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OpenAI lanzará su propio LinkedIn basado en la IA

El mundo del trabajo se prepara para una de sus mayores transformaciones de la historia. Nuestra civilización aún tiene dificultades para asumir la envergadura de lo que se le llega encima. Las nuevas formas de inteligencia no amenazan únicamente con reconfigurar procesos de producción y suprimir miles de empleos, sino también cambiar la forma en la que buscamos empleo.

OpenAI, famosa por su omnipresente herramienta ChatGPT, está preparando el lanzamiento de un ambicioso proyecto. El nacimiento de su propia plataforma profesional de contactos, un LinkedIn “boosteado” por la IA, dicho de otro modo. La empresa quiere expandir las oportunidades que brindan estas tecnologías más allá de las grandes corporaciones, y acercarla a pequeñas y medianas empresas.

La empresa californiana redefiniría así nuestra forma de crear y promocionar nuestros perfiles profesionales. Facilitaría nuevas conexiones y se encargaría de validar rápidamente nuestras credenciales. En unos segundos nos incluiría en varias listas de candidatos potenciales.

LinkedIn, el líder indiscutible hasta la fecha

LinkedIn ha cumplido recientemente 24 años. Esta red social veterana tardó más de siete años en conseguir su primer centenar de millón de usuarios. Pocos de los profesionales de esa época podíamos imaginar que aquella red de nicho acabaría siendo toda una referencia. Se enfrentó a algunas competidoras europeas tales como la francesa Viadeo o la alemana Xing, pero ninguna consiguió hacerle sombra.

Tras su salida a bolsa (2011) y su compra por parte de Microsoft por 26.000 millones de dólares (2016), LinkedIn se consolidó como una de las redes sociales líderes, la más importante en cuanto a trabajo se refiere. A pesar de su extrema lentitud en adaptarse a las nuevas tendencias de consumo digital, a los móviles y a sus nuevas interfaces, presume hoy de tener más de 1.000 millones de usuarios registrados en 200 países.

Se publican anualmente decenas de millones de ofertas de empleos y ostenta un ecosistema que combina currículos digitales, recomendaciones, grupos de intereses, y más recientemente, una avalancha diaria de publicaciones de sus autores más fieles. Más que una red social al uso, LinkedIn es una potente infraestructura, una vida profesional paralela, un continente virtual donde profesionales de todo el planeta pueden validar su reputación, experiencia y carrera. También les ayuda a gestionar su marca personal, promover contactos espontáneos o volver a encontrar ese amigo que le echará una mano. Hoy, no estar en LinkedIn es cerrarse miles de puertas y apartarse de lo significativo.

Aunque ciertamente irremplazable, no está exenta de recibir críticas más que justificadas. Solicitudes de conexiones de desconocidos, “spam” disfrazado de networking activo, saturación de mensajes publicitarios, o más recientemente, “fake influencers” que lo saben todo.

OpenAI lanza su propia plataforma

David Vivancos, experto en nuevas tecnologías, me comentó esta semana que sería un error reducir la Inteligencia Artificial a la categoría de cuarta revolución industrial. En su opinión, será mucho más profundo y transformador que todo lo vivido por nuestra sociedad a lo largo de los siglos.

ChatGPT, por ejemplo, ha cambiado todas nuestras costumbres de búsquedas de información, de poder entender las cosas, de educar a los niños o de tener un psicólogo en casa. Su nueva plataforma de networking podría llegar a mediados del 2026 y revolucionar el mundo del empleo gracias al uso de la IA.

Fidji Simo, la joven francesa al mando de las aplicaciones en la empresa, lo describe como un nuevo servicio para todo tipo de tamaños de empresas, sean locales, globales, instituciones o gobiernos, un segmento a menudo olvidado por los grandes proyectos tecnológicos. En este caso, OpenAI insiste en que su tecnología democratizará las conexiones laborales, permitiendo que un pequeño taller o un ayuntamiento encuentren el talento más adaptado, sin ser un servicio reservado a grandes corporaciones o despachos financieros.

