Sánchez tira de Zapatero y pone el foco en lo social para tapar los escándalos de corrupción

El presidente evita responder las preguntas de la prensa mientras Zapatero carga contra los obispos por no haber pedido elecciones “con Franco”

Pedro Sánchez (d), acompañado del expresidente José Luis Rodríguez Zatatero, y Ana Redondo, a su llegada este lunes al Museo del Traje en Madrid.
EFE/ Sergio Perez

El acto por el 20 aniversario del matrimonio igualitario llevaba en la agenda del Gobierno y de las asociaciones LGTBIQ+ desde hace meses, pero Pedro Sánchez apuró hasta 20 horas antes para anunciar públicamente su asistencia. El jefe del Ejecutivo, que llevaba alejado de los focos desde el pasado miércoles, compareció este lunes más sonriente de lo habitual, de nuevo aparentemente relajado. Lejos del rictus de enfado y de nerviosismo que ofreció el miércoles, en el Congreso de los Diputados.

Le precedía y le arropaba el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, un activo de primer nivel y un apoyo fundamental para Sánchez. Era él quien cargaba contra la Conferencia Episcopal Española por haber pedido elecciones cuando afloraron los últimos indicios sobre la supuesta corrupción que salpica a su partido.

Esto es, cuando se conoció el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que vincula al exnúmero tres del PSOE, Santos Cerdán, con el caso Koldo. Quien cargaba contra los obispos por no haber exigido estos comicios durante la dictadura.

“¿Por qué no pidió elecciones en la dictadura de Franco, al que llevaron bajo palio”?, cuestionó Zapatero. El expresidente tiraba de épica, del espíritu de la confrontación que libraron entonces con la Iglesia Católica y con el PP, que les acusaban de intentar “acabar con la familia”. Y establecía una suerte de paralelismo entre estos ataques con los que les dedican “20 años después”, cuando los obispos reclaman una cita anticipada con las urnas.

En enero, el Ejecutivo ya había celebrado las dos décadas de la norma estrella del expresidente, la ley integral contra la violencia machista, y entonces también recordó la fuerte oposición que tuvo que afrontar en su día (2004), recurso de inconstitucionalidad inclusive.

Sánchez se envolvió el martes en esta bandera, poniendo el foco en la importancia de seguir gobernando para crear nuevos derechos e impulsar políticas sociales. Como se dejó arropar por Zapatero. En el partido dan por hecho que el expresidente se pronunciará próximamente sobre la corrupción que tanto les preocupa, y en sentido opuesto al que lo han hecho otros ilustres del partido. El último fue Alfonso Guerra, que reclamó elegir entre “proteger a Sánchez o proteger al PSOE”.

Mientras Zapatero se hacía con los focos en el acto en el Museo del Traje, José Luis Ábalos y Koldo García declaraban como investigados ante el Tribunal Supremo. A menos de 4 kilómetros, algo más de 15 minutos en coche, el exministro y exnúmero tres del PSOE y el que fuera su asesor evidenciaban la realidad que incomoda, preocupa y desespera al PSOE y al Gobierno.

Sánchez se centraba en reivindicar “la diplomacia y el diálogo”, frente a “los cantos de sirena de guerras que nunca traen nada bueno”, en clara alusión al bombardeo de Irán por parte de EEUU, el sábado. Pero el expresidente, como la ministra de Igualdad, Ana Redondo, escenificaban esa promesa de resistencia ante “la ola reaccionaria que amenaza con devolvernos al armario”; con forzar el retorno a “una España en blanco y negro que ya no existe”, en palabras la ministra.

A un lado situaban a los impulsores de la “ola reaccionaria”, obispos y Partido Popular incluidos, y al otro al Ejecutivo, como garante del reconocimiento de nuevos derechos civiles. Es una fórmula similar la que ya recurrieron en la campaña del 23-J, tras el varapalo de las autonómicas y municipales, que ya fue crítico para ellos. Entonces, al menos, tenían el control de la agenda. Ahora, y desde hace varias semanas, se les resiente.

Una comparecencia anunciada con 12 minutos de antelación

El presidente se escabulló de cámaras y micrófonos tras el acto. Tampoco había aceptado preguntas durante su declaración institucional del domingo, sobre el pacto con la OTAN. La convocatoria se difundió exactamente 12 minutos antes de la hora a la que se especificaba que Sánchez se pondría tras el atril del Palacio de La Moncloa. Sin contacto alguno con los medios.

Tampoco se dio este contacto el lunes, y en Moncloa rechazaron valorar la declaración de Ábalos. “Nosotros hicimos lo que teníamos que hacer, y ahora le toca a la Justicia. Total respeto, máxima colaboración”, afirmaron desde Ferraz.

Fuentes socialistas intentaron rebajar la tensión, y señalaron que son “otros” los que deben estar más preocupados por los avances de las investigaciones. A la espera de las próximas revelaciones sobre el caso Koldo -en el Ejecutivo dan por hecho que seguirán aflorando-, el Gobierno se prepara para intentar vender que recupera el timón de la legislatura. Antes tendrá que asistir a la comparecencia de Cerdán como investigado, el miércoles, ante el Tribunal Supremo.

El socio minoritario de coalición reclama al PSOE que “reseteen” la legislatura con el lanzamiento de medidas sociales que llevan meses o años en vía muerta. Ernest Urtasun, ministro de Cultura y portavoz de Movimiento Sumar, reclamó este lunes al PSOE que desbloquee su propuesta de una agencia española de lucha contra la corrupción. También pidió cambios en el sistema de contratación pública, para dificultar que las empresas corruptoras puedan acceder a nuevos contratos públicos.

El presidente tiene previsto comparecer en el Congreso de los Diputados el 9 de julio, después de dedicar buena parte de las próximas dos semanas a la agenda internacional. Se prevé que entonces anuncie un paquete de medidas que incluya esos escollos para que las empresas corruptoras puedan contratar. Aunque varios aliados parlamentarios le advierten de que llega demasiado tarde.

El pacto con la OTAN, un éxito “espectacular”

La primera etapa de esta tourné fuera de las fronteras lleva esta martes al presidente a La Haya (Países Bajos), donde se celebra la cumbre de la OTAN. La carta de Sánchez al secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, y las múltiples interpretaciones de los distintos actores políticos sobre su respuesta, han propiciado un nuevo escenario de confusión. Sánchez reclamó que España no tuviera que gastar el 5% de su PIB en defensa, como harán el resto de aliados.

Y Rutte accedió a que, mientras cumpla con los requerimientos militares pactados, España no esté obligada a incrementar su inversión hasta esta cifra. “En la OTAN no hay cláusulas de exclusión y no entiende de pactos o acuerdos paralelos”, afirmó en rueda de prensa. Insistió en que, según sus cálculos, España deberá disparar el gasto desde el actual 2% hasta al menos el 3,5% antes de 2035, si quiere superar las evaluaciones de la Alianza. La primera está prevista para 2029.

Fuentes socialistas presentan la respuesta de la OTAN ante el órdago de Sánchez como un “éxito espectacular”, y creen que les brinda algo de oxígeno político. Especialmente ante sus socios y aliados parlamentarios, que amenazaban con poner pie en pared ante un nuevo incremento en defensa. No han digerido aún los 10.471 millones extra que el Consejo de Ministros destinó a estas partidas en abril, como para asumir nuevas inversiones milmillonarias. Al menos, en este flanco, Sánchez ha ganado algo de calma.