ESTILO14

Mónaco se tambalea

Operaciones inmobiliarias de dudoso pelaje, la destitución de sus más allegados colaboradores, los gastos exorbitantes de la princesa Charlene… No, Alberto II de Mónaco no pasa por sus mejores momentos

Alberto de Mónaco y Charlene

Dicen que los pequeños detalles son los que engrandecen la existencia. Este mantra muy de manual de autoayuda podría trasladarse, en modo analogía, a Mónaco. Cómo el segundo Estado más pequeño del mundo (la Ciudad del Vaticano es el primero) ocupa miles y miles de palabras en los medios de comunicación con, digamos, querencia por los cotilleos y escándalos que, a la mayoría de los seres humanos, les importa un bledo. Aunque la verdad es que La Roca, llamada así porque está situado en un peñasco a 62 metros de altura, resulta un filón de habladurías. Rainiero III abraza el trono del principado constitucional en 1949.

Bajo y no muy agraciado (hay quien dice que sí…) contrae matrimonio en 1956 ¡con una estrella de cine! La maravillosa Grace Kelly. Esto ya suscitó rumores, acrecentados con su repentina muerte en 1982 en un accidente de coche. Sobrevivió la acompañante, su hija Estefanía. Todavía hoy, de vez en cuando, sobrevuelan teorías conspirativas al respecto, carnaza. Muy triste (suponemos), Rainiero fallece en abril de 2005. Ese mismo año, un 19 de noviembre, tiene lugar la entronización oficial de Alberto II. Cuentan que el padre, ese-señor-casado-con-una-famosa-actriz, se planteó que el cetro principesco recayera en su hija Carolina, que Alberto era un alfeñique, que incluso tartamudeaba ante la presencia paterna, pero al final…

El príncipe Rainiero de Mónaco y la princesa Grace Kelly saludan desde el balcón de Palacio tras su boda. EFE

Los problemas (de verdad)

La parrafada del principio sirve para barnizar el pasado porque, quien lo olvida, está condenado a enfangar el futuro. Y el presente. A ver. El Principado de Mónaco ocupa 2,02 kilómetros cuadrados, un (como diría una amiga mía) pedo mal tirado. Pero suculento. Es la Riviera francesa, a veinte minutos en coche de Niza, territorio caro, rutilante, un imán para el goce y disfrute de gente con mucho, mucho dinero,cochazos (Lamborghinis), mega yates, hoteles de lujo y el ocio como forma de vida.

Montecarlo, su capital, es aburrida. No conozco su vida nocturna, pero pasear por sus calles y subir a la plaza en la que se alza el Palacio del Príncipe me resultó tedioso. Claro. Por entonces no tenía billetes (ahora sí) para apostar en su célebre Casino, ni para entrar en la Ópera, comprarme una ‘casita’ o encarcelar mis emolumentos en su ex paraíso fiscal (ya no lo es a efectos legales según la UE). Este ecosistema plagado de terrenos urbanísticos jugosos, de contubernios donde los millones de euros circulan a tutiplén es proclive a inversiones alambicadas, telarañas financieras y gastos de, ejem, dudosa transparencia. Y aquí es  los problemas en los que se ha visto envuelto Alberto II de Mónaco.

Alberto y Carolina de Mónaco (EFE)

Los antojos de la ‘reina’

Un poco de Orden. El periódico francés Le Monde acaba de sacar a la luz el contenido de las libretas (cinco), privadas, de Claude Palmero. ¿Quién es este? Ni más ni menos que el contable, durante 20 años, de Alberto II. Apuntaba con pulcritud todos los Haber y Debes en sus diarios. Era su mano derecha. Era, porque fue despedido por su alteza monegasca el año pasado. No se le escapaba ni un mísero euro. Comenzamos por los caprichos de Charlene Wittstock, Princesa de Mónaco, la mujer de Alberto II, ex nadadora, sudafricana, hierática, enemiga de la sonrisa y de sus cuñadas, Estefanía y Carolina. Los papeles de Palmero indican que, en ocho años, se ha pulido unos 15 millones de euros, cifra que sobrepasa su asignación presupuestaria de 7,5 millones. Total, una minucia… 700.000 euros en los fastos por el nacimiento y el bautizo de sus hijos, cantidad que no le pareció suficiente porque pidió 77.000 más. ¿Para? Quien lo sabe. Por los apuntes de Palmero se intuye que la buena de Charlene no declaraba esos fondos. Más. Un millón para imprimir empaque a la decoración de su villa en Calvi (Córcega). Un millón para decorar su despacho. Ya puesta pues oiga, que le voy a ‘regalar’ 786.000 libras esterlinas a mi hermano, Sean Wittstock, que el pobre se quería comprar una casa en Sudáfrica. Charlene contaba con ocho persona a su servicio, y Palmero le comunicó al Príncipe que “la princesa tiene a personas trabajando que no están en regla”. En un veraneo de dos meses en Vila Calvi se le ‘fueron’ algo así como un millón de euros. Vestidos caros, estancia en hoteles de híper lujo, etcétera.

