Una de esas frases que dan vueltas por ahí con diferentes versiones y autorías dice que el tiempo es lo que impide que todo ocurra a la vez. Tratándose de crianza, entre el primer pañal y la primera lágrima cuando decide volar, transcurre un suspiro y todo a la vez. La sensación es la de poner una lavadora con sus baberos y sacarla con ropa de hombretón o empezar a leerle Los tres cerditos y terminar con unos párrafos de Elogio del amor, del filósofo Rafael Narbona. Qué gran lección, por cierto -de esas que no necesitará facturar-, para llevar a ese país que eligió para estudiar su máster.
Toda una infancia y adolescencia se comprime en la memoria, en la habitación a medio vaciar, en vídeos y fotos. No puedes dar marcha atrás en el reloj, pero sí darle cuerda de nuevo. Y cuanto antes mejor, ahora que sabemos que el tiempo vuela. Hemos pedido consejo a la psicóloga Inmaculada Rodríguez porque sabemos que el síndrome del nido vacío no es cosa de madres ñoñas, absorbentes u ociosas.
La reina Máxima de los Países Bajos ha hablado de ello. También Michelle Obama ha compartido con todo lujo de detalles el impacto personal y en su vida matrimonial de la marcha de sus hijas a la universidad. Los reyes Felipe VI y Letizia no pudieron reprimir sus lágrimas cuando despedían a la Princesa Leonor en el Puerto de Santamaría. Como ella, el resto de los padres de los guardiamarinas que han acompañado a la Princesa de Asturias en su travesía a bordo del Juan Sebastián de Elcano.

Desde su experiencia, Inmaculada Rodríguez cree que es un fenómeno que afecta más a las mujeres. “Ellas son las que siguen más involucradas en la crianza. Aunque en esta generación la mujer es madre trabajadora, todavía tiene más presencia en el cuidado de menores y por ello sienten más la falta cuando vuelan fuera del nido”, explica.
Son ellas, según nos indica, las que suelen acudir a consulta para gestionar los sentimientos de tristeza, pérdida, soledad o vacío que derivan de la marcha de los hijos. Aunque la independencia forme parte del ciclo natural de la vida, hay que entender que las rutinas diarias cambian drásticamente. “El dolor es más intenso en mujeres que han dedicado y sacrificado sus vidas a la crianza, olvidándose de ellas mismas en sus diferentes facetas como mujer, amiga, pareja e hija”, señala la psicóloga.
Este estilo de crianza, en el que la madre descuida sus relaciones sociales, la conexión emocional con su pareja o con otras personas, provoca un aislamiento que se hace más patente cuando los hijos están físicamente lejos. En la manera de vivirlo influye también la situación emocional previa a la maternidad. Si una mujer tiene tendencia a la ansiedad y a la depresión o una personalidad insegura y con baja autoestima, sentirá el vacío de un modo más profundo.
Nos afecte poco o mucho, Rodríguez aconseja validar cualquiera de los sentimientos que nos despierte encontrarnos con el nido vacío. “La validación es el primer paso para poder sentirse mejor. El dolor que se vive en silencio se convierte a veces en insoportable y acaba generando problemas de salud mental mucho más graves. Compartir puede hacerte consciente de que no eres la única que atraviesa este tipo de sentimientos”.
Aunque lo veamos como un duelo, realmente deberíamos considerarlo el inicio de un nuevo periodo, incluso en la relación con nuestros hijos. “Cuando lo trato con mis pacientes -dice la psicóloga- intento trasmitirles que es el comienzo de una nueva e ilusionante etapa, tanto con sus hijos como para ellas mismas. No deberíamos patologizar algo que es parte del proceso natural del cambio”. Afrontar el síndrome del nido vacío exige adaptarse y redefinirse, y esto lleva un tiempo. “Recomiendo paciencia con uno mismo y el proceso”.
A continuación, Rodríguez nos ofrece algunas estrategias que utiliza con las madres que ella atiende:
- Reconoce y valida tus emociones: Es normal sentirse triste, nostálgico e incluso ansioso. Permitirse sentir estas emociones es el primer paso.
- Redefine tu rol como madre: Has de aceptar que la relación con tus hijos va a cambiar, pero no desaparece. Fomenta una comunicación abierta y de apoyo, respetando su independencia.
- Explora esta nueva etapa: Es una oportunidad para valorar intereses, pasiones y metas personales que pudieron haber quedado en segundo plano. Inicia nuevas aficiones, aprende algo nuevo o retoma actividades que antes disfrutabas.
- Fortalece tu relación de pareja: Si la tienes, es un buen momento para reconectar, crear nuevas rutinas y metas compartidas. Que quien te acompañe, no sea un completo desconocido.
- Mejora tu autocuidado: Prioriza tu salud física y mental a través de una dieta equilibrada, ejercicio regular y técnicas de relajación.
- Amplia tu red social: Pasa tiempo con amigos y familiares, o únete a grupos de apoyo. Puede ayudarte a compartir experiencias y sentirte acompañada.
- Crea nuevas rutinas: Establece nuevos hábitos y actividades diarias que den un sentido de estructura y propósito.
- Anticípate al momento: Comienza a hablar sobre la partida de los hijos antes de que ocurra.