El gran reto era la participación. Conseguir llevar a las urnas, en pleno mes de junio y con las playas de Italia comenzando a llenarse, al menos al 50% de los electores, unos 25 millones de italianos e italianas. Las últimas encuestas demostraban que era un reto difícil y los precedentes históricos en cuanto a consultas que, como esta, proponían abolir parcial o totalmente alguna ley, arrojaban poca esperanza. La participación se quedó así, tras el cierre de los colegios electorales a las 15:00 de la tarde del lunes, en un 30%, lejos de superar el porcentaje necesario para validar la consulta.
Las últimas horas han supuesto una lluvia de reacciones políticas. El referéndum había generado en los días precedentes una gran polémica que anteponía al Gobierno de Giorgia Meloni, que había dicho abiertamente que no asistiría al voto e incluso había incentivado el abstencionismo, con la oposición, que veía estas cinco preguntas y la propaganda por el “Sí” como una oportunidad para robar consenso al Ejecutivo de extrema derecha. Esta contraposición había convertido la consulta en la enésima prueba de fuerza para Meloni. De hecho, pocos minutos después de conocerse los resultados, la europarlamentaria del Partido Democratico Pina Picerno describe lo ocurrido como “un enorme regalo a Meloni”.

Derechos laborales y ciudadanía
Desde el Gobierno, de hecho, el presidente del Senado, de Hermanos de Italia, Ignazio La Russa celebra el resultado criticando directamente la estrategia de la izquierda y diciendo que “el campo largo, si alguna vez había nacido, hoy ha muerto definitivamente” refiriéndose a la posible coalición progresista que une los partidos de la oposición. De la misma manera el Ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, critica que se haya usado la consulta para poner en marcha iniciativas políticas, refiriéndose al uso de esta cita con las urnas por parte de la izquierda para relanzar su propuesta en temas de derechos laborales y ciudadanía.
Casi tres años después, Meloni parece intocable
La poca participación respalda la decisión de Giorgia Meloni que, en los días precedentes, había dicho que iría al colegio electoral pero sin votar, alimentando la abstención. Y es esa, la poca participación, la ganadora de esta cita con las urnas y, por consiguiente, la postura de Giorgia Meloni que, una vez más y casi 3 años después de ser elegida como primera ministra sigue pareciendo intocable. Los últimos sondeos, de inicios del mes de junio, confirman la estabilidad de Hermanos de Italia. Si se votase ahora para las generales en el país transalpino el partido de Meloni seguiría siendo el primero, con más de un 30%.

Pero la izquierda, liderada en el Partido Democratico, por Elly Schlein, intenta sacar algo positivo de esta cita que suponía una oportunidad para relanzar una propuesta programática contra el Gobierno de extrema derecha. Schlein echa la culpa a la propaganda de los socios de Ejecutivo a favor de la abstención y dice directamente que han sido víctimas de un “boicot”. “La diferencia entre nosotros y la derecha de Meloni es que nosotros estamos contentos porque 14 millones de personas han ido a votar, mientras ellos se alegran de los que no han ido”, ha dicho la líder de la oposición.

Además, la secretaria del PD destaca que esos 14 millones son más de los que votaron a Meloni en 2022 cuando ganó las elecciones. La idea de la izquierda es explotar esa idea de cara a la próxima cita con las urnas, pero Meloni, por ahora, sigue imbatible.