El juez Juan Carlos Peinado ha abierto un nuevo frente al Gobierno en su momento de mayor debilidad. El auto que remitió este martes al Tribunal Supremo para que investigue al ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, es el último golpe que esperaban recibir en un contexto en el que se muestran incapaces de contener la hemorragia por los indicios de corrupción en el PSOE.
Pero no es, ni de lejos, el flanco que consideran tener peor cubierto. De hecho, hace escasos días, un dirigente del PSOE se preguntaba “dónde está” el juez que investiga a Begoña Gómez, esposa del presidente. El martes por la mañana tuvo su respuesta.
Por la condición de aforado del ministro, Peinado pidió al Alto Tribunal que le cite como investigado por supuestos delitos de falso testimonio y malversación, todo eb relación con la contratación de la asesora de Gómez, Cristina Álvarez. Y para ello se basó en las palabras del ministro durante su hora y media de declaración como testigo, en abril, en el marco de la causa abierta a la esposa del presidente.
El Ejecutivo, que habitualmente se presenta como víctima de una conspiración judicial en esta y otras causas, y acostumbra a atacar la consistencia de las respectivas resoluciones, fue variando su posición a lo largo de la jornada.
Incluso se rectificó a sí mismo: primero, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Pilar Alegría optó por pasar de puntillas ante las cámaras: “Máxima tranquilidad, conocemos perfectamente esta instrucción”, recetó la ministra portavoz. Fuentes del Gobierno se mostraron después sensiblemente más duras, fuera de foco. Y, a última hora de la tarde, Bolaños reapareció para elevar el tono hasta los niveles habituales con Peinado.
El Gobierno había dejado pasar varias horas hasta ese momento; en la sede de Ferraz habían rechazado pronunciarse y la respuesta en el Consejo de Ministros había sido mínima.
Fuentes del PSOE reconocen que esta decisión judicial, que consideran incomprensible, resta algo de foco al caso Santos Cerdán y a las novedades sobre el caso Koldo, que les erosiona gravemente desde hace dos semanas. Como ocurre con el frente que afecta al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, no prevén que esta causa vaya a tener mucho más recorrido. Y por eso les resulta más fácil centrarse en esta cuestión que en todo lo que afecta a Cerdán o a José Luís Ábalos, que les tensa hasta límites antes desconocidos.
Moncloa niega una “rebaja de tono premeditada”
“El Tribunal Supremo es un tribunal profesional en el que confiamos plenamente”, afirmaron fuentes de La Moncloa. También consideraron “un disparate” esta causa. Y defendieron que la llamada a la “tranquilidad” por parte de la portavoz del Gobierno no supone una “rebaja de tono premeditada”, sino que entienden que la resolución “se define sola”, porque incluye “erratas e incorrecciones”.
Fuentes del Ministerio de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, por su parte, trataron de desmontar los argumentos del juez para atribuir supuestos delitos a Bolaños, siempre remitiéndose a su declaración como testigo. E incidieron en que la Secretaría General de Moncloa no tomó parte en el nombramiento de Cristina Álvarez, que es lo que investiga actualmente el juez.
También consideraron esta solicitud “un error” que, esperan, desemboque en el archivo. En Moncloa insistieron en que no aprecian la comisión de ningún delito, pero se alejaron de los adjetivos y midieron los términos.
La hemeroteca está llena de salidas de tono del Ejecutivo y de dirigentes del PSOE contra Peinado. Incluso por parte del propio Bolaños. En mayo, cuando el juez citó como investigado al delegado del Gobierno en Madrid, Fran Aguirre, el ministro afirmó que esta decisión era “motivo de preocupación máxima” para quienes “defienden la imparcialidad de los jueces”.
La petición de Peinado se conoció durante la mañana, pero hasta pasadas las 19.00 horas el ministro de Justicia no compareció para criticar que su resolución “no se sostiene y contiene errores de bulto”. No quiso responder a la pregunta de si considera que el juez ha prevaricado, y remachó que “no hay nada” que le pueda “preocupar” en esa resolución.
El enfado con las “viejas glorias del PSOE”: “Son un club de resentidos”
En otro orden de cosas, fuentes de la dirección del PSOE han cargado este martes contra la carta de cuatro decenas de ex cargos públicos socialistas, que reclaman a Sánchez su “renuncia inmediata” al liderazgo del partido. Se trata, abundaron desde la cúpula actual, de “viejas glorias”, antiguas figuras de relevancia que “no son vírgenes ni puros”. “Un club de resentidos”, sintetizaron.
Molestó especialmente que atribuyeran al presidente una “mutación constitucional”, y tampoco sentó bien que entre los firmantes estuvieran los principales condenados por el terrorismo de Estado de los GAL, José Barrionuevo y Rafael Vera, exministro del Interior y exsecretario de Estado, respectivamente.
Con todo, era uno de los pocos días desde el estallido de la fase más aguda de esta enésima crisis en que el Gobierno no se veía sorprendido por nuevas revelaciones sobre la corrupción. Peinado aprieta, pero hoy no sienten que pueda ahogarles.