El Gobierno se abre a aceptar más medidas contra la corrupción para aplacar a los socios

El entorno de Sánchez admite que no puede descartar que la mancha de la corrupción se siga extendiendo. En el ala de Sumar temen que no esté midiendo la gravedad del caso Cerdán

El Gobierno ya asume que los escasos pasos que ha decidido dar Pedro Sánchez ante la crisis generada por la supuesta corrupción en el PSOE pueden ser más que insuficientes. Es lo que le trasladan Yolanda Díaz y buena parte de sus aliados parlamentarios, pero en el ala socialista se resisten a mover ficha por el momento.

El escenario de la mayor crisis del Ejecutivo en siete años se abrió con el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, el jueves, y es cambiante. Por eso asumen que la idoneidad de las medidas adoptadas “va a depender de lo que vaya saliendo”. Nuevas revelaciones, que nadie puede descartar, forzarían a dar más pasos.

Una comparecencia del presidente en pleno, el 9 de julio -en la que también tendrá que abordar el caso Leire Díez o la próxima cumbre de la OTAN y el Consejo Europeo-, además de una comisión de investigación parlamentaria, son dos propuestas acotadas únicamente al Congreso. Para los grupos parlamentarios que les apoyan, no basta.

Fuentes del Ejecutivo se abren lentamente a estos cambios, y en particular a los que puedan reclamar sus socios de Sumar y los partidos que apoyaron la investidura de Sánchez. Lo hacen pese a insistir en que “no hay pérdida de confianza en el Gobierno”. A presumir de que aún tienen las riendas de la mayoría parlamentaria.

De hecho, acotan cuidadosamente qué pueden considerar medidas “proporcionales, útiles” y “concretas” para prevenir nuevos casos de corrupción. Entienden que la opción de que el presidente se someta a una cuestión de confianza, como pide considerar Compromís (dentro de Sumar), no cumple estos requisitos. Como la moción de censura, “son acciones, no medidas”, puntualizan.

Hay visos para el entendimiento en lo que tiene que ver con actuar frente a las empresas corruptoras, fundamentales en el ecosistema de la corrupción. Sumar y Podemos -la formación que mantiene un discurso más contundente-, están a favor de dificultar el acceso de estas empresas a los contratos públicos, y en el ala socialista se muestran, a priori, favorables. “Todas las propuestas que ellos hagan, las veremos”, insisten.

Ponen muchas más trabas ante otros planteamientos, y deslizan que algunas de las recetas esbozadas carecen de base legal: “No podemos hacer cosas imposibles”. Por ejemplo, muestran reticencias a endurecer aún más los requisitos para adjudicar contratos públicos, sobre los que ya afirman recibir quejas de los alcaldes. “Vamos a asfixiar la contratación”, “se quejan de que están encorsetados”, alertan.

Además, defienden que no hay evidencias de que los supuestos amaños se hayan dado en las mesas de contratación, y creen que necesariamente tendrían que haberse producido en otro estadío de la contratación pública, antes o después de llegar a esta fase.

La situación es crítica. La propia portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, reconoció este martes que no pueden descartar que afloren nuevos indicios que salpiquen a destacados dirigentes, sea en el PSOE o incluso en el Gobierno. Se muestran reticentes a dar nuevos pasos, porque no saben cuánto puede empeorar el escenario en cuestión de horas.

Ni se puede garantizar que salgan a la palestra nuevos nombres, ni nadie puede descartar fehacientemente que surjan indicios de financiación ilegal. Hoy por hoy defienden que no hay indicios que apunten a este escenario, el más grave que podrían contemplar. El punto en el que Yolanda Díaz sitúa su límite.

Sumar teme que Sánchez no esté midiendo adecuadamente la magnitud de la crisis

La pugna por los votos de los aliados parlamentarios, ley a ley, ha sido una constante en estos dos años de legislatura, y desde el PSOE advierten a los socios de que “más no se puede elevar” el precio de sus apoyos. Y menos en un momento tan crítico para la legislatura. “El bloque progresista no quiere que el Gobierno caiga”; “A nadie le interesa convocar elecciones”, diagnostican.

En las filas de Sumar hay inquietud. En la coalición de Díaz temen que Sánchez, que ha cambiado de estrategia entre el pasado jueves y este lunes, no esté midiendo debidamente la magnitud de la crisis. Tanto el presidente como sus más estrechos colaboradores intentan naturalizar la situación, restarle hierro. Los aliados parlamentarios se mueven en sentido contrario.

Por lo pronto, tanto Podemos como el BNG han rechazado participar presencialmente en la ronda de contactos del presidente con los grupos parlamentarios, y van afilando día a día sus discursos.

ERC y Junts exigen el cumplimiento de los acuerdos previos para mantenerse junto a Sánchez, y el PNV invierte la carga de la prueba y pide al PSOE demostrar que la corrupción quedó acotada en Cerdán, José Luís Ábalos y Koldo García. “En política debe haber una ética y hay una raya”, advirtió Aitor Esteban, presidente del PNV.

Les reclaman medidas, pero también explicaciones. No gusta que el presidente planee dejar pasar más de 20 días, ni tampoco que vaya a comparecer para despachar, en un mismo día, asuntos de enorme importancia, en un mismo pack. Con el riesgo de que él decida dónde poner el foco, y qué cuestiones deja en un segundo o tercer plano.

“Santos echaba pestes de Ábalos y de Koldo”

El PSOE y el ala socialista del Gobierno siguen en shock por el “engaño” de Cerdán, que el jueves fue empujado a dejar el cargo de secretario de Organización, y el lunes finalmente dejó su escaño en el Congreso.

En el Ejecutivo reconocen su frustración y aspiran a evitar que la desconfianza se extienda de forma generalizada, aunque asumen que, si ya les han engañado una vez, pueden volver a hacerlo.  “El presidente habló con Santos y le mintió”, lamentan, al tiempo en que rechazan “ir quitando gente” sin indicios claros en su contra.

“La gente está indignada”, abundan, y expresarán su malestar en el Comité Federal del 5 de julio, en Madrid. “Pero no contra Pedro”, apostillan, sino contra el hombre que “llevaba el partido”, que estaba “en contacto con los territorios”. Y que, con su supuesto papel en la trama Koldo, los ha situado al borde del precipicio.

Cerdán sigue negando los hechos, e insiste en que la voz captada en las grabaciones de Koldo no es la suya.  “Supongo que pensaba que no había pruebas contra él”.

Esgrimen que nadie desconfió del secretario de Organización, ni siquiera después de que estallara el caso Koldo, porque Cerdán “echaba pestes de Ábalos y de Koldo”. “Se desmarcaba totalmente de ellos”. “Todo el mundo está decepcionado”. “Y él dice que no se ha llevado ni un duro”.