Opinión

El director del Gabinete del director del Gabinete: un chiste de Zapatero… que también contó el PP

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Jorge Pérez Naharro es el nuevo director del Gabinete del director del Gabinete del presidente del Gobierno, o sea, la matriosca pequeña de Diego Rubio, que, a su vez, halla su abrigo en el vientre de la matriosca mayor, Pedro Sánchez. Por cierto, no quiero dejar pasar la ocasión: me han hablado muy bien de Rubio, quien llegó a La Moncloa convocado por Iván Redondo –desde hace años, el ajedrecista más audaz y el analista más refinado de la política patria– y que se doctoró en Oxford con una tesis titulada La ética del engaño: secretismo, transparencia y falsedad, que me interesa sobremanera –digo esto sin ápice de ironía, que conste–.

El martes, 5 de agosto, mientras Félix Bolaños subía una foto a X posando reflexivo en una playa, mirando al horizonte con unas gafas de sol y ciscándose en el PP, como un híbrido de El pensador de Rodin y de Alan Barroso, el BOE publicaba la designación de Pérez Naharro “de conformidad con lo dispuesto en el artículo 16.2 de la Ley 50/1997”, y blablablá, “como Director del Gabinete del Director del Gabinete del Presidente del Gobierno, con efectividad de 30 de julio de 2025”, con el aval del ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes.


De Pérez Naharro se sabe poco: sustituye a Ana Ruipérez, fue concejal socialista –no iba a ser de Fuerza Nueva, a ver– en el Ayuntamiento de Alcorcón, asesor, y su currículum académico parece, por ahora, libre de pecado, es decir, de falsificación. Conocido su nombramiento, una mesnada de peperos se rasgó las vestiduras en las redes sociales y en algún que otro medio, aunque no en demasiados, por eso de que es agosto, y da pereza. Por ejemplo, el diputado por Navarra, Sergio Sayas, escribía en X: “Nombran a un jefe de gabinete del jefe de gabinete. Lo publican en agosto para que no te enteres”; el portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín, criticaba: “Ya tenemos jefe de gabinete del jefe de gabinete de Sánchez… sólo han tenido que esperar a que fuera agosto para publicarlo en el BOE”, o la portavoz de Interior, Ana Vázquez, denunciaba: “Mientras fríen a impuestos a los españoles, colocan amigos en cargos absurdos”.

Sucede que el cargo de director del Gabinete del director del Gabinete se lo inventó Zapatero, el lobista tenebroso que hará de España una provincia china en 2005, y que los gobiernos de Rajoy, en lugar de suprimirlo, lo convirtieron en una dacha para Valentina Martínez, en enero de 2012; Abelardo Bethencourt, en noviembre de 2016, y Eduardo Ribas Steegmann, en febrero de 2018. Igual a los peperitos no les parece mal el sistema de matrioscas, sino que la designación se haya publicado en agosto. Para los peperitos que hacen guardia, las vacaciones no están sobrevaloradas. Guiño, guiño.

La existencia de una dirección del Gabinete del director del Gabinete de lo que sea es un retrato hiperrealista de una criatura, el Estado nuestro, que parece como salido de un espejo del Callejón del Gato, amén de un chiste de mal gusto que perdió la gracia hace la pila: el mes pasado, El Confidencial informaba de que el Gobierno suma 1.747 “nombramientos a dedo” entre asesores y altos cargos. Quién se va a reír por uno más. Por muy manierista que sea su significante, por muy irritante que sea su significado.

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