La cruzada contra los inmigrantes iniciado por la Administración Trump no da tregua. Esta semana, agentes del departamento de inmigración y aduanas han deportado a tres niñas de 2, 4 y 7 años a Honduras. Las pequeños, que acorde a sus abogados disponen de ciudanía estadounidense, fueron expulsadas del país junto a sus madres. Además, una madre cubana, también deportada a su país de origen, fue separada de su hija de 1 año.
Los nuevos casos ocurren en plena campaña antiinmigración iniciada por la Casa Blanca, que está suscitando el debate sobre si las expulsiones suponen una violación de la Constitución. Las acciones de Trump están colisionando con consideraciones de parte del aparato judicial, como el magistrado federal que consideró “ilegal e inconstitucional” lo que está ocurriendo.
Dos familias rotas
Los abogados de las dos familias involucradas en la deportación de las tres menores aseguran que no se dio opción a las madres de dejar a sus hijas en EE UU antes de ser deportadas. Según la versión de Tom Homan, designado por Trump para rediseñar la política fronteriza del país, las madres si solicitaron que los pequeños fueron expulsados con ellas. La orden del Gobierno parece clara: expulsar incluso a estadounidenses nacidos en familias migrantes.

Acorde a los abogados de las familias, las mujeres fueron arrestadas durante una visita rutinaria al departamento de inmigración. Ni se les dio opción de hablar con sus letrados, ni con sus familiares en su país de origen. En tres días -o menos-, fueron deportadas. Para el Proyecto Nacional de Inmigración (PNI) y otras oenegés defensoras de derechos humanos, la forma en que se deportó a niños que son ciudadanos estadounidenses y a sus madres es un “abuso de poder impactante, aunque cada vez más común”.
Sin opciones
Gracie Willis, integrante del PNI, remarcó que las mujeres no gozaron de la oportunidad de decidir si quedarse o no en Estados Unidos. “No sabemos lo que les dijeron en el departamento de inmigración, pero lo cierto es que no les dieron otra alternativa. No tuvieron más opción que llevarse a sus hijas, a pesar de que hay donantes dispuestos para mantenerlos aquí en EE UU”, explicó Willis.

La menor de 4 años, que sufre un cáncer muy raro, así como la de 7, fueron deportadas a Honduras tan solo un día después de ser arrestadas. En el caso de la otra menor de 2 años, preguntadas emitidas por una juez federal de Lousiana retrasaron la expulsión dos días. En el caso de la niña cuya madre ha sido expatriada a Cuba, abogados del padre insisten en que el hombre priorizaba que la pequeña se quedara en Estados Unidos.
La jueza de Lousiana, Terry Doughty, convocó una audiencia para el 16 de mayo, con el motivo de “mostrar nuestra sospecha de que el gobierno a deportado a un ciudadano estadounidense sin el debido proceso”. La madre deportada, que además está embarazada, fue arrestada también en dependencias del departamento de inmigración en Nueva Orleans.
El horror y el desconcierto de las familias
La jueza llamó a los abogados del gobierno el viernes para hablar con la mujer mientras estaba en el avión, pero le replicaron que era imposible porque “recién había sido liberada en Honduras”. Abogados del padre de la niña de 2 años dijeron que los agentes de inmigración estaban reteniendo a la menor para intentar que su padre se entregara a la Policía.
Las deportaciones de ciudadanos estadounidenses a veces han ocurrido por accidente. Deborah Fleischaker, exfuncionaria de alto rango del departamento de inmigración y aduanas durante la Administración Biden, afirmó que en el pasado se habían producido deportaciones de menores ciudadanos estadounidenses junto con sus padres. Los menores ciudadanos estadounidenses pueden viajar con su padre o madre deportado, si este lo aprueba, según puntualizó.
“Siempre ha ocurrido, pero la discreción es clave”, dijo. “¿Por qué tuvieron que irse estas personas ahora? ¿Por qué no pudieron dedicar más tiempo a revisar y considerar los asuntos de custodia y salud?”, se preguntó Fleischaker. Para los familiares de los deportados, todo se debe a las ordenes que vienen desde arriba.
“Lo que vimos los últimos días es horroroso y desconcertante. Familias han sido destrozadas innecesariamente”, consideró Gracie Willis. Y concluyó: “estas madres no tuvieron la oportunidad de hablar con sus compañeros de crianza para tomar las decisiones que los padres tienen derecho a tomar por sus hijos, las decisiones que millones de padres toman a diario”.