La noche de este sábado, Kris Jenner celebró su 70º cumpleaños con una fiesta que ya se considera uno de los eventos más deslumbrantes del año. El escenario fue la mansión de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, en Beverly Hills, convertida para la ocasión en un set de película de James Bond: coches clásicos, luces doradas, cócteles con nombres de agentes secretos y un dress code de gala que impuso el máximo nivel de elegancia.
Entre el desfile de celebrities –Adele, Mariah Carey, Oprah Winfrey, Kim Kardashian, Kylie Jenner y hasta Bill Gates– hubo una pareja que acaparó más flashes que nadie: el príncipe Harry y Meghan Markle. La duquesa de Sussex apostó por un impecable look negro con falda larga y abertura lateral, tacones de aguja y un bolso de terciopelo.
Harry, por su parte, lució un esmoquin clásico con pajarita negra, pero lo que más llamó la atención fue el pequeño detalle en su solapa: una amapola roja, símbolo del Remembrance Day británico. En una noche de lujo y luces, ese gesto discreto evocó sus raíces y su respeto por la tradición, a pesar de la distancia con su familia real. Llegaron de la mano, sonriendo, proyectando la imagen de una pareja consolidada, cómoda en su nueva vida lejos del protocolo del palacio.
La presencia de los Sussex no fue casual. Meghan mantiene una relación cordial con Kris Jenner, a quien habría enviado recientemente productos de su marca de estilo de vida, As Ever. Además, su aparición se percibe como un movimiento estratégico; un recordatorio de que siguen siendo figuras clave en el universo mediático global, capaces de combinar el aura real con el brillo de Hollywood.
La propia fiesta, aunque privada, tuvo una puesta en escena digna de una producción televisiva. La temática Bond se reflejó en la decoración con mesas inspiradas en los casinos de Montecarlo y una orquesta en vivo interpretando temas clásicos de la saga. Sin embargo, según fuentes cercanas, el evento no se grabó para el reality familiar, algo inusual en el clan Kardashian.
Mientras tanto, a más de 8.000 kilómetros, la familia real británica participaba en los actos conmemorativos del Remembrance Festival en Londres. La ausencia de Harry fue notoria en los medios británicos.