“Insoportable”, “terrorífico, “inadmisible”. Así describen las asociaciones de víctimas de violencia de género el último asesinato machista. El martes, un padre acabó con la vida de sus dos hijos y su mujer; después se lanzó a las vías del tren. Hace menos de una semana, en Girona, otro padre asesinaba a su hijo de cinco años. Siete menores han muerto víctimas de violencia vicaria en menos de cuatro meses y nueve mujeres en crímenes machistas. Unas cifras estremecedoras que han revuelto a las asociaciones que se dedican a luchar contra este problema nacional.
Sienten que se van a quedar sin voz de tanto gritar un lema en la que todas coinciden: “Un maltratador no puede ser un buen padre”. Por eso demandan que se aplique la Ley de Protección a la Infancia 8/2021, donde se establece que se suspendan las visitas con el padre denunciado por violencia de género, y un compromiso firme de los políticos ante este fenómeno.
Ana Bella, de la Fundación que lleva su nombre, no entiende qué está pasando en la judicatura. “Los hijos y las hijas no son meros testigos del maltrato, son víctimas y se les tiene que proteger. Se tienen que restringir los encuentros y las órdenes de protección de las madres tiene que incluirles a ellos. Eso es fundamental”.
Piensa que en la violencia de género todos tenemos que estar involucrados y que cualquiera pueda dar la voz de alarma. Considera primordial que el entorno pueda denunciar (protocolo cero) y se proteja así a los menores ante la sospecha de violencia de género en la familia.
“Aunque la víctima no denuncie, que lo pueda hacer su familia y sirva para condenar al maltratador, porque hay que proteger a esos menores. Si se está quemando una casa, un vecino llama a los bomberos, vienen y sofocan el incendio. No le preguntan a la dueña de la casa, ¿usted quiere que se apague el fuego? Pues en la violencia de género, igual. Si alguien sospecha o es testigo de malos tratos tiene que acudir a las autoridades”.
Bella cree que sería muy necesario, al mismo tiempo, fomentar la formación especializada en los centros educativos, y establecer protocolos. “No todos los centros lo tienen y para detectar este tipo de casos el profesorado, que está ocho horas al día con ellos en sus aulas, es una pieza clave”.
Rosalía González, presidenta de la Asociación Mami (manipulación con alejamiento y maltrato infantil) es tajante: “Poco pasa con los menores. Pocos son para lo que puede pasar, porque no los están protegiendo. Están anteponiendo los derechos de visitas de los padres frente a la vulnerabilidad de los menores. Parece que si cortas el vínculo con un maltratador ese niño va a crecer sin unas enseñanzas maravillosas. ¿No será mejor que esté en paz y tranquilo? Sin una figura que le da miedo y maltrataba a su madre. Pues no, hay que obligarles a tener contacto con el padre”, explica.
Insiste González en que un maltratador no se rehabilita y si les siguen dando visitas volverá a pasar. “Como queda a decisión del juez, a pesar de que la ley es bastante clara, hacen lo que quieren”. No solo señala a la judicatura. “Los equipos psicosociales de los juzgados están completamente obsoletos, los trabajadores de los puntos de encuentro lo mismo. Los informes que confeccionan hablan de padres maravillosos. Por ejemplo: Vigila la higiene del niño, de su bienestar, todo estupendo. ¿Pero acaso un maltratador no puede fingir durante una hora? ¿Les importa algo ese crío? Que entra vomitando y que ha vuelto a hacerse pis en la cama”, se queja.
Para Olga Caldera, presidenta de la Asociación AMAR “la justicia, es la única que puede proteger a estos menores y a las mujeres, pero para ello tiene que dejar de castigarlas, tratarla como víctimas y no como victimario en un juzgado, el porcentaje de denuncias falsas es tan ridículo que no sirve como justificación para castigar tantísimas denuncias reales. Exigimos, además, especialización por parte de los jueces en materia de violencia de género”.
¿Qué padre pega a una madre?
Natalia Morlas, presidenta de la Asociación Somos Más, afea la actitud de los políticos “no nos vale que se pongan delante de los medios, se rasguen las vestiduras, clamen que se tiene que hacer algo y luego se olviden”. Considera que serían necesarias condenas más duras y que se cumplan íntegras, “porque da la sensación de que para los maltratadores y los asesinos maltratar, violar, y asesinar sale muy barato” Se tienen que endurecer las condenas y ser más punitivos. Hay una corriente anti punitivista ahora mismo, se tiene miedo a utilizar la prisión permanente revisable, por ejemplo, y se tiene que acabar con los atenuantes en los juicios”.
Morlas exige que se proteja a los menores. “Los niños, desde 2015, se consideran víctimas de violencia machista tan solo por haber vivido en una casa en la que se ha ejercido violencia de género contra la madre. No hay negociación y no la puede haber en este aspecto. No comprendo cómo llegan mujeres a los juzgados con partes de lesiones, con informes psicológicos y un juez diga que los hijos no pueden perder la vinculación con su padre. ¿Con qué padre? ¿Qué padre maltrata y consiente que sus hijos vean cómo pega a su madre? ¿Qué buen padre pega a una madre? Los menores son los convidados de piedra de toda esta gran bola que son las violencias machistas. No se les escucha, no se les hace caso”.