Ya lleva casi cinco meses en el poder, pero aún así Donald Trump no pierde oportunidad de sacudir el tablero político. Ahora lo ha hecho con un anuncio tan mediática como llamativo: reabrirá y ampliará la prisión de Alcatraz, el mítico penal de alta seguridad ubicado en la bahía de San Francisco. La orden, difundida este domingo a través de su red Truth Social, forma parte de un plan más amplio contra el crimen y la inmigración ilegal, y apunta a encerrar allí a “los delincuentes más despiadados y violentos del país”.
La iniciativa, que recuerda la estrategia carcelaria de Nayib Bukele en El Salvador, contará con la colaboración del Departamento de Justicia, el FBI, el Departamento de Prisiones y Seguridad Nacional. Trump busca convertir la célebre isla penitenciaria, de la que se han hecho películas y libros, pero que lleva cerrada desde 1963 y hoy es una atracción turística, en un nuevo emblema de su promesa de “ley y orden”.
“Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha sido un refugio para criminales reincidentes, pandilleros y extranjeros ilegales que solo traen sufrimiento a nuestras comunidades. Eso se terminó. Alcatraz volverá a ser el lugar de donde nadie escapa”, escribió el expresidente con su habitual tono agresivo y en mayúsculas, como acostumbra en sus comunicados.
Recuperar la dureza de antaño
Trump argumentó que el país necesita recuperar la dureza de épocas pasadas. “Antes sabíamos cómo tratar a los delincuentes: los aislábamos del resto de la sociedad y protegíamos a nuestros ciudadanos. Es hora de volver a tomarnos en serio la justicia”. Además, dejó claro que en la nueva Alcatraz no solo habrá asesinos o narcotraficantes, sino también inmigrantes ilegales que, en su opinión, “desestabilizan las calles y alimentan el caos”.
La reapertura no se limitaría a una simple restauración de las viejas instalaciones. Trump quiere una Alcatraz más grande, reforzada y adaptada a un sistema penitenciario que, según él, ha sido debilitado por el “buenismo” judicial y el miedo político. Aunque no se han ofrecido detalles sobre el presupuesto o el calendario de obras, el mensaje es contundente. Y es que el magnate tiene claro que Alcatraz será el símbolo de su cruzada contra la criminalidad y el desorden.
“No permitiremos que jueces cobardes, burócratas temerosos o progresistas blandos nos impidan defender nuestro país. Los estadounidenses merecen vivir sin miedo”, afirmó, al grito típico de: “¡Haremos a América grande otra vez!”.
Un símbolo de Estados Unidos
Alcatraz, también conocida como “La Roca”, funcionó como prisión federal durante 29 años. En ella estuvieron recluidos algunos de los delincuentes más célebres del siglo XX, como Al Capone o “Machine Gun” Kelly. Pero cerró en 1963 debido al alto coste de mantenimiento, pues era tres veces más cara de mantener que otras cárceles. Desde entonces ha sido gestionada por el Servicio de Parques Nacionales como un sitio histórico visitado por millones de turistas.
La decisión de Trump de revivir este icónico presidio se inserta en LA narrativa de recuperación del orden perdido que defendía en su campaña. Un regreso a los “valores fundamentales” que, según él, se han perdido en las últimas décadas. Su discurso gira en torno a una idea de seguridad nacional que mezcla la persecución del crimen con la represión de la inmigración irregular, en un tono cada vez más cercano al modelo autoritario que representa Bukele en El Salvador.