Pedro Sánchez comenzó la legislatura subiendo una colina y, a este paso, va a acabar escalando el Everest. Los problemas se le multiplican al presidente y cada vez son más endebles sus intentos de hacer recaer la culpa de sus problemas en el fango de la ultraderecha, los pseudomedios, la UCO y los jueces fachas. Porque, sí, son sus problemas los que estamos conociendo, los creados por su entorno y sus colaboradores. Ya no se trata de una pandemia, ni de un volcán, se trata de corrupción pura y dura cometida, supuestamente, por su núcleo más cercano, por eso no cuela lo de salir con cara de compungido, bajar la cabeza y la voz, pedir disculpas y decir aquello de yo no sabía nada, me he llevado una gran decepción.
Entre otras cosas porque no es verdad. En noviembre del año pasado Víctor de Aldama confesó ante el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, que había pagado comisiones ilegales a la trama encabezada por José Luis Ábalos y Koldo García, y extendió esos pagos al actual secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a quien supuestamente le entregó un sobre con 15.000 euros en un bar en frente de la sede de los socialistas de la calle Ferraz. Cerdán negó los hechos y el partido y el Gobierno cerraron filas en torno a él. La sombra sobre Cerdán ponía en duda que fuera a seguir en su cargo, pero Pedro Sánchez le ratificó como secretario de Organización en el congreso que el partido celebró en diciembre.
El PSOE y el Gobierno siguieron defendiendo a ultranza a Cerdán, poniendo la mano en el fuego por él, por su honradez y su honestidad… una actitud que continuó incluso cuando comenzó a saberse que la UCO lo había pillado por las grabaciones que durante cuatro años hizo uno de sus supuestos amigos, Koldo García… Se ve que, entre estos mafiosos no había código de honor alguno. El delirio de los socialistas era tal, que llegaron a poner en duda que fuera a existir ese informe, y eso que tiene 490 páginas.
La UCO ha revelado una auténtica red de corrupción de avariciosos insaciables con cientos de miles de euros cobrados en comisiones por obras en toda España, que continuaron colocando además a sus amantes en empresas públicas pagadas por todos (la última Nicoleta, una rumana amiga de Koldo)
Pero los problemas para Sánchez no han acabado con la dimisión de Cerdán. La comparecencia de ayer quizá sirvió al presidente para obtener algo de oxígeno frente a las peticiones de unos socios que cada día tienen más difícil seguir apoyándole, pero la UCO sólo ha analizado dos de los ocho dispositivos incautados a Koldo, con lo que es probable que pueda salir información sobre más aforados, o sobre una posible financiación ilegal del PSOE que ya apunta la Guardia Civil en este informe. Y, si es así, ¿seguirán entonces sus socios tragando sapos que no son suyos?
Hasta ahora Sánchez ha ido cortando los elementos de la cordada que le impedían seguir escalando: cortó el de Ábalos, el de Leire Díez y ayer lo hizo con el de Cerdán, su otrora gran amigo. El problema es que ya se está quedando sin cuerda y sin oxígeno con los que seguir escalando, y el riesgo de hipoxia es cada vez mayor. El alpinista George Livanos decía que “lo esencial no es escalar rápido, sino por mucho tiempo”. Y en ello está un presidente que necesita eso, tiempo, para las dos reformas que tiene pendientes: la del acceso a la carrera judicial y la que permitirá a los fiscales instruir los casos… También los de corrupción.