Pese al esfuerzo físico y la lucha constante por alcanzar los mismos derechos que el resto de trabajadores, las empleadas del hogar, principales perceptoras del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) tendrán que esperar un año más para cobrar más de diez euros la hora trabajada. La propuesta de incremento de la patronal fija la subida para 2026 en catorce céntimos por cada 60 minutos de faena. Por su parte, la iniciativa presentada por los sindicatos elevaría el sueldo hasta los 9,96 euros. Lo que dejaría la subida al borde de alcanzar la ansiada decena. En cualquier caso, ninguno de los aumentos superaría esa barrera psicológica. Ni siquiera la remitida al Ministerio de Trabajo por parte del Comité de Expertos designado.
La oferta del equipo que asesora a Yolanda Díaz incrementaría en 56 euros al mes el importe si es con tributación. Lo que establecería el pago por hora en 9,70 euros. La otra alternativa, sin pago del IRPF, elevaría la cuantía en 37 euros mensuales. Y fijaría el cobro por tarifa horaria en 9,55 euros. El pago actual, con la revisión del SMI de febrero, que definió 1.184 euros mensuales a 14 pagas, está en 9,26 euros.
El dirigente de la patronal, Antonio Garamendi, ya anunció el martes pasado la propuesta de la entidad que gestiona en materia de SMI. Muy alejada de la proposición de los sindicatos -del 7,5%-, la oferta de la CEOE queda limitada al 1,5% -por debajo incluso del IPC del presente año-.

994 euros de diferencia
La mejora recomendada, situaría el sueldo bruto mensual en los 1.202 euros, en catorce mensualidades, y no estaría exento de tributación en el IRPF. En este sentido, la respuesta de los sindicatos no se hizo esperar. Ya que el incremento defendido está muy alejado del presentado por las agrupaciones sociales, que lo fijan en los 1.273 euros brutos al mes por catorce pagas, con tributación obligada en el IRPF. La diferencia queda, por tanto, establecida en 71 euros mensuales y 994 al año.
En esta línea, tras las declaraciones de Garamendi, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, calificó de “ridícula” la iniciativa de la CEOE. Y emplazó al Gobierno a apostar por una “subida contundente”. La proposición de Trabajo ya está en la mesa, pero tampoco será suficiente para que las trabajadoras domésticas aterricen en los diez euros la hora.

Además, los sindicatos han reclamado la modificación del reglamento que regula el SMI para evitar los procesos de reducción de pluses y complementos que muchas empresas utilizan para no aumentar los salarios.
Complementos
Aunque no es una práctica extendida entre las empleadas del hogar, en muchos convenios y contratos laborales, el salario no se limita al sueldo base. Los trabajadores reciben bonificaciones, por motivo de antigüedad, productividad, nocturnidad o pagas extra. En este contexto, algunas empresas, al enfrentarse a una subida del SMI, ajustan estos conceptos para que el aumento oficial no se traduzca en un aumento del coste de los trabajadores, lo que hace casi imperceptible la mejora del salario total.
Por ejemplo, pueden reducir un complemento de antigüedad o bonificación por productividad de forma que el salario neto del trabajador apenas cambie, neutralizando así el efecto de la subida del SMI. Es precisamente este tipo de prácticas lo que los sindicatos buscan evitar mediante modificaciones reglamentarias, para asegurar que cualquier incremento repercuta efectivamente en el bolsillo de los empleados.
En España, más de 330.000 trabajadoras del hogar dependen directamente del SMI para llegar a fin de mes. Eso, en el mejor de los casos. Desde la regularización general de principios de la década pasada, el número de cotizantes va en caída. No porque en los hogares se prescinda de su trabajo, sino porque, tal y como manifiestan los datos, a la mayor regulación que se ha ido incorporando progresivamente le ha sucedido un aumento de la economía sumergida en el sector. Así, muchos empleadores han acordado las retribuciones de manera verbal con las profesionales para no tener que hacer frente a los costes derivados de los nuevos requisitos.
Por su parte, para las que sí cuentan con una situación laboral regularizada, la negociación en curso apenas cambia una realidad que se repite año tras año. Tendrán que esperar, al menos, otro ejercicio más para superar la barrera de los diez euros por hora. Un umbral simbólico que sigue quedando fuera de su alcance incluso con las propuestas más ambiciosas.


