La psicología oscura ha dejado de ser un término reservado a manuales académicos para convertirse en uno de los conceptos más comentados en redes sociales. Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube acumulan millones de visualizaciones en vídeos que prometen enseñar “técnicas” para persuadir, seducir o controlar la mente de otros. Bajo etiquetas como #psicologiaoscura, estos contenidos plantean desde estrategias de manipulación emocional hasta trucos para crear obsesión psicológica.
Pero ¿qué hay de cierto detrás de este fenómeno? ¿Es realmente la psicología oscura una herramienta de poder o estamos ante una peligrosa banalización de conceptos clínicos? Según expertas como Andrea Mora, Andrea Tena o Gabriela Lardiés, es fundamental comprender lo que realmente implica este término, que va mucho más allá de los tutoriales virales.
De los libros superventas a los algoritmos: el auge de la psicología oscura
El interés por esta psicología ha aumentado exponencialmente en los últimos años, impulsado tanto por publicaciones de autoayuda como por el ecosistema digital. Un ejemplo es el libro Psicología oscura: una guía esencial de Steven Turner, que ha vendido más de 50.000 copias y cuya descripción promete enseñar cómo protegerse de manipuladores, negociadores agresivos o depredadores emocionales.
Andrea Mora, psicóloga clínica, explica en Heraldo de Aragón que la psicología oscura “no es nada mágico ni espiritual”, sino que estudia el uso de herramientas psicológicas para influir negativamente en otras personas. Se trata, en esencia, de técnicas que apelan a la manipulación, el engaño y la persuasión con fines egoístas o dañinos. Un enfoque que ha encontrado eco en entornos como el marketing, la política o incluso las relaciones sentimentales.

Uno de los pilares conceptuales de la psicología oscura es la llamada triada oscura. Una teoría psicológica que agrupa tres rasgos de personalidad especialmente peligrosos: narcisismo, psicopatía y maquiavelismo. Andrea Tena, psicóloga en Espacio Ítaca, señala también en Heraldo de Aragón que estas personalidades comparten la ausencia de empatía, la instrumentalización de los demás y el uso del engaño para lograr sus objetivos.
“La psicología forense lleva tiempo investigando estos rasgos, pero que se estudien no significa que debamos normalizarlos ni aplicarlos en nuestra vida cotidiana”, advierte Tena. El problema, según la experta, es que los vídeos y publicaciones sobre psicología oscura a menudo presentan estas conductas como “trucos útiles”, sin abordar los riesgos que conllevan para la salud mental.
Cuando la manipulación se vuelve tendencia
El éxito viral de contenidos basados en la psicología oscura refleja una tendencia preocupante: el uso de estrategias emocionales para obtener beneficios personales a costa del otro. Gabriela Lardiés, psicóloga y escritora, asegura que muchas de las personas que consumen este tipo de contenidos lo hacen movidas por el miedo al rechazo o el deseo de control.
“Quienes ejercen esta manipulación lo hacen desde un perfil narcisista o maquiavélico, y no les importa el daño que pueden causar”, afirma Lardiés. Para estas personas, el fin justifica los medios. Buscan dominar al otro, obtener atención o someterlo a su voluntad sin considerar el coste emocional. En relaciones personales, laborales o de pareja, este tipo de comportamientos puede derivar en dinámicas tóxicas o abusivas.
Riesgos ocultos: del falso empoderamiento a la deshumanización

Uno de los principales peligros de la psicología oscura es su efecto seductor. “Cuando atravesamos momentos de vulnerabilidad, baja autoestima o miedo al abandono, este tipo de vídeos pueden parecer empoderantes”, explica Andrea Tena. Prometen seguridad, control y éxito en las relaciones. Pero lo que realmente generan es dependencia y desconexión emocional.
Además, el consumo indiscriminado de estos contenidos puede provocar lo que Tena llama deshumanización: dejar de ver al otro como un ser con emociones y límites, y empezar a tratarlo como un objeto manipulable. Esto alimenta relaciones basadas en el miedo, la inseguridad y la posesión, en lugar de vínculos saludables y equilibrados.
El público más vulnerable a estos mensajes es, precisamente, el infanto-juvenil, que puede interpretar la psicología oscura como un manual de comportamiento válido. La normalización de estas estrategias contribuye a perpetuar modelos relacionales dañinos y a ocultar el verdadero camino hacia la autoestima y la conexión emocional.