Marimer Pérez, ginecóloga: “No se trata de perseguir el ideal de la mujer joven de bisturí, sino de ser activa y despierta de coco”

En este sentido, la ginecóloga Marimer Pérez afirma que la menopausia es una etapa de transformación y autoconocimiento

Para Marimer Pérez, la menopausia no es un final, sino el comienzo de una nueva fase vital.

La ginecóloga y obstetra Marimer Pérez, con más de dos décadas de experiencia acompañando a mujeres en distintas etapas de su vida, sostiene que el envejecimiento saludable no tiene que ver con parecer más joven, sino con mantener una actitud vital, curiosa y activa. Lejos del ideal estético de la eterna juventud, defiende que envejecer “joven” es más una cuestión de espíritu y mentalidad que de bisturí. Lo importante, dice, es estar despiertas, mantener el interés por lo que nos rodea y seguir ejercitando cuerpo y mente.

Mucho más que el fin de la menstruación

Aunque la definición médica establece que una mujer entra en menopausia tras doce meses consecutivos sin regla, Pérez advierte que muchas pacientes creen erróneamente que no deben acudir al médico hasta entonces. Nada más lejos de la realidad. Desde los primeros síntomas —que pueden aparecer entre los 43 y los 45 años— ya es habitual notar cambios físicos y emocionales que requieren atención: insomnio, sofocos, alteraciones del estado de ánimo, dolores articulares o dificultades de concentración.

El cuerpo habla: síntomas que no hay que ignorar

En esta etapa, conocida como perimenopausia, muchas mujeres empiezan a experimentar reglas irregulares, trastornos del sueño y una menor tolerancia al estrés. “Como si una mínima gota desbordara un vaso ya lleno”, resume Pérez. También son frecuentes molestias como sequedad en las mucosas (ocular, bucal, vaginal), dolor articular o problemas como el “hombro congelado”.

Un síntoma menos conocido, pero igualmente impactante, es la llamada “neblina mental”, una sensación de falta de concentración, olvidos frecuentes y dificultad para encontrar las palabras adecuadas, que puede generar inseguridad en el ámbito laboral.

Una revolución emocional

La menopausia también trae consigo una intensa transformación emocional. Muchas mujeres se sienten más vulnerables y menos resolutivas, lo que puede entrar en conflicto con la imagen de fortaleza que han sostenido durante años. Para Pérez, esta etapa puede vivirse como una oportunidad para la reflexión y el crecimiento personal: un momento de revisión interna, donde decidir qué conservar y qué dejar atrás.

Al mismo tiempo, no es raro que surjan miedos profundos: al envejecimiento, a la soledad, a perder capacidades. Y una culpabilidad constante por no poder sostener todos los frentes: pareja, hijos, trabajo, familia. “No es que no puedan, es que nunca se han puesto a sí mismas en el centro”, señala la especialista.

Invisibilidad social: el otro síntoma

Más allá de los cambios físicos, muchas mujeres experimentan una especie de invisibilidad social. Al dejar de ser fértiles, parecen dejar de importar. Pero es precisamente en esta etapa donde pueden reafirmarse, con toda su experiencia acumulada, y reclamar su lugar.

Pérez asegura que muchas de sus pacientes empiezan a cuidarse más que nunca: aprenden a poner límites, a relativizar lo urgente, a priorizarse. “Eso es profundamente liberador”, dice.

De la lucha contra el tiempo al well aging

La ginecóloga rechaza de lleno el discurso del “anti-aging” y propone sustituirlo por el de “well aging”: envejecer con bienestar, salud y autonomía. Esto implica mantener la funcionalidad, prevenir enfermedades como la osteoporosis o los problemas cardiovasculares, y vivir sin depender de una sobremedicación.

Cuidarse no es solo tomar pastillas: es comer bien, moverse, dormir, hablarse con cariño. Y, sobre todo, dejar de exigirse una perfección imposible. “No quiero parecer más joven”, afirma Pérez. “Quiero vivir bien, con salud y plenitud”.

¿Y si la menopausia fuera cosa de hombres?

Con humor, la especialista lanza una reflexión: “Si la menopausia afectara a los hombres, todos estarían medicados desde el minuto uno”. Lo mismo ocurre, dice, con el parto: “Si lo vivieran ellos, pedirían anestesia general y preguntarían: ‘¿Qué día quiere que lo hagamos?’”.

Esta broma encierra una crítica a la falta de investigación y recursos específicos para la salud femenina. A día de hoy, por ejemplo, no existe testosterona adaptada para mujeres, una carencia que ilustra las diferencias de género en la medicina.

Una nueva etapa que merece ser vivida

Para Marimer Pérez, la menopausia no es un final, sino el comienzo de una nueva fase vital. Una etapa que puede vivirse con plenitud, si se hace con consciencia y sin tabúes. “Nos queda mucho por delante”, asegura. Y esa segunda parte de la vida también merece ser vivida con intensidad, salud y alegría.

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