Opinión

El síndrome del avestruz

Pedro Sánchez - Política
María Dabán
Actualizado: h
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Por mucha corrupción que haya, la aritmética parlamentaria sigue siendo la que es: al PP no le dan los números para presentar una moción de censura y, hacerlo sin apoyos, sólo serviría para dejar patente su soledad y para dar algo de oxígeno a un Gobierno que va boqueando cada semana acorralado por la corrupción.

Para no dar imagen de inacción, Alberto Núñez Feijóo ha querido sondear a los socios de Pedro Sánchez para ver hasta qué punto esa incomodidad que muestran públicamente se puede traducir en otra cosa, pero su respuesta ha sido la del chiste, prefieren la opción B, “la B, la B”, es decir cualquiera que no pase por unir sus votos a PP y Vox en una moción de censura.

ERC y Podemos se han negado si quiera a hablar con los populares y Junts ha tirado de originalidad al querer que el propio Feijóo vaya a Waterloo para hablar con Puigdemont y rendir pleitesía al prófugo de la justicia. El PNV prefiere decir que no se dan las condiciones para hablar con los populares, entre otras cosas, porque, según algunas informaciones, a ellos también les pueden salpicar algunas de las adjudicaciones de la trama navarra del caso.

Sin cuestión de confianza

Lo que hace todavía más impostada la indignación de los socios es que ni siquiera se estén esforzando en exigir a Pedro Sánchez que presente una cuestión de confianza. Cierto es que esta es una prerrogativa que corresponde sólo al presidente del Gobierno, y que, de perderla, el Ejecutivo tendría que dimitir, pero, hace unos meses, Junts estuvo a punto de obligar a Sánchez a dar ese paso, aunque luego los de Puigdemont dieron marcha atrás.

También resulta maravillosa la reacción de Sumar. Yolanda Díaz se ha mostrado muy, muy enfadada al ver que Cerdán entraba en la cárcel y le ha asegurado a Carlos Alsina que, de momento, no se van, claro, que sólo lo harían si hubiera financiación ilegal del PSOE. Pero, ¿habría que esperar a una sentencia, o bastaría con un informe de la UCO que señalara en esa dirección? Porque, si hubiera que esperar a que los jueces se pronunciaran, esas amenazas quizá se ejecutaran cuando ya no hubiera gobierno de coalición alguno.

¿Tres manzanas podridas?

A Sánchez se le ha visto descompuesto en sus últimas apariciones públicas, pero todo ese dolor que dicen sentir los socialistas por la traición de Cerdán, no se traduce en nada porque saben que, aunque el Gobierno está en una situación máxima de debilidad, seguirá resistiendo.

Su siguiente paso será, previsiblemente, plantear una reforma para “luchar contra la corrupción” que supondrá un mero maquillaje de cara a su electorado. Y es que, por mucho que quieran circunscribir estos casos a tres manzanas podridas, lo cierto es que ya han dimitido el número dos de Interior, el dos de Administraciones Públicas y el tres de Hacienda, y están implicados también la ex directora de Renfe y el director de Carreteras. Suma y sigue.

Mientras tanto, el tiempo pasará y los socios del Gobierno seguirán, como los avestruces, metiendo la cabeza bajo tierra, para no ver lo que pasa.