Si pierdes la calma en pleno atasco, con tus hijos en los asientos de atrás, mírate un instante en el espejo retrovisor. Los músculos tensos, las cejas fruncidas, la boca entreabierta, las pupilas disparadas como queriendo gritar, la mirara errática, el cuello enrojecido por la frustración acumulada, la respiración rápida y entrecortada, las manos enloquecidas con los nudillos blancos de tanto apretar la bocina y tus tics haciendo de las suyas. Deprimente, ¿verdad? Es la imagen que ofreces a tus hijos.
La escena es parecida a la que interpretó Charlize Theron en Tully (2018), en su papel de madre de tres hijos completamente desbordada al quedar atrapada en medio del tráfico. Con los niños chillando en el coche, su paciencia se agota y grita con desesperación mientras golpea el volante. Su colapso emocional es la petición de ayuda de una mujer superada por el caos diario, el agotamiento acumulado, la falta de sueño y la escasa ayuda por parte de su pareja. ¿A quién le puede sorprender?
La imagen es potente por su realismo. No hay en ella un dramatismo forzado, sino la crudeza con la que viven muchos padres, especialmente madres, la rutina de sus hijos. El mismo quiebre emocional que observa a diario en su consulta la psicóloga Carmen Sancho, responsable del Centro de Terapia Breve Estratégica.
Qué curiosa la reciente reflexión de Chappell Roan, la nueva estrella del pop de Estados Unidos que, con toda su extravagante estética, declaró que no conocía a ningún padre que disfrutara criando a sus hijos. Sí, en cambio, vemos un derroche de cortisol, la hormona del estrés, desparramado por todas partes, poniendo en riesgo nuestra salud y la de nuestro propio hogar.
La sobrecarga femenina
¿Cómo no va a ocurrir? Revisemos nuestra agenda, la de nuestros hijos, la lista de tareas pendientes… Solo imaginarlo resulta abrumador. “La sobrecarga y ese patrón de continuos ‘tener que’ y ‘deber que’ en los que nos movemos desencadena un estado de angustia tal que, ante cualquier situación que no controla, la madre o el padre explota. Ese elevado nivel de estrés es el que produce este tipo de reacciones desde la irascibilidad y la rabia”, explica Sancho.
El impacto en los niños es inevitable. De madres ansiosas, hijos ansiosos. Y decimos madres porque la sobrecarga femenina, si nos atenemos a las estadísticas, es significativamente mayor. “Nuestros hijos -confirma la psicóloga- copian aquello que observan. Si les transmitimos inseguridad y perdemos el sosiego, si les gritamos y exigimos en exceso por nuestro propio nerviosismo, eso va a ir generando en ellos ese mismo patrón de reacción ante una situación que no dominan, y se volverán unos tiranos que gritarán y exigirán”.
¿Qué podemos hacer frente a una sociedad cada vez más exigente en todas nuestras facetas? “Si queremos criar hijos que se controlen, tenemos que darles la estructura, un modelo a imitar en el que la comunicación no puede ser ambigua. No quiero que mires el móvil, pero mientras lo estoy mirando; no me levantes la voz, pero mientras grito yo; estoy desbordada, pero mientras no dejo de llenar su tiempo pidiéndole constantemente que haga algo. Dejémosle respirar. De lo contrario, despertaremos su agresividad o un estado de irritabilidad del que se desprenderá una personalidad insegura e incapaz de gestionar sus emociones porque no lo vio en sus papás”.
Somos el modelo que copian
Para romper esa cadena, Sancho sugiere revisar nuestras expectativas como padres, esos tiempos a los que nos adherimos parar llegar puntual a todo y cumplir debidamente con todo generando una rueda de hámster fatal de la que nos resultará difícil salir. “Llevar a los niños al colegio, el trabajo, el pediatra, las mil extraescolares, los deberes, horas de cocina para conseguir una alimentación escrupulosamente sana… Estas estructuras tan rígidas y tan cargadas de perfeccionismo que nos han hecho creer como referentes de una buena maternidad no son sanas porque impiden la improvisación, la flexibilidad o incluso el impulso del juego autónomo, con amigos y con los padres, tan necesarios para su desarrollo”.
La pauta correcta en este momento sería aumentar, según la psicóloga, ese nivel de consciencia sobre cómo nos desbordamos y poder frenar ese impulso de reacción en el que acabamos chillando y exigiendo a nuestros hijos. “Y si no somos capaces -continúa, una vez ya perdido el control, le explicaremos y pediremos disculpas reconociendo que no lo hemos hecho bien. Está bien explicarle, pero sin ser demasiado explícito, qué situación nos ha hecho perder la calma y enseñarle a identificar qué emoción hay detrás”.
Lo ideal sería salir de la estancia, algo improbable si se trata de un atasco, por ejemplo, y tratar de gestionar la rabia respirando profundo. “Si es una situación que se repite, tendremos que aprender una técnica para nocaer en ese error continuamente porque, no lo olvidemos, somos el modelo que copia. Habrá que pedir ayuda si la maternidad o paternidad nos supera, amarga o angustia. Si, en lugar de disfrute, la vivimos como una condena que nos provoca cada vez más desgaste, desmotivación y falta de ganas. O si los hijos te irritan”.
Unas pautas muy prácticas
Estar quemado puede ser el anticipo de una depresión. Antes de llegar a eso, Sancho ofrece unas pautas muy prácticas y útiles:
- Olvídate de encajar en esas estructuras rígidas que marcan algunos gurús sobre lo que se presupone que debes hacer para una correcta crianza.
- Actúa tal y como querrías ver en tus hijos. Si eres un padre enrabietado, tendrás un hijo enrabietado y triste.
- Cuídate para cuidar a tus hijos. Concédete un tiempo y un espacio de conexión con tus deseos y necesidades, no con tus deberes.
- Identifícate tú como padre, no de acuerdo con lo que se dice que hay que hacer. ¿De verdad es necesario seguir un orden determinado en la habitación, pasar varias horas en la cocina o apuntar a tu hijo a varias extraescolares diarias? ¿No es más enriquecedor dedicarle ese tiempo al juego, a la conversación o a romper la rutina con una sorpresa?
- Promueve el juego y los placeres. Con pequeñas acciones, tu nivel de estrés será menor y despertarás un punto de motivación muy interesante.