MODA

Glenn Martens en Maison Margiela, el nuevo guardián del enigma

Tras revitalizar Diesel y transformar Y/Project en un referente de la vanguardia contemporánea, toma las riendas con la misión de mantener el misterio y la irreverencia de la firma sin perder de vista el mercado. Porque en la moda, como en la vida, todo es un juego entre la memoria y el futuro

Fotografía: @Noorunisa

La moda tiene algo de novela negra. Uno se pasa el día intentando encontrar pistas, reconstruir el crimen, adivinar quién es el asesino o, mejor dicho, quién mató el buen gusto, qué diseñador lo resucitó y cuándo fue exactamente que dejamos de sorprendernos. Y en este thriller de alta costura, pocas casas han sabido jugar tan bien con la intriga como Maison Margiela, esa firma donde los diseñadores entran y salen como espectros y donde el anonimato es tan importante como el patronaje. Ahora, la historia da un nuevo giro: Glenn Martens, el hombre que convirtió Diesel en un éxito de crítica y recuperó el prestigio de Y/Project, ha sido nombrado director creativo de la maison.

El movimiento tiene lógica. Martens es belga, como Martin Margiela, y viene de la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, cuna de los diseñadores que en los 80 y 90 lo cambiaron todo. No es nuevo en la casa: en 2008 trabajó en la línea de prêt-à-porter femenino, y su obsesión por la deconstrucción, el volumen y las siluetas imposibles lo han convertido en un candidato natural para llevar el timón de una marca donde nada es lo que parece.

De Y/Project a Margiela: el arte de la transformación

Lo interesante de Martens es su capacidad para hacer que lo imposible parezca natural. En Y/Project, tomó el ADN deconstruido de Margiela y lo llevó a otro nivel: botas que parecían vaqueros, jerséis que se convertían en vestidos, sudaderas con volumen arquitectónico. En Diesel, en cambio, trabajó con un enfoque más comercial sin perder identidad: su habilidad para modernizar el denim, el cuero y la sastrería hizo que la firma volviera a la conversación global.

Ahora, el reto es otro. Maison Margiela no es Diesel ni Y/Project, y la marca vive de una fina línea entre el lujo, el arte y el misterio. Su predecesor, John Galliano, convirtió la firma en una especie de cabaret conceptual, con colecciones teatrales donde las modelos parecían personajes de una novela gótica. Martens tendrá que decidir hasta qué punto quiere continuar con esa visión o recuperar algo del minimalismo de los inicios.

¿Qué podemos esperar de Martens en Margiela?

No hay certezas, pero hay pistas. Si algo ha demostrado Martens es que sabe darle la vuelta a los clásicos sin hacerlos irreconocibles. En Margiela, eso significa que podemos esperar nuevas interpretaciones de los tabis, una sastrería exagerada, piezas desmontables y un enfoque fresco sobre la relación entre moda y arte.

Gleen Martens / EFE

En el mundo de la moda, donde la nostalgia vende tanto como la innovación, Martens tiene el reto de mantener el espíritu de Margiela sin convertir la marca en un museo de sí misma. Porque si algo define a esta maison es que su mejor truco siempre ha sido el mismo: desaparecer justo cuando crees que la has entendido. Ahora, con Glenn Martens al mando, la historia vuelve a empezar. Y todos estamos esperando el primer capítulo.

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