Su misión sería emparejar oportunidades de empleo con los talentos más afines y contrastados. No pretende ser un LinkedIn con un turbo integrado, sino un servicio con un valor añadido nunca visto. Por supuesto se centrará primero en los trabajadores con cualificaciones específicas en nuevas tecnologías, a través de sus certificaciones de fluidez en IA que la propia empresa otorgará a través de su propia academia. Permitirá a los candidatos demostrar sus competencias reales más allá de los diplomas.

Medios tan relevantes como TechCrunch subrayan cómo el saber manejar la Inteligencia Artificial podría convertirse en la nueva gran baza. Además, se baraja que la plataforma podría incluir el análisis de nuestra actividad en ChatGPT, lo que nos interesa o resolvemos con la herramienta. De esta forma, el algoritmo no solo evaluaría qué buenos estudiantes éramos, sino nuestra capacidad de aplicar la IA en la práctica. Algunos analistas advierten, sin embargo, que esto la convertiría en un motor predictivo de empleabilidad, capaz de sugerir oportunidades antes incluso de que salgan las vacantes publicadas.

¿Tiene que buscarse LinkedIn un nuevo curro?

¿Va a ser una nueva amenaza para LinkedIn? ¿O un aliado en potencia? No olvidemos que Microsoft (que invirtió miles de millones de dólares en OpenAI) es también la propietaria de LinkedIn. Un tipo de entramado cada vez más común en las telarañas inversoras americanas. Me imagino que Bill Gates es consciente (e informado) de que esta nueva plataforma en parte “suya” podría amenazar una pequeña parte de su propia empresa informática.

Es un nuevo ejemplo de “coopetición”, esa incómoda mezcla de colaboración y competencia dentro de un mismo terreno de juego. Como cuando se cede un jugador a un equipo adverso y nos mete un gol al siguiente partido.

Para LinkedIn, la amenaza no es solo en términos de audiencia y usuarios, sino también un cambio de modelo. Mientras se ha centrado en conectar a millones de personas durante dos décadas, OpenAI (y su potente big data) apunta a facilitar el aprendizaje y la empleabilidad en tiempo real. Si no integra más tecnología parecida en su plataforma, podría quedarse relegada como una red social pasada de moda. Un lugar donde se mostraban más los logros que las reales capacidades para adaptarse a esta nueva era.

A nosotros los trabajadores, nos cambiará también la lógica de búsqueda de empleo. Pasaremos de subir currículos fotogénicos y esperar a que “suene la flauta” a rezar con ser detectados por las máquinas. Tampoco importará tanto dónde estudiamos, sino que certificaciones poseemos. En este aspecto, los conocimientos prácticos sobre IA serán clave y ya nos podemos poner las pilas.

Por supuesto, abre el debate sobre unos riesgos evidentes de tener (de nuevo) nuestra privacidad maltratada y sufrir de los caprichosos algoritmos de búsqueda donde los más listos saben destacar en los resultados de las pesquisas. ¿Queremos que ChatGPT sepa de mis errores, dudas y búsquedas? ¿Cómo se auditarán esas decisiones de la plataforma (a veces injustas) por parte de las corporaciones contratadoras? También cabe preguntarse sobre dónde quedarán las softskills, la autenticidad, el saber motivar o generar un buen ambiente laboral. Si dejamos las contrataciones en manos de robots, ¿de qué futuro humano estamos hablando en la empresa?

OpenAI no solo podría ser una piedra en el zapato de LinkedIn, sino un intento de reescribir las reglas de mercado. Un mundo del empleo disruptivo más cercano a las redes sociales actuales donde el descubrimiento se impone a las búsquedas formales, donde ya no buscaremos trabajo, sino que será él, el que nos encontrará a nosotros.

Para millones de profesionales, significará tomarnos en serio nuestra marca personal (como muchos ya lo hemos hecho en redes sociales) y entender cómo funcionan esos algoritmos y saber posicionarnos. Para las empresas, supondrá encontrar los talentos más adaptados, y de forma rápida, pero sin saber realmente si detrás de cada propuesta hay pura objetividad algorítmica o un interés económico encubierto, una monetización velada.