El 30 de mayo pasado, el Congreso de los Diputados acogió la primera Jornada Parlamentaria sobre Acogimiento Familiar, organizada por la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF). Este evento convocó a diputados y senadores con responsabilidad en Infancia y Derechos Sociales, así como a familias de acogida y profesionales del sector, con el objetivo de visibilizar y debatir sobre la situación actual del acogimiento familiar en España.
Durante las jornadas, se presentaron testimonios de familias de acogida y jóvenes que han pasado por el sistema de protección infantil. Uno de los relatos más conmovedores fue el de Nayma, una joven de 25 años a la que pude conocer.
Con solo 25 años, Nayma ha vivido una historia de lucha, dolor y superación. Fue acogida por sus abuelos paternos cuando era apenas un bebé, debido a la adicción de sus padres. Aunque creció rodeada de amor, la ausencia de una figura materna y paterna dejó heridas profundas. Mantuvo un vínculo disfuncional con sus progenitores, marcado por ausencias, promesas rotas y dolor emocional. A los 14 años desarrolló un trastorno de la conducta alimentaria y tuvo varios intentos de suicidio, pero logró salir adelante con ayuda profesional. Estudió ADE, trabajó, y luego decidió seguir su verdadera vocación: ayudar a niños del sistema de protección. En 2022 logró algo que parecía imposible: acoger a su hermano pequeño, Mikel, tras denunciar su situación. Hoy, Nayma es la prueba viva de que el amor, la empatía y la constancia pueden romper ciclos y crear nuevos comienzos llenos de esperanza. Y de que la acogida es la respuesta.
Una de las principales reivindicaciones de ASEAF es que los menores puedan ser adoptados por sus familias de acogida cuando el retorno a la familia biológica sea imposible. Actualmente, en buena parte de España, un 80% de las acogidas de urgencia superan los seis meses máximos establecidos por la ley, lo que indica una carencia en la temporalidad de estas medidas. Este fenómeno también se observa en otras comunidades autónomas, lo que plantea la necesidad de revisar y adaptar los marcos legales y administrativos para garantizar el bienestar de los menores.
En ese sentido, ya en Euskadi y Madrid está permitida la adopción en el marco de estos casos, y en la Comunidad Valenciana se ha anunciado que el nuevo Decreto de Acogimiento incluirá el doble ofrecimiento, permitiendo que las familias acogedoras puedan adoptar a los menores cuando el retorno a la familia biológica no sea viable. Esta medida busca mantener el vínculo que se genera entre los menores y sus familias de acogida, evitando la ruptura de esos lazos afectivos.
El acogimiento familiar se presenta como una alternativa más humana y cercana a los grandes centros de acogida. Sin embargo, la falta de familias dispuestas a acoger es una de las principales barreras. Para superar este obstáculo, es necesario ofrecer formación, apoyo psicológico y económico a las familias acogedoras, así como sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de esta medida de protección.
En cuanto a la financiación del acogimiento familiar, las familias acogedoras reciben entre 400 y 600 euros al mes. Este apoyo económico a menudo no es suficiente para cubrir las necesidades de los menores, especialmente en casos que requieren atención especializada. Si el dinero destinado a grandes centros de acogida, que puede oscilar entre 3.000 y 5.000 euros mensuales por menor, se redirigiera al apoyo a las familias acogedoras, es posible que aumentara el número de hogares dispuestos a acoger.
El testimonio de Nayma es un ejemplo de cómo el acogimiento familiar puede transformar vidas. Su decisión de acoger a su hermano menor demuestra que, con el apoyo adecuado, los menores pueden superar situaciones de vulnerabilidad y convertirse en agentes activos de su propio bienestar y el de los demás. Es fundamental que las administraciones públicas, en colaboración con entidades como ASEAF, trabajen para garantizar que más niños y niñas puedan crecer en un entorno familiar que les brinde amor, seguridad y oportunidades.