Invasión rusa

Ellas también disparan: las mujeres que sostienen el frente en Ucrania

No son una excepción ni adornos. Son francotiradoras, operadoras de drones, médicas de campaña. Están en primera línea y no piden reconocimiento, solo respeto

Ucrania
Uno de los dibujos de Ruslan muestra a una soldado ucraniana depilándose con su machete reglamentario
Ruslan Pikhota

Ruslan Pikhota no inventa heroínas. Las observa, las acompaña, las dibuja. Desde las trincheras de Járkiv, el soldado ucraniano ha convertido su cuaderno en un archivo vivo de la guerra: mujeres que combaten, que cargan munición, que saltan antes que los hombres. No las idealiza, las reconoce. No las aparta del foco, las devuelve al centro. En su obra, la guerra no es solo cosa de hombres. Es un esfuerzo colectivo donde las mujeres no son víctimas ni símbolos, sino combatientes. Pikhota las dibuja como son: esenciales, valientes, fatigadas. Reales.

El soldado que dibuja en Ucrania

Ruslan Pikhota se muestra orgulloso de su rol como soldado y como defensor de la patria ucraniana. Es un hombre robusto, tranquilo, que se presenta en el GranFest de Prístina ataviado con su uniforme de soldado de las tropas de defensa territorial de Ucrania. Sus condecoraciones las lleva como una extensión del corazón.

Considera que la guerra no ha sido provocada por su patria, sino por los sueños expansionistas imperiales de un personaje oscuro que —según afirma— la historia volverá a condenar, si para entonces seguimos conociendo a la humanidad tal y como la conocemos ahora. Se refiere a Vladimir Putín, que bajo su mando ha pisoteado el derecho internacional atacando a un país soberano y sembrando el terror entre la población civil.

Pikhota ha sido invitado al festival que acerca hasta la capital de Kosovo a los dibujantes más talentosos de la escena europea. Está aquí con su familia: su esposa y uno de sus hijos, que actúa como traductor durante las intervenciones. Él es el encargado de inaugurar las ponencias del festival. En la misma mesa se encuentra el viñetista y periodista gráfico Enrique Flores, una de las figuras más relevantes del mundo de la ilustración en España, con una larga trayectoria en el diario El País.

Del editor al frente

El noble soldado ucraniano, nacido en 1971, se incorporó como voluntario a las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania el 27 de febrero de 2022, apenas tres días después del inicio de la invasión a gran escala por parte de las tropas rusas. Actualmente ejerce como comandante de pelotón en la 113.ª Brigada de Defensa Territorial, adscrita al Ejército regular ucraniano y desplegada en la región de Járkiv, uno de los principales frentes del conflicto en el noreste del país.

Esta es la segunda vez que abandona Ucrania desde el inicio de la guerra: la primera fue durante un permiso de dos semanas; la segunda, para venir a presentar en Kosovo su libro ilustrado. Lo acompañan su esposa y su hijo, quien oficia como traductor durante la entrevista que concede a Artículo14 en uno de los espacios de encuentro de autores lectores más famosos de Prístina, la librería Dukagjini, frente a la estatua de la madre Teresa, en el último día del festival.

Dibujos en la calma

Además de su responsabilidad militar, Ruslan ha ganado reconocimiento como ilustrador. Sus dibujos, realizados durante los escasos momentos de calma en el frente, recogen escenas de la vida cotidiana en las trincheras y se han convertido en una crónica visual de la guerra desde dentro.

Antes de alistarse, trabajaba como editor en una editorial especializada en literatura infantil. Entre 1989 y 2001, Pikhota realizó el servicio militar en Rusia. Hoy lucha contra ese mismo Ejército. Conoce su estructura, su lógica, sus tácticas. “Saber cómo serían defendidos y cómo serían combatidos me ayudó”, reconoce. Pero la herramienta más poderosa que ha empuñado no ha sido un arma: ha sido el boli.

“No dibujo durante la batalla”, aclara. “No tengo tiempo entonces, ni tampoco cabeza. Pero en cuanto puedo, plasmo lo que hemos vivido”. Dibuja lo que ve: la fatiga de los cuerpos, la espera en la lluvia, la destrucción de las ciudades liberadas. “No retrato generales. Dibujo a la infantería común. Gente que no tendrá estatua, pero sostuvo la línea”.

