Opinión

Es la nuclear, estúpido

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

El 10 de abril del 2019 organicé en el Parlamento Europeo un evento titulado ‘How to deal with climate change’. El ponente principal era Biorn Lomborg, un científico danés que se hizo muy conocido por su libro ‘El ecologista escéptico’. Como siempre, tuve que vencer toda clase de reticencias de “Ciudadanos Europeos”, grupo que se creó para acoger a diputados de Ciudadanos y de Upyd. La razón de las fricciones: que Lomborg es y era un firme defensor de la energía nuclear. Y, aunque ahora ustedes se hagan cruces y no se lo puedan creer, plantear un acto así en Bruselas hace solo 6 años no era un camino de rosas.

Bjorn Lomborg. Larry MacDougal/Canadian Press

La literatura apocalíptica, el cine de catástrofes, todo ello caló en el imaginario colectivo. Y no digamos en el político: en ciertos partidos el cataclismo tecnológico, la maldición de Ícaro, es una mina de oro (con perdón por lo de “mina”). Pero el lunes, 28 de abril de 2025, ya no se hizo la luz. Vamos, ni el Wifi, ni el teléfono, ni nada. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, al cabo de horas y horas sin aparecer, nos soltó un discurso ominoso, del que resonaron dos palabras: quince gigavatios. Su rostro reflejaba un ultraje. No era para menos. En el mundo de yupis japiflauers en el que vive la izquierda, se había producido un verdadero anti clímax. No hacía demasiados días se felicitaban todos en su gobierno por un récord de energía 100% verde. Y luego todo se hundió. Pero, a ellos, nada puede quitarles la razón: ni energías fósiles ni de fisión del núcleo. Así, Sánchez, con mucho resentimiento y obstinación, nos informó a los ciudadanos de que, a pesar de lo que las malas lenguas de la derecha aseguraban, el problema no tenía nada que ver con la falta de nucleares. Es más, le oímos decir que la culpa en gran parte había sido de ellas.

Y no. Para los expertos es más que una sospecha que fue precisamente una sobredosis de renovables lo que hundió el sistema. Este desastre no fue causado por fenómenos meteorológicos extremos ni desastres naturales, sino por una dependencia peligrosa de unas energías renovables intermitentes e inestables. Irónicamente, España y Portugal han impulsado las fuentes renovables con más fe y empeño que la mayoría de los países. En 2023, la energía solar y eólica produjeron aproximadamente el 40 % de la generación eléctrica de estos países. Antes había una red donde tenían un papel importante, lo que llaman “máquinas pesadas en rotación”. Son las centrales de carbón, turbinas de gas o reactores nucleares de toda la vida.

Siempre hay perturbaciones, y algunas no pequeñas, como en casos de circunstancias meteorológicas serias. Pero la inercia física del sistema tradicional puede tratar con ellas, puede absorberlas. Son como amortiguadores que estabilizan los sobresaltos de la red. El problema viene, según esos expertos, cuando la parrilla está dominada por renovables como la energía solar o la eólica, donde esa inercia de la que hablamos casi no existe. Es la que había unos días antes: 46% eólica, 27% solar, 23% hidráulica y un 4% de otras renovables. Bonito, pero de una fragilidad espeluznante.

España es puntera en tecnologías verdes y tenemos una gran suerte con nuestro clima. Pero un poco de prudencia sí nos ha faltado. Sobre todo a este gobierno del PSOE con sus ministerios rimbombantes de “transición energética”. ¿Transición a dónde? Para su anterior ministra, Teresa Ribera, a un buen puesto en Bruselas, desde donde predica, por cierto, cosas más responsables. Pero aquí hemos transicionado al apagón. Ese que decían que no ocurriría, y ya ven. Es que la física es simple: si no contamos con fuentes de energía de respaldo y amplias soluciones de almacenamiento, esto no funciona. Nos quedaremos otra vez a oscuras y, cuando eso pase, la limitada capacidad de interconexión con los países vecinos no nos va a ayudar, como esta vez. Con un mero 5% de capacidad de interconexión, en comparación con el 15% recomendado, en España y Portugal nos quedamos aislados.

Lo único bueno, por buscar algo, es que todo sucedió en el día más adecuado. Ni demasiado frío ni demasiado calor. Con una ciudadanía que es, en general, paciente y solidaria. Por lo menos, el primer día. Pero no juguemos más. Si hay un ámbito donde la ideología estorba y se requieren políticas basadas en la evidencia, o las pruebas, es la energética. Los políticos pijoprogres como Sánchez no encajan en este siglo XXI.