Opinión

Opinión versus Omertá

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Celebro la versión que estamos teniendo en los últimos tiempos de algunos futbolistas de la liga. Que opinen con libertad y sin sumarse a lo políticamente correcto, es una elección digna de valorar. El manido argumento de “yo solo estoy aquí para jugar al fútbol” parece ir dando paso, poco a poco, a otros razonamientos más comprometidos.

Esta semana el neerlandés Frenkie de Jong fue preguntado en la concentración de su selección por el Villarreal – FC Barcelona que se va a jugar en Miami. Fue contundente. “Entiendo al club porque pueden sacar provecho de ello y expandir la marca a nivel mundial. Pero no es bueno para los jugadores. (…) Creo que es injusto desde el punto de vista competitivo, porque ahora jugamos un partido fuera de casa en una cancha neutral. Entendería que otros clubes no estuvieran contentos con eso”.

Seguramente no es la respuesta más cómoda para él, pero Frenkie demuestra personalidad y valentía al responder y argumentar su opinión.

Hace un mes otro futbolista se mojaba sobre los incidentes que acabaron o la suspensión de la Vuelta ciclista a España. “Lo que me sorprende es que a veces le demos más importancia a parar un evento deportivo que a un genocidio, no lo termino de entender mucho”, dijo Borja Iglesias entonces. Estos días, concentrado con la selección, ha matizado que sus declaraciones no iban contra el ciclismo: “si se meten en la portería con una bandera palestina y eso ayuda, ojalá lo hagan y me anulen el gol”, zanjó en Onda Cero.

No es la primera vez que Iglesias se moja, ya anunció que no volvería a la selección mientras estuviese Rubiales, tras la agresión de éste a Jenni Hermoso, aunque en aquellos años su rendimiento no le colocaba en ninguna preselección.

Por su dimensión mediática como futbolista, cualquier opinión que salga de la boca de Kylian Mbappé tiene una enorme trascendencia. Durante la última Eurocopa, en vísperas de enfrentarse a Portugal en los cuartos, el delantero francés lanzó un crochet a la ultraderecha francesa ante la segunda vuelta de las elecciones legislativas de Francia. “No podemos dejar el país en manos de esta gente, más que nunca debemos ir a votar, es una verdadera urgencia. Es catastrófico, esperamos que la gente se movilice”, en alusión al partido de Marine Le Pen.

Son solo tres ejemplos de futbolistas que han decidido romper con el estereotipo de que sin opinar se vive mejor. Pero aún hay temas sobre los que todos callan: los delitos sexuales.

Ahora mismo hay dos futbolistas procesados en la liga española. Rafa Mir, hoy delantero del Elche, ha pasado esta misma semana de investigado a procesado por dos delitos de agresión sexual “empleando violencia” por los hechos ocurridos en su casa de Bétera el 1 de septiembre de 2024 denunciados por una mujer de 21 años. La jueza entiende que existen indicios y no meras sospechas.

Raúl Asencio, defensa del Real Madrid, está pendiente de juicio por enseñar un vídeo sin permiso a un tercero de dos jóvenes, una de ellas de 16 años, manteniendo sexo con dos compañeros. Se le atribuyen dos delitos contra la intimidad por haber mostrado las imágenes a sabiendas de que no había consentimiento de las chicas para que lo hiciera.

Son dos casos pendientes de juicio, pero hay muchos más.

Hugo Mallo fue condenado por abuso sexual al realizar tocamientos a la mujer que trabajaba como mascota del Espanyol. Fue durante el saludo previo al partido que enfrentaba a su entonces club, Celta de Vigo, y al Espanyol. También fueron condenados tres jugadores de la Arandina por abusar de una adolescente de 15 años. O Santi Mina, ex del Celta, condenado a cuatro años de prisión por abusar de una mujer en una furgoneta.

¿Qué tienen en común estos casos? El comportamiento del gremio. Ningún futbolista se atreve a romper la ley del silencio en estos casos, tampoco ante sentencias firmes. La omertá del fútbol ante estos delitos es muy dolorosa a estas alturas. Es valiente hablar sobre el genocidio de Gaza o sobre la ultraderecha, pero bien cerquita tenemos un goteo de delitos sexuales, a veces sobre menores, que bien merecen también esa valentía para condenar algo tan execrable.

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