El primer trazo

Todo comenzó el 6 de mayo de 2022, día de la Infantería en Ucrania. Su comandante le pidió diseñar una pegatina conmemorativa. “Hasta entonces no había tenido ocasión ni cabeza para dibujar. Pero aquel encargo me reactivó. Mis compañeros compartieron los dibujos con sus familias, y eso me motivó a continuar”. Desde entonces, no ha parado. Muchos de esos dibujos circularon por redes, otros fueron publicados por el Ministerio de Defensa y algunos se colgaron en las paredes de oficinas públicas.

Mujeres en el frente ucraniano

En Desde las trincheras de Ucrania, su primer libro ilustrado, recoge esos trabajos. La edición inicial en inglés está disponible en Amazon y la traducción al albanés fue presentada en el GranFest de Kosovo. El objetivo, explica, es sencillo: “Mostrar lo que vivimos. Hablar de nuestros esfuerzos, de nuestras pérdidas, de nuestra resistencia. Que los soldados no se sientan olvidados”.

Uno de los ejes centrales de su obra es la figura de la mujer soldado. “En el Ejército ucraniano hay unas 40.000 mujeres”, precisa. “Muchas están en posiciones de fuego real. No en cocinas. No en oficinas. Son operadoras de drones, francotiradoras, médicas de campaña. Hacen exactamente lo mismo que nosotros. A veces, mejor”.

Uno de sus dibujos muestra a una combatiente arrastrando una caja de munición. Tiene el rostro cansado, el uniforme cubierto de barro. “Ella tiene nueve hijos. Seis de ellos también combaten. Cuando ves algo así, sabes que no puedes rendirte”.

Lecciones de coraje

Pikhota recuerda una escena que le marcó: durante los entrenamientos de salto en paracaídas, eran las mujeres quienes saltaban primero. “Nos decían: ‘Si ellas pueden, ustedes también’. Eso se me quedó grabado. Desde entonces, cada vez que pienso en parar, pienso en ellas”.

“No lo hacen por ideología”, añade. “Lo hacen por necesidad. Por dignidad. Por supervivencia”. Sus dibujos reflejan esa normalidad sin artificios. Las mujeres están porque forman parte del engranaje. “No son un apéndice. Son columna vertebral. Llevan artillería, operan en misiones nocturnas. No buscan visibilidad. Solo piden respeto”.

El frente del duelo

También hay otro frente en sus ilustraciones: el del duelo, la pérdida, el vacío. “He perdido a tres hermanos en esta guerra”, dice sin rodeos. “Sé lo que duele. No importa si eres hombre o mujer. Cada pérdida pesa. Cada muerte deja huella”.

Dibuja escenas de madres que esperan, de esposas que entierran, de hijas que callan. “No quiero que eso se olvide. Cuando llegue la paz, esas pequeñas historias pueden desaparecer. Por eso las dibujo. Para que queden”.

Mujeres invencibles

Entre las anécdotas que le marcaron está la de las mujeres mayores de un pueblo cercano a Izium, perteneciente al óblast de Járkiv, en el sureste de Ucrania. Allí, los rusos habían sembrado minas antipersona lanzadas desde el aire. Cuando llegaron los “desminadores” no encontraron ninguna. “Las ancianas las habían recogido y guardado en una cesta. Habían inventado una herramienta para levantarlas. Ahí entendí que nuestro pueblo es invencible”, cuenta.

Dibujar para no olvidar

Pero Pikhota no borra. Dibuja para recordar. “Dibujo para mis compañeros. Para sus familias. Para que sepan que alguien los ve. Que su historia también importa”. Y en Prístina, donde el festival ha reunido a autores de toda Europa, Ruslan Pikhota se despide con serenidad. “Solo hago lo que puedo. Y lo que puedo es dibujar”, dice. Pronto estará de nuevo junto a sus compañeros y compañeras de trincheras, en el frente de Járkiv. Los días de reconocimiento en Kosovo se tornarán grises bajo fuego ruso, entre explosiones de mortero y noches sin tregua. Se marcha con una sonrisa tranquila: “Ojalá volvamos a vernos en España”. Y cuando las balas dejen de silbar, él seguirá ahí, con su cuaderno abierto, dispuesto a ilustrar el horror para que nadie pueda decir que no lo vio.