Análisis
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España se pone en evidencia ante la UE por el apagón ibérico

Apagón
Fotografía de la Gran Vía sin luz este lunes durante el apagón masivo del sistema eléctrico en Madrid
Efe

España, junto con Portugal, forma una isla energética con el resto de Europa. El apagón eléctrico del 28 de abril es un buen ejemplo. Se cree que fue el peor fallo del sistema eléctrico en la historia de España y uno de los peores de Europa en los últimos años, afectando también a Portugal – aunque las autoridades de Lisboa se apresuraron a descartar a Portugal como origen del apagón. Debido a las deficiencias de la red eléctrica española, Francia cortó la interconexión para evitar un efecto dominó en la red francesa e incluso en la europea.

Cinco segundos han bastado para cortocircuitar la red española y, sobre todo, la credibilidad del ente público español de gestión de la electricidad, cuyo director, un ex ministro de Vivienda del Gobierno Zapatero, es incapaz de ofrecer siquiera un principio de explicación sobre las causas y circunstancias de un apagón eléctrico nunca tan masivo en Europa.

Cinco segundos han vuelto a sumir la solvencia del Gobierno de Sánchez en la oscuridad de la incompetencia y la dejadez al trasladar la responsabilidad del apagón a los operadores privados. Incompetencia, porque no ha tomado ninguna medida preventiva a pesar de que, en varias ocasiones (la última en 2024), los operadores de red españoles habían advertido de los riesgos de apagón parcial o total ligados a una alta penetración de generación renovable sin la capacidad técnica necesaria para hacer frente adecuadamente a posibles interrupciones a corto y medio plazo.

La inacción

La incompetencia o dejadez del Gobierno de Sánchez queda patente en el hecho de que nada se ha hecho para establecer un equilibrio entre la aportación de las renovables y las fuentes “tradicionales” de energía eléctrica, como las siete centrales nucleares que los socios del Gobierno quieren cerrar sin proponer alternativas creíbles.

Como país más concienciado con el medio ambiente que la media europea, España ha apostado fuerte por las energías renovables. La capacidad instalada casi se ha duplicado en los últimos cinco años: en 2024, las energías renovables representaban el 56% del mix energético, y el país se ha marcado el objetivo de alcanzar el 81% en 2030. Se trata de un objetivo mucho más ambicioso que el 45% fijado a escala europea.

La cuestión de la red también estará sin duda en el centro del debate en las próximas semanas, puesto que los estudios ya han puesto de manifiesto los límites de la red eléctrica española en un contexto de fuerte crecimiento de las energías renovables. Este rápido crecimiento -necesario para que los países europeos no sólo cumplan sus objetivos climáticos, sino también para alcanzar la soberanía energética– requiere inversiones masivas en interconexiones y tecnologías de almacenamiento. La España de Sánchez está muy lejos de conseguirlo…

Los límites de la gestión gubernamental

Finalmente, cinco segundos confirmaron o revelaron los límites de la gestión gubernamental de una crisis de esta magnitud en el contexto europeo. La primera limitación. Pedro Sánchez fue todo menos demagógico en su deseo de convertir a su país en el campeón de las energías renovables. Pero ¿con qué recursos y qué estrategia, si no es abandonar la energía nuclear? La UE ha reconocido la necesidad imperiosa de mantener la energía nuclear para alcanzar el objetivo de la soberanía energética.

Es más, el Pacto Verde Europeo, que pretende alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, ha sido fuertemente cuestionado desde las elecciones europeas de junio de 2024. Aunque todavía no se conocen los resultados de la encuesta, a escala europea, el apagón español sirve de ejemplo de los posibles efectos negativos de la transición en las economías y países europeos.

Segunda limitación. El abandono de la solidaridad con Portugal. Por su posición geográfica, Portugal se encuentra al final de las interconexiones de la red eléctrica europea. Por lo tanto, depende en gran medida de su vecino español. Sin embargo, ni una palabra de disculpa o explicación del Gobierno Sánchez a los portugueses. Ni el más mínimo gesto de solidaridad ante una crisis compartida. Porque, aunque aún se desconoce la causa -o las causas-, se originó en España. En lugar de proponer la creación conjunta de una comisión de investigación sobre las causas y consecuencias del apagón en los dos países, el Gobierno español busca un culpable -a ser posible un operador privado- limitándose a pedir una auditoría europea además de una comisión de investigación nacional.

Tercera limitación. La falibilidad de la red eléctrica española en el contexto europeo. El gigantesco apagón reveló las debilidades de una red quizá mal preparada para su rápida transición a las energías renovables. En caso de pico de producción, España está mal equipada para gestionar los excedentes. Su capacidad de almacenamiento sigue siendo limitada.

Los socios europeos

Además de estas tres limitaciones a la acción del gobierno español, las consecuencias para la imagen de España en el sector energético europeo son desastrosas. Teresa Ribera, actual vicepresidenta de la Comisión Europea, aprobó el plan de desmantelamiento de las centrales nucleares españolas. Hoy aboga por su reutilización, al igual que varias autoridades regionales españolas.

Alemania se ha dado cuenta y ha paralizado su plan de desmantelamiento, al igual que Italia, que quiere construir nuevas centrales, Polonia e incluso Bélgica, donde se han aprobado dos nuevos reactores bajo la firma de la misma Teresa Ribera. Incompetencia, ignorancia y demagogia marcaron doce horas de parálisis y angustia para millones de personas.