Tribuna

Israel enciende (de nuevo) la mecha: Oriente Próximo vuelve a temblar

Irán considera que Israel ha vulnerado la legalidad internacional. Ciertamente, la agresión bélica orquestada el viernes constituye una violación de diversos preceptos legales recogidos en la Carta de la ONU

Israel
Dos iraníes lloran durante el funeral de los militares fallecidos en los ataques aéreos israelíes en Khoramabad
Efe

Israel comenzó en la madrugada del viernes una ofensiva militar sin precedentes contra Irán, centrando sus ataques en instalaciones nucleares clave. El objetivo del Ejecutivo israelí es claro: evitar por todos los medios que Teherán desarrolle el armamento nuclear correspondiente. En paralelo, algunas viviendas en las que residían científicos y altos funcionarios iraníes fueron también bombardeadas. Desde entonces, los ataques no han cesado. Es más, el gobierno de Netanyahu ha afirmado que las operaciones durarán el tiempo que sea necesario para acabar con las pretensiones nucleares de su enemigo declarado. Ante esta iracunda actuación del Estado de Israel, la respuesta iraní no se hizo esperar. Poco tiempo después de recibir los primeros e inesperados envites bélicos, optó por lanzar un número considerables de drones. Desde entonces, intensos choques e intercambios armados se mantienen hasta hoy. El balance es alarmante: más de doscientos veinte personas han muerto en el país persa frente a veintitrés israelíes. Como cabe imaginar, las operaciones militares articuladas hasta la fecha tienen –como suele suceder ante este tipo de contextos– a la población civil como la principal damnificada.

Abandono del Tratado de No Proliferación Nuclear

Para comprender el alcance de lo que está aconteciendo en estos momentos, es esencial situar los ataques en su contexto político y diplomático. Así pues, en los días previos a la ofensiva israelí, Irán y Estados Unidos se encontraban inmersos en intensas negociaciones en torno al uso y desarrollo del armamento nuclear iraní. De hecho, estaba previsto que las conversaciones siguieran en Omán durante el fin de semana. Sin embargo, a la luz de los graves acontecimientos, dicho encuentro fue cancelado. Es más, Irán ha solicitado a Estados Unidos que condene la actuación del Gobierno de Netanyahu y ha instado, además, a la comunidad internacional a no permanecer callada ante la injerencia llevada a cabo por Israel en su propio territorio. Este lunes, Teherán ha dado un paso más y ha manifestado su intención de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que incrementa el riesgo de un repunte en la proliferación nuclear; además, de generar –quizá– un inquietante y perverso efecto dominó.

Sea como fuere, la cuestión es que Irán considera que Israel ha vulnerado la legalidad internacional. Ciertamente, la agresión bélica orquestada el pasado viernes por el régimen israelí constituye una violación de diversos preceptos legales recogidos en la Carta de la Organización de Naciones Unidas. En definitiva, su estrategia podría calificarse como un acto de agresión que habilitaría al Estado iraní a defenderse. Consecuentemente, el ataque sufrido le otorga la posibilidad de parapetarse bajo el principio de legítima defensa reconocido en el artículo 51 de la citada Carta, siempre que se ajuste a los parámetros de urgencia, necesidad y proporcionalidad que exige el Derecho Internacional.

Un ataque de carácter preventivo

Israel, por su parte, sostiene que su actuación está justificada, aduciendo que la amenaza que representa Irán le lleva a actuar con carácter preventivo. No obstante, esta interpretación del Derecho Internacional es del todo incorrecta. Su conducta no se encuentra amparada por la legalidad internacional. Tanto Estados Unidos como Israel han defendido, en más de una ocasión, la licitud de articular operaciones militares con carácter previo ante la concurrencia de cierto tipo de amenazas. Así sucedió cuando quiso justificarse la invasión de Irak en el año 2003.

Una imagen de exposición lenta muestra misiles balísticos sobre Jerusalén, el 14 de junio de 2025.
EFE/EPA/ABIR SULTAN

Sin embargo, esta postura no se ajusta a lo que estipulan las normas internacionales. Se trata, en realidad, de una interpretación torticera de la legalidad supranacional que contribuye a desestabilizar una región sujeta a una tremenda presión. Más aún, esta visión sesgada erosiona la autoridad del propio Derecho Internacional, ya de por sí socavada con motivo de la actuación arbitraria de algunos países que ocupan un rol destacado en el Consejo de Seguridad (al poder ejercer su derecho al veto) y que tienen, por tanto, “la llave” -aunque no la voluntad- de intervenir ante situaciones de extrema gravedad. Si en este caso persiste, por un lado, la inacción de algunos de sus miembros bajo la premisa de laissez faire y, por otro lado, se advierte el apoyo de otros a favor de una de las partes beligerantes que –a su vez– los lleve a enemistarse entre sí, estaremos ante un nuevo escollo que complicará aún más las ya tensas relaciones existentes entre Estados poderosos. En todo caso, la falta de unanimidad en el citado Consejo de Seguridad contribuye, en última instancia, a intensificar la fricción entre los actores involucrados, abriendo la puerta a una escalada militar cada vez más profunda e imprevisible.

Mujeres iraníes participan durante una protesta contra los ataques aéreos israelíes en Teherán
EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH

Como ya advirtió Stefan Zweig, los conflictos bélicos no siempre estallan por medio de una decisión deliberada y consciente, sino que a veces son fruto de una acumulación de complicaciones, falta de voluntad política a la hora de prevenirlos o contenerlos, y también de una ceguera colectiva que convierte en inevitable lo que pudo haberse evitado. ¿Será este el comienzo de un nuevo enfrentamiento armado con consecuencias nefastas para una región ya marcada por el conflicto? Es más, ¿corre peligro el frágil orden internacional? Israel ha encendido, de nuevo, la mecha y el mundo observa con atención.

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