Crónica negra

Montserrat Nin o la cuadratura del mal

Psicópata, narcisista, maquiavélica y sádica. En la teoría, se conoce como la tétrada oscura. Casi un imposible. Pero en la práctica existe y acaba de ser condenada

Screenshot

Montserrat le rompió el corazón a Aleix, de manera literal, sin literatura ni amor de por medio, sino cuchillo en mano. El filo se lo clavó diez centímetros en la cavidad torácica hasta provocar la rotura, y lo sacó para lavarlo en el fregadero mientras él se desangraba. Para cuando llegaron los equipos de Emergencias, como era de esperar, nada se pudo hacer por salvarle de tal herida mortal. Por supuesto, ella negó su implicación. Contó que lo halló muerto al salir de la ducha. Y construyó toda una hipótesis del suicidio basada en un perfilado ex profeso de quien ella definió como pareja, pero que en el juicio quedó demostrado que en realidad se trataba de una relación en la que ella actuaba como una auténtica dominatriz depravada y maltratadora. Aunque, según Montse, él tenía a todo su entorno engañado.

En su descargo, ante el jurado describió a dos personas que nada tenían que ver con la realidad. Mintió sobre su víctima, Aleix Álvarez de 43 años, tanto como intentó tapar lo que ella es en realidad: una asesina despiadada. Para el psiquiatra forense que la examinó no había ninguna duda: Montserrat Nin cumple a sus 46 años uno de los paradigma del mal, el de la llamada “tétrada oscura”, que conjuga como rasgos de su personalidad el ser una psicópata, sádica, narcisista y maquiavélica.

Sumisión total

Como el médico maquiavélico que experimenta con su cobaya, así ejerció la particular ‘doctora Nin’ todo tipo de tropelías sobre un hombre atrapado y sometido a su control. Aleix Álvarez Prieto era un muerto en vida. Los últimos tres meses de existencia, antes del fatídico 7 de abril de 2023, fueron un calvario en los que él metió un parásito en su casa, que terminaría por matarlo, pero que antes lo alejó por completo de sus seres queridos; entre otros, su hijo de nueve años. En un ejercicio de pura dominación, grabó a Aleix aprobando que si él no se comportaba según los parámetros y órdenes que marcaba Nin, ella contrataría a un sicario para matar a su hijo. “¿No es así?”, le repetía ella para que él lo ratificara a cámara, mientras un Aleix anulado asentía.

Nin guardaba más de 600.000 vejaciones; fotos, audios y vídeos del horror al que sometió a Aleix. Una sumisión total de la que se escucharon extractos en el juicio que se celebró el pasado julio en la Audiencia de Barcelona, dos años después de que ella fuera detenida. Por entonces, sus vecinos se preguntaban con desolación cómo había pasado tan desapercibido este caso.

Montse Nin durante su declaración el pasado 27 de junio

¿Por qué una maldad similar no ha ocupado titulares a nivel nacional? ¿Por qué esta asesina no ha ocupado el puesto que, por ejemplo, sí han ostentado otras viudas negras como Maje o asesinas de personas vulnerables, como en el caso de Ana Julia Quezada? La familia de Aleix pidió incluso la máxima pena, la prisión permanente revisable que se valoró en la sentencia, pero se descartó al fijarse 33 años y seis meses de cárcel por el delito de asesinato agravado con parentesco, más los delitos de amenazas, maltrato y lesiones.

Maltrato en tres etapas

No sólo le rompió el corazón. El cadáver de Aleix presentaba hematomas de heridas anteriores, que fueron incluso tratadas a nivel hospitalario. Dos meses antes del crimen, le atendieron por “reaparición de tumefacción en pabellón auricular izquierdo”. La herida, que necesitó drenaje, se la había provocado Montse Nin. Desde que ella había vuelto a su vida, Aleix había ido de mal en peor. Según se pudo atestiguar por todo lo hallado en los dispositivos móviles, su relación de maltrato había pasado por tres fases; la primera, cuando se conocieron en 2021, que terminó un año después porque él “se asustó y se colapsó”, según recoge la sentencia a la que ha tenido acceso Artículo14.

“Iba tapado siempre e intentaba pasar desapercibido”, declaró uno de sus vecinos. “Estaba inquieto, ausente y había algo que le inquietaba”, relató uno de sus compañeros de trabajo. A raíz del golpe en la oreja, había estado de baja. En el terminal de su asesina hallaron una foto en la que su maltratado aparecía con un vendaje manchado de sangre colocado alrededor de la cabeza. “La violencia era parte de nuestra relación…”, aseguró ella ante el tribunal, exponiendo un pacto entre ambos del que sólo consta la versión de ella pues Aleix no tiene forma de corroborarlo.

Ahora deberá indemnizar a su mujer, con la que iba a retomar la convivencia antes de que Montserrat se metiera de nuevo en su piso con la excusa de que la habían echado del que compartía. Su futura víctima se apiadó. Por ende, Nin deberá indemnizar a los padres y al hijo; 410.000 euros en total.

“Lo mal que lo pasé”

En su absoluta falta de empatía e incapacidad para pedir siquiera un perdón simulado, Nin se atrevió a dar un paso más en su defensa al declarar: “Me ha costado dos años entender qué hacía en esa casa, qué tipo de amistad teníamos y qué tipo de relación. Y lo mal que lo pasó Aleix y lo mal que lo pasé yo, porque no era algo sano”. La sala enmudeció al escucharla. Después de todo, estaban ante una mujer hierática, a la que apenas se le apreciaba el movimiento de mandíbula al hablar.

Trató de dibujar a un hombre trastornado y agobiado por un madre “controladora y exigente que lo trataba como si fuera tonto” y de una exmujer que “lo perseguía y no le dejaba ser feliz”. No dijo nada bueno sobre nadie, ni siquiera sobre su expareja, al que siguió diciendo que no recordaba haber apuñalado. La mera posibilidad la atribuyó al desquicie al que, insistió, la llevó Aleix a quien mintió incluso sobre su trabajo de aspirante a mossa. Aunque, según se reveló en el juicio, el único empleo de una asesina que representa la cuadratura del mal -esa tétrada oscura- consistía en dirigir sesiones de bondage.

TAGS DE ESTA NOTICIA