Le Monde indica, como expresa Palmero en sus cuadernos, que Alberto II la tuvo que llamar la atención en más de una ocasión. Y a sus hermanas: la asignación anual de Carolina era de 900.000 euros, y la de Estefanía de unos 800.000. Sin contar que las hermanas empleaban las joyas y cuadros de la corona a su libre albedrío y no, eso no está permitido.

Alberto de Mónaco y Charlene

Y venga a gastar

Los bosquejos de Claude Palmero no tienen desperdicio. Señalan también que los dos hijos ilegítimos de Alberto II, tras ser reconocidos por su alteza, son dignos de hincar el diente al presupuesto de la Casa Real (¿les suena Juego de Tronos?). A Jazmin Grace le tocan 79.000 euros cada tres meses, amén de su apartamento neoyorquino, cuyo valor estimado es de 3 millones de dólares. Su hermano, Alexandre Grimaldi dispone de un seguro antisecuestro y, por supuesto, otra jugosa cantidad trimestral. Ya que estamos… vamos a financiar la boutique de la madre de Alexandre: 350.000 euros. Palmero decidió poner un tope a las tarjetas bancarias de toda la saga familiar. ¡Ah! Se nos olvidaba. Los diarios de Claude subrayan los 258 millones de euros que su alteza tiene repartidos en varios paraísos fiscales. Alberto II de Mónaco ha declarado que esos asuntillos y cuentas que revelan los cuadernos de Claude Palmero solo muestran la realidad desde el punto de vista del propio Palmero, que yo no… El caso es que estos papeles acaban de salir a la luz en Le Monde y el contable y gestor de confianza fue despedido en junio de 2023, al igual que Thierry Lacoste, abogado y amigo íntimo de su alteza. ¿Traición en formato cuaderno de contabilidad por parte de Palmero? ¿Un descuido tipo uy, me he dejado mis cuadernos encima de la mesa de un bistró? (eso se dice…). En fin.

No se vayan, aún hay más

Es una crisis. El paisaje de Mónaco se tambalea, de sus cimientos afloran grietas, las fisuras provocadas por la falta de control de Alberto de sus finanzas. Siempre ha delegado. Le tira más acudir al Baile de la Rosa, dejarse caer por eventos benéficos, galas rimbombantes, viajar, todo menos controlar a los suyos. Viajemos a 2021. Se publican Les Dossiers du Rocher (rocher es roca) en una web anónima: se filtran emails cruzados (unos reales, otros falsos) entre Alberto II y sus fieles asesores. Estos son los ya mentados Claude Palmero y Thierry Lacoste; y Didier Linotte (presidente del Tribunal Supremo) y el jefe de gabinete, Laurent Anselmi.

Les llaman el G4. Los cuatro adujeron que todas las irregularidades financieras y negocios sospechosos eran falsos. El príncipe hizo oídos, y gestos, sordos. No pasa nada. Llega 2023. Unas pesquisas de Bloomberg aluden que Emmanuel Macron le solicitó al príncipe monegasco que ‘ordenara’ sus asuntos. Vale. Alberto II se reúne con el multimillonario Patrice Pastor, opulento hombre de negocios inmobiliarios, cercano al entorno del príncipe, al que llaman El Rey, y la prensa lo apoda ahora como El Pulpo. El que maneja el cotarro urbanístico… algo que choca con los intereses tejidos a lo largo de tanto tiempo por Palmero. Un mes después de esa cita, el G4 es, de una u otra manera, fulminado (Claude aun continúa en litigios por despido improcedente). Linotte se jubila (qué coincidencia). A Anselmi se le recoloca en el típico destino con cero responsabilidades ni influencias, la Académie de la Mer. Un mes más tarde Alberto II, en una entrevista en Le Figaro, acusa a Palmero de corrupción. Este último le demanda por difamación y bla, bla, bla. ¿Fue Pastor el ‘fantasma’ tras ‘Les Dossiers du Rocher’? Lo ha negado. ¿Por qué se destapan ahora los cuadernos de Palmero? Luchas de poder. Millones de euros en la partida. Gastos apabullantes, escandalosos. La ‘pobre’ Charlote. Alberto II nervioso. Dinero… siempre es el dinero.

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