El nombre de Karol Nawrocki ya forma parte de la historia reciente de Polonia. Este domingo, el candidato ultraconservador ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con el 50,89% de los votos, imponiéndose por un estrechísimo margen al liberal Rafal Trzaskowski, quien ha cosechado el 49,11% del apoyo ciudadano.
El triunfo de Karol Nawrocki, con más de 10,6 millones de papeletas a su favor, marca una nueva etapa para la jefatura del Estado y complica el camino del actual Gobierno liderado por Donald Tusk.
Una victoria ajustada pero contundente en términos políticos
La llegada de Karol Nawrocki a la presidencia se produce con una diferencia mínima, del 1,78%, en unas elecciones que han registrado una participación histórica del 71,63%. Esta ajustada victoria recuerda al resultado de los comicios de 2020, cuando Trzaskowski ya se quedó a las puertas del poder frente a Andrzej Duda.
Ahora, el relevo en la presidencia no supone un giro radical, sino más bien una continuidad en la línea política ultraconservadora que ha dominado la jefatura del Estado en la última década.
Apoyado por el partido Ley y Justicia (PiS), Karol Nawrocki ha concentrado su fuerza electoral en las zonas rurales y pequeñas localidades, frente al predominio de Trzaskowski en las grandes ciudades. Este mapa político subraya la profunda fractura ideológica que vive Polonia.
Un perfil emergente: historiador, exboxeador y euroescéptico
Pese a su victoria, Karol Nawrocki es una figura relativamente nueva en la política nacional. A sus 42 años, es historiador de formación y exboxeador amateur. Hasta hace poco dirigía el Instituto de la Memoria Nacional, una institución pública con fuerte carga ideológica donde consolidó un discurso centrado en el nacionalismo, la defensa de la identidad polaca y una narrativa histórica opuesta al consenso liberal europeo.
Karol Nawrocki ha sido descrito por analistas como un dirigente con un fuerte perfil euroescéptico. Durante la campaña mostró reticencias hacia una mayor integración de Ucrania en la OTAN y defendió políticas más restrictivas en materia migratoria. Su cercanía con figuras del entorno de Donald Trump ha sido vista como una señal clara de su orientación internacional.

La llegada de Karol Nawrocki a la presidencia complica notablemente el margen de maniobra del primer ministro Donald Tusk. Como jefe del Estado, Nawrocki podrá vetar leyes, enviar proyectos al Tribunal Constitucional —controlado por jueces nombrados por el PiS— y bloquear nombramientos clave.Esto, en un contexto donde el Gobierno pretendía avanzar en reformas sociales y judiciales, supone un freno importante.
El propio Tusk admitió, tras la primera vuelta, que su coalición había recibido una “tarjeta amarilla” del electorado. La confirmación del triunfo de Karol Nawrocki en la segunda vuelta es interpretada como un nuevo revés para su agenda reformista.