Francina Armengol parece tensa. Igual fue por cosa del aire acondicionado –algunos están como patrocinados por Bin Laden, los muy criminales–, pero no me extrañaría nada que la carraspera y la tos que la presidenta del Congreso arrastró en la última sesión de control al Gobierno brotaran de un manantial de nervios. Normal, a ver. Desde el jueves del Cerdanazo, varios medios han publicado que la expresidenta balear, y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, Víctor Ángel, según Aldama, están en el punto de mira de la UCO, es decir, que son carne de informe letal. Y sí, imagino a Pedrerol, que rima con Armengol, entonando uno de sus hits en la cabeza de la socialista: “Tic, tac. Tic, tac”. Sólo que no es Mbappé quien viene, sino la unidad de la Guardia Civil más temida por los políticos corruptos.
Leo en un folleto de Flutox, un jarabe que está buenísimo, que la tos nerviosa o psicógena aflora en “situaciones que conlleven un aumento del estado de nervios de la persona”, que provoca “sequedad de boca y de garganta, molestias y –adivinen– tos”, que “aparece y desaparece” y que no provoca ningún otro tipo de “molestias o de síntomas asociados a diversas patologías respiratorias”. Armengol presentaba estos síntomas. La presidenta del Congreso, perdón, la delegada del PSOE en la Presidencia del Congreso, bebió del mismo cáliz amargo que Sánchez, Montero o Bolaños, con un aditivo que le reconcomía: sabe que está siendo investigada.
Armengol venía de rechazar en la noche del martes la convocatoria de una reunión de la Junta de Portavoces para adelantar la comparecencia del presidente del Gobierno por el quilombo que, por ahora, protagonizan Ábalos, Cerdán y Koldo, dos exsecretarios de Organización socialistas y el valido principal del primero. Pocas horas después, se plantó en un hemiciclo que se desgañitó pidiendo la “dimisión” de Sánchez, desde una trinchera, y que, desde la otra, le brindó una ovación cerrada, como de final de concierto de Taylor Swift, pero comprometedora y, hasta cierto punto, inquietante. ¿Quién garantiza que Bruto no participó en aquel aplauso?
Armengol reprendió al voxero José María Sánchez, le exigió a Feijóo que pusiera “orden en su grupo”, anunció que retirará del Diario de Sesiones “los insultos y las cuestiones con falta de decoro absolutas” y, creyéndose Churchill, pero no mucho, intentó, titubeante, dejar una frase para la Historia, o algo así: “Alguna gente intenta provocar, pero la democracia es más fuerte que esta provocación”. La comparación con el heroico primer ministro británico no es baladí. Al menos, desde el punto de vista festivo: recordemos que, el pasado 7 de octubre de 2020, Armengol, siendo entonces presidenta de Islas Baleares, se saltaba las restricciones pandémicas prolongando su juerga en el Hat Bar, un bar sito en el casco antiguo de Palma, hasta las 2:10 de la madrugada.
Tic, tac. Las adjudicaciones a Sociedades de Gestión, en la mirilla de la UCO. Tic, tac. Hazte Oír presenta una querella en el Supremo contra Armengol por mentir en su comparecencia en la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado, donde dijo que no conocía de nada a Aldama. Y así. “Date prisa, que ya está aquí, / es un comando de la Guardia Civil”, cantaba Extremoduro en su clásico “Decidí”. Tic, tac.