultura y la producción artesanal del oro líquido, gracias a la riqueza natural de la zona y a la sabiduría heredada de generaciones de almazareros.

Este vínculo se conserva vivo en el Museo del Aceite, uno de los espacios más emblemáticos del pueblo. Ubicado en un antiguo molino restaurado, el museo permite conocer todo el proceso tradicional de elaboración del aceite, desde la recogida de la aceituna hasta su molturación y decantado. A través de sus salas, se puede entender el papel fundamental que tuvo este alimento no solo en la cocina local, sino en la forma de vida, el comercio y la cultura de la zona.

Aún hoy, en los olivares cercanos y en las pequeñas producciones artesanas, se mantiene una relación respetuosa con la tierra y sus frutos, lo que ha convertido a Robledillo en una referencia del turismo oleícola en Extremadura.

Naturaleza, silencio y rutas junto al agua

Pero Robledillo de Gata no vive solo de su aceite y su arquitectura. El pueblo se asienta a orillas del río Árrago, cuyas aguas limpias dibujan cascadas, pozas y saltos entre las casas, creando un entorno idílico. Pequeños puentes de madera cruzan el cauce, y numerosas rutas de senderismo permiten adentrarse en los bosques que rodean el pueblo, entre robles, alcornoques y castaños.

La cascada del Árrago, visible desde el propio núcleo urbano, es uno de los rincones más fotografiados, y en verano, sus aguas ofrecen un refugio fresco y natural para quienes huyen del calor. La zona también es ideal para la observación de aves, paseos fotográficos o simplemente para desconectar en silencio.

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