Durante años, Nicole Kidman y Keith Urban representaron el ideal de la pareja que sobrevive al brillo de la fama: pocas declaraciones, gestos discretos y una familia que parecía inquebrantable. Pero hoy ese relato cambia. En un comunicado conjunto, figuras cercanas han confirmado que la actriz y el músico han decidido separarse tras 19 años de matrimonio, aunque el desencuentro lleva gestándose meses.
Las razones no han sido reveladas públicamente, pero la revista People asegura que Kidman estaba intentando preservar la relación a toda costa: “Ella no quería esto”, asegura la fuente. Según el citado medio, la pareja habría estado viviendo en residencias separadas desde comienzos de verano. Urban habría adquirido una casa propia en Nashville, mientras Kidman permanecería con sus hijas y el apoyo de su círculo familiar.
Para comprender lo que se quiebra detrás de esta ruptura, conviene mirar el pulso íntimo de un matrimonio que sobrevivió tempestades públicas. El cantante reconoció en varias ocasiones las sombras que enfrentaron. En concreto, poco después de casarse, admitió que atravesó problemas personales que le llevaron incluso a rehabilitación, y elogió la constancia de su entonces mujer como motor para seguir adelante.
En entrevistas pasadas, Kidman también ha hablado sobre cómo ambos han mantenido el equilibrio entre su “yo” y su “nosotros”, preguntándose constantemente si “esto funcionaba para los dos”.
La separación ha sido dolorosa para ambas partes. En su entorno, la familia Kidman, especialmente su hermana Antonia, ha actuado como sostén emocional. Las hijas de la pareja, Sunday Rose (17) y Faith Margaret (14), también aparecen en el epicentro silencioso de esta transición.
Por ahora, Kidman ha puesto el foco en su carrera como actriz -hace poco concluyó el rodaje de Prácticamente Magia 2 en Londres-, mientras Urban continúa con su gira musical.


