Perder grasa corporal continúa siendo uno de los objetivos más comunes en el ámbito de la salud y el bienestar. Sin embargo, pese a la proliferación de métodos, dietas y consejos en redes sociales, no existe una fórmula mágica que funcione por igual para todos.
Así lo explica la nutricionista Beatriz González, quien ha abordado recientemente en sus redes sociales una de las dudas más repetidas entre quienes desean perder peso: ¿es mejor hacer muchas comidas pequeñas al día o pocas pero más contundentes?
¿Cuántas veces hay que comer al día para adelgazar?
Durante muchos años se popularizó la idea de que comer cinco veces al día ayudaba a acelerar el metabolismo. Bajo esta lógica, hacer comidas frecuentes evitaría el hambre excesiva y estimularía de forma constante el gasto energético. Pero la evidencia científica más reciente desmiente esta teoría. Según Beatriz González, lo realmente importante no es cuántas veces se come, sino el total calórico ingerido al final del día y la calidad de los alimentos elegidos.
“Si al final de la jornada has consumido las mismas calorías y macronutrientes, da igual que lo hayas repartido en tres o en seis comidas”, afirma González. La clave está en el déficit calórico sostenido, es decir, consumir menos energía de la que se gasta, sin caer en restricciones extremas que comprometan la salud o el bienestar emocional.
Adaptarse a cada persona es la prioridad
Para la nutricionista, cada persona debe encontrar su propio patrón alimentario. Algunas personas se sienten más cómodas comiendo tres veces al día, mientras que otras prefieren fraccionar su alimentación para controlar mejor el apetito. “Hay quienes, al empezar a comer, no pueden parar y prefieren hacer pocas comidas abundantes. A estas personas puede venirles mejor el ayuno intermitente o un enfoque más estructurado”, señala González. “En cambio, otras no toleran estar muchas horas sin comer y necesitan distribuir su ingesta para no llegar con ansiedad a la siguiente comida”.
No se trata de forzarse a seguir un modelo que no se ajusta a nuestros hábitos o necesidades, sino de establecer una rutina que podamos mantener a largo plazo sin sentirnos agobiados ni culpables. Esta capacidad de adherencia es uno de los factores más determinantes en el éxito de cualquier plan de pérdida de grasa.
El cuerpo se adapta a la restricción calórica
Otro concepto que destaca González es el de la termogénesis adaptativa. Cuando el organismo se somete a un déficit calórico continuado, tiende a ahorrar energía ralentizando el metabolismo, lo que puede dificultar la pérdida de grasa con el paso del tiempo. “El cuerpo interpreta esa falta de calorías como una amenaza y activa mecanismos de defensa. Por eso, muchas veces las primeras semanas se pierde peso rápido y luego se estanca”, explica la nutricionista.
Conocer cómo responde el cuerpo es fundamental para evitar frustraciones. No se trata solo de contar calorías, sino de entender cómo funciona nuestro metabolismo, respetar los ritmos del cuerpo y mantener una actitud flexible para realizar ajustes cuando sea necesario.
El papel de la salud mental y la ansiedad
Además de los aspectos fisiológicos, la relación emocional con la comida juega un papel crucial en la pérdida de peso. González advierte que imponer patrones rígidos puede generar ansiedad, especialmente en personas que ya tienen una relación conflictiva con la alimentación. “Si hacer muchas comidas pequeñas te obliga a pensar constantemente en comida, o te hace comer sin hambre, probablemente no sea el mejor enfoque para ti”, advierte.
Al contrario, un enfoque flexible y realista permite mejorar la relación con la comida, reducir la ansiedad y evitar los atracones o comportamientos compulsivos. Por ello, González insiste en que el mejor plan es aquel que se adapta a ti, no el que sigue todo el mundo.
Individualización y sostenibilidad: las claves
La conclusión es clara: no existe una única forma de perder grasa. El éxito radica en encontrar un sistema que se ajuste a tu estilo de vida, que sea nutricionalmente completo, sostenible en el tiempo y que no genere malestar ni obsesión. Ni hacer muchas comidas al día es la panacea, ni el ayuno intermitente sirve para todo el mundo.
“Lo más importante es que el patrón alimentario sea saludable, que te permita tener energía, mantener la masa muscular y que se pueda mantener en el tiempo sin sufrir”, resume Beatriz González. Y añade: “Si una estrategia no encaja contigo, es muy probable que abandones. Por eso, más que buscar la dieta perfecta, busca tu dieta ideal”.