Facebook anunció el cierre definitivo de un grupo público italiano, titulado “Mia Moglie” (Mi esposa), que reunía a casi 32.000 usuarios y en el que se compartían y comentaban fotografías íntimas de mujeres, en muchos casos sin su consentimiento. La decisión se produjo tras numerosas denuncias y responde a la normativa de la plataforma contra la explotación sexual de adultos.
Un portavoz de Meta explicó que “no permitimos contenidos que promocionen la violencia, los abusos o la explotación sexual. Si conocemos contenidos que incitan a la violación podemos deshabilitar los grupos y las cuentas que publican y compartir sus datos con las fuerzas del orden”.
El grupo, creado hace siete años y con 31.885 miembros, se había convertido en un espacio en el que algunos hombres subían imágenes de mujeres —ya fueran sus esposas o parejas, o incluso desconocidas— para ser comentadas por el resto. Parte de ese material, además, incluía imágenes manipuladas con inteligencia artificial.
“Sometidas a una violación virtual”
El escándalo salió a la luz gracias a la escritora y activista Carolina Capria, quien en su perfil de Instagram denunció la existencia de este espacio digital. “Me han informado de un grupo de Facebook con 32.000 usuarios en el que algunos de sus miembros intercambian fotos íntimas de sus propias mujeres para comentar su aspecto y dar voz a sus fantasías sexuales. Mujeres que a menudo no saben que son fotografiadas para ser sometidas a una violación virtual”, alertó.
Su publicación se viralizó en Italia y desencadenó una ola de reacciones. Asociaciones, usuarios y partidos políticos se sumaron a las denuncias, ejerciendo una presión que finalmente obligó a Meta a intervenir.
El Partido Demócrata, principal fuerza de la oposición italiana, fue tajante: pidió acabar con “la tolerancia del sexismo y de la violencia contra las mujeres en la red social”, y advirtió que lo contrario “es complicidad”.
También se pronunció la asociación de consumidores Codacons, que amenazó a Meta con emprender acciones legales si no eliminaba el grupo en un plazo de cinco días, al considerar “simplemente intolerable” su existencia.
Un “supermercado de cuerpos femeninos”
Los contenidos del grupo han sido descritos por activistas y medios como una muestra más de violencia digital contra las mujeres. El diario La Stampa subrayó que su “intento y meta final” era “compartir fotografías de cuerpos y partes de cuerpos de mujeres, y luego comentarlas como se quisiera”.
En su perfil ‘Lhascrittounafemmina’, Capria fue más allá en su análisis sociológico: “Las mujeres siempre han sido la arena en la que los hombres se desafían y miden su virilidad. Mostrar a otro hombre ‘mi’ mujer como una mercancía que puede entregarse pero que sigue siendo poseída establece una jerarquía… Es un juego en el que las mujeres son meramente una mercancía”.
Desde la campaña No Justice No Peace, que recoge testimonios de violencia de género en redes, la denuncia fue igual de contundente: “Más de 32.000 hombres han creado un grupo de Facebook donde comparten fotos íntimas de sus esposas sin consentimiento, buscando aprobación y complicidad en esta violencia”.
En la práctica, el grupo funcionaba como lo que el diario italiano L’Unione Sarda han calificado un “supermercado de cuerpos femeninos”. Fotos tomadas en la vida cotidiana —una mujer en bikini, cocinando o descansando en el sofá— se convertían en material para exhibir y degradar. Los comentarios acompañaban las imágenes con pies de foto como: “Esta es mi esposa”, “¿Qué le harías?”, “Yo sé lo que le haría”.
Pese a este cierre, Capria lamentó que “no significará mucho”, ya que existen grupos similares tanto en Facebook como en otras plataformas, como Telegram. De hecho, apenas horas después del cierre, surgió un nuevo grupo en Italia con el mismo nombre y objetivos, creado por un informático de Turín que incluso utilizó su nombre real para presentarlo, esta vez en modalidad privada.
La facilidad con la que proliferan estas comunidades, visibles y públicas, ha encendido las alarmas sobre la normalización de la violencia machista en internet.
Un problema estructural
El caso ha sido comparado con otros episodios de violencia de género mediados por la tecnología, como el proceso en Francia contra Gisèle Pelicot, violada por decenas de hombres con la complicidad de su marido. En ambos casos, la lógica de la cosificación y la complicidad masculina quedó en evidencia.

Aunque la eliminación del grupo puede considerarse una victoria, es solo un paso en una lucha más amplia contra lo que organizaciones feministas llaman violencia sexual digital o pornografía no consensuada. Como denunció No Justice No Peace: “Esto es un abuso flagrante, pornografía no consensuada y misoginia sistémica”.
El cierre de “Mia Moglie” muestra tanto la capacidad de la presión social para frenar estos espacios como los límites de la acción de las grandes plataformas. Porque el problema no es solo que existan, sino que se reproduzcan casi inmediatamente, alimentados por una cultura que convierte la intimidad de las mujeres en un escenario de dominio y humillación.