Tras la entrevista de Jordi Sevilla donde Carlos Alsina, en la que deslizó su certeza de que en el PSOE ya se había empezado a pasar página del sanchismo, la ministra y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, respondió que la formación que gobierna, por decir algo, nuestro país está ‘cerrada, volcada y acompañada’. Ahí es nada. Era complicado describir con más precisión el cesarismo y el sectarismo que están ejerciendo. Además, la coherencia es impecable cuando estas palabras las pronuncia la misma señora a la que este diario captó reuniéndose hace unas semanas con Francisco Salazar, ese célebre feminista al que las mujeres de su partido obligaron a pegar la ‘espantá’ tras denunciarle por acoso sexual. Denuncias de las que, por cierto, ni siquiera se ha defendido.
Hablo de coherencia, pero de coherencia dentro de la hipocresía. Porque eso es el sanchismo, engañar a la mentira, prostituir a la necesidad, denigrar a la virtud, reventar la sana costumbre de rectificar. Dar lecciones con la casa sin barrer, exhibir y exigir una superioridad moral que en ningún momento se aplican. Porque en lo único que son superiores es en la desvergüenza. Esta semana hemos conocido a través del Diario.es que Salazar, el tipo al que se iba a nombrar secretario de organización en la sombra después de la travesía taleguera de José Luis Ábalos y Santos Cerdán, el hombre que, presuntamente, cobraba del Ayuntamiento de Dos Hermanas sin trabajar allí, el ‘señoro’ que, en palabras de trabajadoras del partido, iba por la oficina echándose la mano a la bragueta, ha vuelto a ser rehabilitado por el sanchismo.
Fíjense, hasta eso es mentira. En ningún momento, como dijimos aquí hace unos días, Paco Salazar ha dejado de estar vinculado al sanchismo. Y no comprendo como tanto activista del morado feminista no se pone rojo de vergüenza al echar la vista atrás y comprobar que el circo que montó Sánchez este verano cuando hizo aquel ‘acting’ con mujeres socialistas para intentar calmar las aguas tras las revelaciones de uno de sus hombres en la sombra no era más que puro teatro, fanfarria, maquillaje. Un insulto bochornoso a todas esas mujeres a las que, una vez más, utilizó como atrezo. Es increíble que Pilar Alegría, después de este recital de permisividad y comprensión para con un supuesto cerdo, en palabras de sus compañeras, pasado mañana, vaya a volver a llenarse la boca con palabras como sororidad. O no tuviese ningún reparo en protagonizar la campaña del 25 de noviembre contra el maltrato. Pero vamos, que más de lo mismo con la ministra de Igualdad Ana Redondo, que está desplegando todo un derroche ‘ochoemeísta’ con su actuación en el caso de los errores de las pulseras antimaltratos que, por lo visto, se debe al extraño caso de una mano negra que nada tiene que ver ni con ella ni con su partido.
Parece que las mujeres le importan al Partido Socialista en tanto en cuanto no afecten a la continuidad del gran líder. Si Salazar, el hombre de los datos, le es valioso a Sánchez, allí que va Pilar Alegría a reunirse con él. Si las mujeres pueden estar desprotegidas por un error flagrante en el protocolo, allí que va Ana Redondo a restarle importancia. Si Carmen Calvo o Adriana Lastra van a denunciar que hay vacas sagradas consumiendo prostitución, pues se les calla y se les aparta sin ningún problema. Ahora bien, luego los primeros en las pancartas y en las manifas, y nos ponemos en la solapa todos los lazos que hagan falta.
A eso me refiero con que son coherentes con la hipocresía. Pilar Alegría se sinceró ayer al dar esa definición tan ilustrativa de lo que es una secta. Porque en la secta los valores importan únicamente como escaparate, el verdadero quid de la cuestión está en la adoración y el culto al líder supremo. Por eso no puedo estar más fina al decir que el PSOE es un partido cerrado. Es así, está cerrado a cal y canto. Secuestrado por un señor que tiene como rehenes a un ejército de fieles que, en su abducción, han empeñado su palabra, su prestigio y su reputación por la supervivencia de un impostor que cada vez tiene menos salidas. El PSOE es un partido cerrado en el que ya no caben más que mentiras y desesperación. El PSOE es un partido cerrado, confinado por el virus de un sectarismo que se acabará llevando por delante a todos los que se están quedando dentro de ese matadero intelectual.
El Partido que defiende a las mujeres despreciándolas. El Partido que vino a limpiar España de corruptos y que tiene a su núcleo duro entre rejas. El Partido que fraguó el Gobierno más progresista de la historia y ha terminado con la legislatura más encallada del universo. El Partido que está salvando a la democracia, comandado por un presidente que suelta sin que le tiemble un músculo de la cara que va a gobernar sin el concurso del Legislativo, que la prensa libre es un estorbo, que los jueces son una remora, que la Guardia Civil se pasa en sus investigaciones.
Sí, el PSOE es un partido cerrado, un búnker donde ya solo quedan los que no saben hacia donde dirigirse. Por eso reitero que son coherentes en su hipocresía los últimos sanchistas. Porque no son fieles a los valores y los principios que promulgan, ya solo son leales a este sanchismo recalcitrante que acabará con ellos y con su partido. El PSOE es un partido cerrado a cal y canto. Estamos de acuerdo, y el día que se abra, el día que todo este hermetismo caciquista termine, solo quedarán cenizas, barro y mentiras. Y a ver quién es el guapo que levanta aquello. Sánchez va a jugar hasta la última baza que le quede, hasta el rentoy más desquiciado y diabólico que pueda poner sobre la mesa, pero estoy con Jordi Sevilla, es muy difícil que en las cabezas de muchos socialistas no esté ya el escenario de descabezar a este rey loco que está llevando a la ruina a estas siglas y que, además, está haciendo, en su estrategia alocada, que crezca como la espuma esa ultraderecha que dice combatir.
Lo dije el otro día. El 21 de diciembre en Extremadura el sanchismo recibirá una nueva puñalada, y ya no tienen ni sangre que derramar. Vamos a ver a ese PSOE cerrado pelear con todos aquellos socialistas que quieren cerrar ya esta etapa oscura, tenebrosa e irreversible.



