Opinión

La agonía machista del sanchismo

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El sanchismo se muere. Lo creo por vez primera en ocho años. Agoniza sin dignidad, desollado por la UCO, sitiado por tropecientas legiones de escándalos: mascarillas, cloacas, Plus Ultra, Servinabar, Forestalia –Federico, ¡por fin!–, Enusa, Mercasa, acosadores, Begoña Gómez, David Sánchez. Los registros se han multiplicado desde el miércoles por la tarde, cuando la Guardia Civil detuvo a Leire Latre y al expresidente de la SEPI, Vicente Fernández Guerrero, uno de los hombres que susurraba a la viseprecidenta María Jesús Montero, quien, a la manera de su capo, dice que en el Gobierno son “los primeros sorprendidos”, “los primeros a los que nos duele”. Más lo segundo que lo primero. Porque los han pillado.

Si la Economía es la ciencia que estudia la administración de recursos escasos, parecía que el sanchismo era la forma de mantenerse en el poder con astucia, temeridad y ases infinitos. Sánchez ha sido la reina blanca que ha aterrorizado a los peones negros, pero sus torres han caído, sus caballos cojean y sus alfiles están inutilizados. Incluso él mismo, más allá de su demacrado aspecto físico, emana debilidad y desesperación. Hay mella donde antes hubo colmillo. La jugada del cambio de horario fue un chiste inane, sin razón de ser; el “desde el punto de vista personal, Ábalos era un gran desconocido para mí”, una broma ridícula. Al yerno de Sabiniano sólo le puede salvar la oposición. No lo descarten.

Pedro Sánchez y José Luis Ábalos - Política

El sanchismo que, como todo zombi, camina sin rumbo, voraz y letal, se asemeja bastante a la serie The Walking Dead, basada en el cómic escrito por Robert Kirkman, y que duró once años: durante sus primeras temporadas –especialmente, la inicial, capitaneada por Frank Darabont, director de las fantásticas Cadena perpetua, La niebla o La milla verde–, ofreció una trama atractiva y adictiva; durante las últimas, se arrastró, fue un bodrio, una caricatura de sí misma. Recordemos el entusiasmo que despertó no sólo en el electorado progresista, sino en los columnistas centrocentrados que sueñan con Page y almuerzan con Rufián, el primer Gobierno de Sánchez, y echemos un vistazo, ahora, al percal: presuntos corruptos, gerifaltes enchironados, machistas “guarros” (Feijóo dixit) investigados. Pacosalazares. Josetomés. Y sus cómplices. Cómplices femeninas: según La Razón, la secretaria de Organización, Rebeca Torró, es “amiga especial” del tío que, según elDiario.es, “se subía la bragueta en tu cara, escenificaba felaciones y pedía vernos el escote”; según ABC, la número dos del PSdeG, Lara Méndez, intentó convencer a una de las denunciantes del presidente de la Diputación de Lugo para que no lo hiciera. Hermana, yo sí te creo, pero. Qué libro tiene ahí Soto Ivars.

Un gran boquete se ha abierto en el casco del buque sanchista. La tripulación, mientras escribo, apoya al capitán. La Guardia Civil no da abasto en PSOEland y TVE recurre a los bebés robados y a un cura agresor sexual del Opus Dei. La secretaria de Estado de Migraciones, “feminista” y “socialista”, Pilar Cancela, escribe: “Parece que hay ofensiva por tierra, mar y aire. Todos y con todo. Pues una vez más y siempre, resistir y vencer, Sánchez”; al rato, dimite Javier Izquierdo de la ejecutiva federal tras un nuevo caso de supuesto acoso. Me pregunto cuándo, a la manera de Ovidio y de Kafka, llegará el día en el que los marineritos –y las marineritas– se transformen en ratas.

Y huyan desvergonzadamente, por supuesto.