París se detuvo unos instantes cuando Meghan Markle apareció en el desfile de Balenciaga durante la Semana de la Moda. Era su primera vez en la cita parisina, y su aparición no pasó inadvertida. La duquesa de Sussex acudió al show de Pierpaolo Piccioli, nuevo director creativo de la firma, con un estilismo que resumía a la perfección su forma de entender la moda: precisa y sin concesiones.
Su elección fue impecable. Un conjunto completamente blanco, formado por una camisa fluida y un pantalón ancho, ambos de líneas puras y tejidos con movimiento. Sobre ellos, una capa drapeada de corte escultural que aportaba volumen y carácter sin necesidad de ornamentos. ¿El resultado? Apostar por un minimalismo que no busca llamar la atención, pero la consigue de inmediato.
En contraste, los accesorios fueron en negro absoluto: unos salones de punta afilada y un bolso de mano de estructura firme. El blanco y el negro, en equilibrio, proyectaban una imagen contenida pero poderosa, muy en sintonía con la nueva dirección estética de Balenciaga, que apuesta por la elegancia sobria frente al exceso. La duquesa se mantuvo fiel a su estilo habitual: moño bajo pulido, raya al medio, maquillaje natural y piel luminosa.
Dentro del armario de Meghan: las claves del conjunto más comentado de París
El conjunto completo pertenece a la colección Balenciaga Primavera-Verano 2025, diseñada por Pierpaolo Piccioli, que se inspira en la arquitectura de líneas puras y el volumen escultórico. La camisa y el pantalón, confeccionados en seda italiana con caída natural, son parte del look 12 de la colección. La capa drapeada, una de las piezas más destacadas del desfile, está realizada en crepé de viscosa con estructura interna para mantener su forma y movimiento.
Los zapatos negros, unos Knife pumps de punta afilada, también son de Balenciaga, reinterpretados en napa mate. El bolso de mano estructurado, modelo Hourglass Small, completa el estilismo con el mismo tono negro intenso. Para maquillaje y peinado, confió en su equipo habitual de Los Ángeles: Kelsey Deenihan en el maquillaje y George Northwood en el peinado, fieles a la naturalidad y precisión que caracterizan su imagen pública.
Su aparición tiene una lectura más amplia. Meghan eligió París y Balenciaga, símbolos de la alta costura y del poder del diseño, para firmar un regreso medido al escaparate internacional. No necesitó discursos ni gestos grandilocuentes; su presencia, discreta y calculada, fue suficiente para marcar el tono.
Más tarde, Meghan Markle cambió el blanco por un total look negro, reinterpretando la misma fórmula con un aire más nocturno. El vestido largo con capa añadía dramatismo sin romper la coherencia visual. Dos versiones de un mismo concepto que reflejan cómo una misma silueta puede adaptarse al contexto con pequeños matices.
Si quieres replicar su estilo, la clave está en la pureza de las formas y en la calidad de los materiales. Busca camisas con buena estructura, pantalones amplios que caigan bien y una capa ligera que aporte movimiento. Añade accesorios oscuros y un peinado limpio…, la fuerza del look está en la coherencia.