Mal negocio es siempre para el burro ponerse a hablar de orejas. La historia y las hemerotecas muestran y demuestran que los consejos que los partidos venden, y que jamás tienen para ellos mismos, no pasan de baratijas que, en unos casos, entrañan una obsolescencia programada inminente, y, en otros, directamente, ya se ofertan rotos, caducados, oliendo raro.
Este miércoles, sin ir más lejos, Miguel Tellado fue entrevistado por Federico Jiménez Losantos, en su programa de esRadio. El secretario general del PP, como una versión ferrolana de Joaquín Costa, ondeó la última bandera regeneracionista que han tejido en Génova, 13. Y Luis Herrero, que participaba como contertulio, le bajó los humos: “Usted habla de regeneración. Mire, tengo setenta años. Llevo haciendo crónica política desde que tenía veintipocos. He oído la palabra regeneración infinidad de veces. Se la oí a Aznar, y no la hizo; se la oí a Rajoy, y no la hizo, y ahora se la oigo a Feijóo, y me pregunto, es más, le pregunto: ‘¿Por qué coño me lo tengo que creer?‘”. El corte se convirtió en viral en la red social X.
Miguel Tellado entre las cuerdas en el programa de Jiménez Losantos. Cine. pic.twitter.com/ClduOJ9T9i
— Ramón López 🏳️🌈🔻 (@RamonLopez_G) July 16, 2025
El mismo miércoles, por la tarde, se publicó la noticia de la semana: el magistrado Rubén Rus, titular del juzgado de instrucción número 2 de Tarragona, imputaba a Cristóbal Montoro, el ministro que, durante el rajoyato, hizo de la amenaza fiscal su política estrella. Al que fuera titular de la cartera de Hacienda se le investiga por 6Delitos6: cohecho, fraude, prevaricación, tráfico de influencias, corrupción en los negocios y falsedad documental. Según el auto judicial, las empresas gasistas contrataban al despacho Equipo Económico, fundado por el político en 2006 como Montoro y Asociados, para que hiciera valer sus contactos en el Gobierno y, a cambio de un pastizal, les consiguiera reformas legislativas favorables, como rebajas fiscales. Un implicado, en un correo intervenido: “La vía más directa, como siempre, es pagar a este EE que tiene contacto directo con el Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro”. El juez, por su parte, subraya el “llamativo cambio de criterio” que adoptaba la cúpula de Hacienda, que pasaba de negar las pretensiones de las gasísticas a aceptarlas en cuanto Equipo Económico hacía su aparición estelar.
La imputación de Montoro, Nosferatu de Cambil, gemelo tridimensional de Montgomery Burns, ha sido tan celebrada en la izquierda –primera vez en meses que la corrupción del PSOE no abre los periódicos; Pedro Sánchez le ha puesto una vela a san Cristóbal– como en la derecha, parcela en la que el ministro no dejó pocos enemigos: Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, José Manuel García-Margallo. Especialmente ominosas fueron las amenazas y/o chantajes a periodistas. Tal y como contó Javier Chicote, quien destapó el caso en ABC, “Hacienda investigó hasta a mi hija, que entonces tenía tres años”. Por cierto, es de justicia también resaltar el estupendo trabajo que, ya en marzo de 2013, hizo el gran Luis Fernando Quintero en el digital económico Libre Mercado sobre cómo funcionaba “el lobby de Montoro”. Repito: en 2013.
El vicesecretario de Hacienda, Vivienda e Infraestructura del PP, Juan Bravo, quiso desinflar el asunto contraponiendo las últimas corruptelas socialistas con el caso Montoro, señalando que en este no hay “prostitutas” o “colocación de amigas”. Subtexto: “Nosotros tenemos chorizos, pero los suyos se digieren peor”. Alberto Núñez Feijóo, este viernes, hizo unas declaraciones bastante más razonables: “Mi criterio contra la corrupción no cambia. Que se investigue“. Yo, por mi parte, me acordaba de un epigrama escrito por el poeta hispano Marcial en el siglo I: “Siendo tan semejantes y tan iguales en la vida, la peor esposa y el peor marido, me extraña que no os llevéis bien”.