A las siete de la mañana, mientras la mayoría aún apuramos el sueño, Cybell Kiessling termina su clase de yoga. Poco antes de las 09:00h, ya está al frente de la gestión administrativa de Loro Parque, el grupo empresarial más potente y emblemático de Canarias.
Desde muy joven, Cybell entendió que su vida estaría marcada por los retos. Pero liderar un equipo de más de 1.500 personas con sólo 26 años, y ganarte su respeto por tu trabajo -no por tu apellido-, es algo que sólo consigue alguien que está hecha de otra pasta. Y más en un país donde la envidia, a menudo, escupe su miseria más ruin.
A su edad, tiene un currículum que parece de otra década, y una determinación que se percibe en cada palabra. “Siempre he sido muy organizada, muy exigente conmigo misma. No tengo la vida que tienen mis amigos de mi edad, pero tampoco la quiero”, afirma. Lo dice sin dramatismo, como quien ha entendido que cada elección implica renuncias, pero también recompensas.
Nieta, hija y sobrina de empresarios, Cybell no sólo forma parte de un legado familiar de medio siglo, lo está renovando a su manera. “Mi objetivo es facilitar la conciliación y mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Por eso acabo de implementar la jornada intensiva. No ha sido fácil”, confiesa.
A pesar de que lo suyo siempre han sido los números, habla cinco idiomas. Cambia de uno a otro sin pensar mientras nos habla de su infancia, rodeada de una fauna exótica. “Es el sueño de cualquier niño. Pero cuando me planteé qué estudiar, entendí que no podría ser veterinaria. Hay ciertos animalitos que no puedo ni ver”, dice entre risas.
Heredar el legado familiar nunca ha sido su opción. A los 22 años ya había fundado Ginger, una tienda de ropa en Puerto de la Cruz. Poco después, se lanzó con un restaurante de perritos calientes gourmet, ‘Salxicha’ (sí, con “x”) que, tras recibir un aluvión de críticas en redes por parte de activistas, agotó existencias en cuestión de horas. “La curiosidad hizo que todo el mundo viniera a probarlo. Tuvimos que cerrar un domingo por falta de pan”, recuerda.
¿Qué hace una joven empresaria que lidera más de 1.500 empleados? Se levanta a las 6:00, entrena, organiza su día al milímetro y prepara cinco comidas diarias. “Me diagnosticaron problemas digestivos. Los médicos me dijeron: rutina o caos. Elegí la rutina.”
En Canarias, llevar el apellido Kiessling es estar en boca de todos. “Supongo que por eso estudié en Madrid, allí, tanto mi hermano como yo pasábamos desapercibidos”, confiesa. Cybell habla con orgullo y admiración de su familia, especialmente de su abuelo. “Es el primero en llegar a la oficina y el último en irse. Ha levantado todo esto en 50 años, sin faltar un solo día. Siempre dice que él es la voz de los animales, y que nosotros también debemos serlo.”
En el Grupo Loro Parque, Cybell gestiona los departamentos de Recursos Humanos, Finanzas, Jurídico, Marketing… Entrevista, contrata y, cuando es es necesario, también despide. “Lo que más me duele es ver cómo perfiles mayores, con una experiencia brutal, no consiguen trabajo. El mercado los rechaza por la edad, pero yo son los perfiles que priorizo. Me gusta contratar perfiles senior”, reconoce.
Confiesa que ahora está aprendiendo a establecer límites, a decir no, a parar a tiempo y a encontrar espacio para el deporte. Son pequeñas reglas que está establecido para no ahogarse entre responsabilidades. “El límite entre la vida personal y el trabajo tiene que existir, aunque sea pequeño. Si no, te devora.”
Su madre y su abuela han sido pilares fundamentales en su crecimiento como mujer. “De ellas admiro su independencia. Siempre han hecho lo que han querido, y cómo han querido. Mi madre fue madre soltera, empresaria, madre y padre a la vez. La admiro muchísimo”. El vínculo con su madre también es profesional: juntas lanzaron Ginger y, más recientemente, el restaurante Muxacho. “Hacemos muchas cosas juntas. Pensamos parecido, decidimos rápido. Aunque, a veces, con la gestión del personal, chocamos un poco”.
¿Y el futuro? Cybell no tiene prisa, pero tampoco dudas. Su presente está en Tenerife, en las oficinas centrales del grupo que su abuelo levantó como un sueño, y que ella, con disciplina, pasión y una mirada millennial, está ayudando a reimaginar. Lo hace sin miedo, pese a las amenazas de ciertos colectivos. “Estamos en la sexta extinción masiva. Cada día desaparecen unas 150 especies de animales. Ahora, más que nunca, tenemos que educar y concienciar, y eso es lo que hacemos desde nuestra Fundación”, reivindica. Y concluye, bajo la atenta mirada de su hermano Bosco, su mayor apoyo: “No quiero demostrar que soy joven. Quiero demostrar que soy capaz.”